Leo un artículo en El Correo de Andalucía que debería hacer reflexionar a aquellos que
confunden la religión con la impostura. Álvaro
Romero señala en “Las Vírgenes no
quieren fajines”: “Se los ponen porque las Vírgenes no dicen nada; respetan
con sus silencios la libertad de los hombres, pero todas esas Vírgenes obligadas a portar fajines de dictadores e incluso
genocidas derraman una lágrima sucinta, puede que invisible, impotente, cuando
cada Semana Santa las aprovechan determinados personajes para lucir sus
prepotencias, sus influencias y sus dineros, todo lo cual no importa lo más
mínimo a esas Vírgenes que se multiplican como los sentimientos infinitos para
explicar a cámara lenta qué sintió la única Virgen de la que trata esta Semana
Santa: María”. Todos recordamos
cuando la imagen de la Macarena procesionaba con el fajín de Queipo de Llano (el militar que se unió al golpe de Estado en 1936 y que sigue enterrado en esa iglesia con el
apoyo de la Hermandad de la Macarena y de sus descendientes), por las calles de
Sevilla. Por si eso fuese poco (leído en El
Confidencial, 18/07/2017), “el
propio Franco, como escribió hace
años el ya fallecido periodista sevillano Fernando Carrasco en
ABC, tuvo una estrecha relación con
la Semana Santa sevillana y hay símbolos y enseres en muchas procesiones que
así lo atestiguan. Franco fue hermano mayor del Gran Poder, de la Macarena y
del Santo
Entierro”. Sigue diciendo Álvaro Romero que “las Vírgenes no
quieren asfixiantes fajines comprados en el simbolismo doliente de quienes
machacaron a los pobres, a los desgraciados, a los humildes, a los inocentes,
porque todos ellos representan precisamente a su Hijo. Y es una burla, una
paradoja, un contrasentido, un escándalo que determinadas Vírgenes tengan que
aceptar regalos que nunca pidieron ni nunca soñaron ni nunca admitieron para
rezar en una Semana que es Santa de señoras bien pagadas”. Se da la
circunstancia que muy cerca de la iglesia de la Macarena existe un paredón (la “muralla de la Macarena”) donde fueron fusilados muchos españoles que respetaban
la República y la Constitución de 1931.
Hay cosas intolerables. Ensalzar la figura de generales golpistas, como es el
caso de Queipo de Llano, es una de ellas.
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