martes, 30 de abril de 2019

Se acaba abril

Suárez Illana es como el santón que acompaña  a Casado en todos los actos públicos, como el pendón de Castilla, como el mascaron de proa que surca los mares procelosos, como la gaviota de las siglas de un PP al que le han dejado el culo pajarero, que no ha cubierto sus expectativas y que ha contraído una deuda de 25 millones de euros al perder 71 diputados. Con Fraga –recuerdo- nunca se ganaban las elecciones generales. De nada le servía ponerse los tirantes con la bandera bicolor, hablar en la tribuna de oradores comiéndose palabras, o llevar el Estado en la cabeza. Pero Fraga sabía hacer queimadas y entenderse con Santiago Carrillo, lo que no era poca cosa. Pero  a Casado la faltan tablas y le sobra soberbia. No se puede intentar querer gobernar cuando lleva sobre sus espaldas todo el lastre de la Gúrtel y el desprecio de un Rajoy que  celebró su derrota personal en un bar de copas hasta las nueve de la noche el 31 de mayo del pasado año, y la derrota de su partido comiendo ayer en Horcher. A Casado le ha tocado bailar con la más fea la pieza más larga. Es una milonga sentimental que dice aquello de “milonga pa’ recordarte / milonga sentimental, / otros se quedan llorando, /  yo canto pa’ no llorar…”. A Rajoy le perdió la altivez y a Casado le ha perdido su miedo a Vox y escorarse más hacia la derecha por contentar a Aznar, que es un valor amortizado, pensando erróneamente que su enemigo era Abascal y que Rivera -que casi le hizo sorpasso- sólo era como un pez anádromo, o una veleta naranja que viraba según  soplase el viento.

lunes, 29 de abril de 2019

Y Rajoy en Horcher


            En el cronicón que hacía Rafael Halcón el 2 de junio de 2018 en República de las Ideas.com se contaba con fidelidad lo que ya se sabía. Resumo: el 31 de mayo comenzaba el debate de la moción de censura contra Mariano Rajoy. En la bancada azul ya se sabía para entonces que el PNV apoyaría a Sánchez. “Y el aún presidente pronuncia un mal y agresivo discurso (sobre recortes de prensa relativos a lo que había dicho Sánchez sobre los nacionalistas), pero sin ningún efecto a su favor. Pero Rajoy se va a comer con su núcleo duro del Gobierno a un céntrico restaurante de Madrid, donde no cesan de llegar llamadas para que dimita Rajoy e impida la investidura de Sánchez. Rajoy hundido y deprimido le pide a Cospedal que anuncie que no dimite porque ‘la aritmética’ de los votos del Congreso le impedirá al PP volver a gobernar, lo que era del todo cierto. Y Cospedal añade que no se sabe si Rajoy continuará al frente del PP, mientras el Presidente no regresa a su escaño en el Congreso y pasa la tarde en el restaurante tomando copas hasta las 9 de la noche, mientras en Moncloa y los ministerios comienza el desalojo de los equipos del PP, ante la inminente llegada de Pedro Sánchez”. En el escaño vacío por la ausencia de Rajoy estaba el bolso de Soraya Sáenz de Santamaría. Era el fin de la hegemonía del PP. A ese partido político se le caían los palos del sombrajo por culpa de la vergonzosa corrupción. “El debate continúa en el Congreso con las intervenciones de Iglesias, quien denuncia la ausencia de Rajoy, y un Rivera desconcertado que se disfraza de patriota y se pone al lado de la corrupción del hundido Rajoy”. El 1 de junio se ponía fin al debate. “Aguerrido discurso contra Sánchez y Rivera del portavoz del PP Rafael Hernando que se postula como candidato a la sucesión de Rajoy en la que ya están pensando Santamaría, Feijóo y Cospedal. Y por fin, a última hora de la mañana y acabado ya el debate, Rajoy entra en el Hemiciclo, reconoce la derrota y felicita a Sánchez mientras dice que deja tras de sí ‘una España mejor de la que encontró’. Y Sánchez aclamado por los suyos  posa ante los fotógrafos como vencedor”. A Rajoy le perdió la soberbia.  Fin del cronicón. Y toda la derecha se le echa encima al nuevo Gobierno (el PSOE sólo tiene 84 escaños) y comienza a escribirse sobre el Gobierno Frankenstein, el okupa de la Moncloa, las críticas a los viajes en Falcon, etcétera, etcétera. Y Felipe González, Alfonso Guerra, Corcuera y toda la troupe  de “socialistas amortizados” que habían apoyado a Susana Díaz con uñas y dientes y que perdieron su apuesta ante Sánchez para la Secretaría General, insisten en “hacerle la pinza” en los medios donde les preguntan. Corcuera aparece un día sí y otro también en la cadena televisiva de la Conferencia Episcopal y le dejan que suelte carrete. Y así llegamos al 28 de abril. Elecciones generales y triunfo del PSOE con casi siete millones y medio de votos favorables (gana 38 escaños y consigue 123 diputados), mientras que el PP (que pierde 71 escaños) casi sufre el sorpasso de Ciudadanos, que gana 25. Pero Casado dice que sólo lleva 9 meses al mando de su equipo y que él seguirá como jefe de la Oposición. Vox, finalmente, entra en la Cámara con 24 escaños. ¿Y el Senado? Más de lo mismo. El PP, que tenía mayoría absoluta, baja de 130 senadores, a 56 y el PSOE sube de 43 senadores a 121. Ahora tocan los pactos. PSOE + CS sumarían 180;  PSOE+ UP y no independentistas sumarían 175; y PSOE+UP+ independentistas sumarían 199.  Pero Rajoy no está nada apenado con esos resultados. Esta mañana ha estado comiendo con un amigo en Horcher, uno de los mejores restaurantes de Madrid. Y se le veía contento y feliz, como dando a entender a los fotógrafos que le esperaban a la salida de ese restaurante de postín que cada palo debe aguantar su vela. Maquiavélico hasta la grosería.