El fuego acabó con la Flecha
de Viollet-le-Duc de Notre Dame y el tiempo, que todo lo devora, ha acabado con
la existencia de Manuel Alcántara,
el hijo del ferroviario señor Porras que
escribió y publicó más de treinta mil artículos, muchos de ellos brillantes
como el mismo sol. Y se ha muerto en
Miércoles Santo y en Málaga, que como dicen los andaluces: ¡vaya tela! Un día
le confesó a Teodoro León Gross: “Tengo
edad de esquela”. Buena la hizo el pamplonés Rafael García Serrano el día que le invitó a escribir artículos en
el diario Arriba. Desde entonces no
paró de de dejar de echar humo su “hispano
olivetti”. De aquel diario falangista “Arriba”
se marchó el día que García Serrano decidió prescindir de los artículos de Ramón Gómez de la Serna, donde regresó
tiempo después animado por Jaime Campmany.
Y escribía tan bien que en poco tiempo se hizo con el “Mariano de Cavia”, el “Luca
de Tena” y el “González Ruano”,
sueño de cualquier articulista. Tras
pasar por Ya y por Arriba, recaló en el diario ABC, entonces editado por Prensa
Española y hoy propiedad de Vocento. Fue forofo del boxeo y escribió
diversos libros de poesía, entre ellos “Anochecer privado”; “Sur, paredón y después” y “Este verano en Málaga”. Sur, / pabellón y después / sur, / una luz
de almacén… / Ya nunca me verás como me vieras, /recostado en la vidriera / y
esperándote”. Aníbal Troilo,
alias Pichuco, bandeonista, compositor
y director de orquesta, fue el autor del tango. Su madre le compró un bandoneón
a un ruso de la calle Córdoba. Costaba 120 pesos y acordó con él un pago mensual
de 10 cuotas de 12. Corría el año 1925 y
Aníbal Troilo tenía entonces 11 años. Faltaban todavía tres para que naciera Manuel Alcántara, que
se nos ha marchado en silencio. Se había despedido con un poema hacía mucho
tiempo: “Cuando llegue la muerte /si dicen a levantarse / a mí que no me
despierten”. Feliz sueño, don Manuel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario