viernes, 12 de abril de 2019

Sangría, placer de dioses



El vino caliente (glühwein) es típico de Alemania y se bebe mayormente por  época de Adviento. Una tradición que parte de la Edad Media, cuando se añadían determinadas sustancias al vino sobrante para aprovecharlo. Mediado el siglo XIX se preparaba con  vino tinto al que se añadían dos o tres clavos y canela. Se ponía todo ello al fuego durante  tres minutos antes de servirlo. En la actualidad se prepara con los siguientes ingredientes: vino tinto seco, las cáscaras de una naranja, canela, tres clavos, y dos o tres cucharadas de miel. Para su preparación, se calienta el vino en una olla a fuego medio sin que hierva. Se añaden los productos señalados y, al rato, se retira la olla del fuego y se deja reposar durante una hora. Será necesario utilizar un colador para filtrar  los posos de las especias añadidas. Es un brebaje dulzón que, como digo, gusta mucho a los alemanes, hasta que llegan a España y descubren las imponentes jarras de sangría a base de vino oscuro, peleón y con mucho tanino, de tempranillo de Valdepeñas, de garnacha de Cariñena o de uva tinta de Toro. Existen muchas fórmulas para la sangría, pero la receta ideal es la siguiente: un litro de vino tinto del año; el zumo de dos naranjas o de dos limones; cuatro melocotones (o manzanas) troceadas; tres cucharadas de azúcar;  dos copas de Cointreau o de ron blanco Bacardi ; y en el último momento (en evitación de que el vino se aguachine) el añadido de unos cubitos de hielo. Todo ello se agitará suavemente con la ayuda de una cuchara de palo. El añadido de gaseosa es una práctica que desaconsejo. “Los experimentos con gaseosa, joven”,  le espetó Eugenio d’Ors a un  camarero que le manchó la chaqueta por su impericia de no saber descorchar una botella de champaña. Sí, en efecto, los experimentos, con gaseosa, pero nunca con la sangría, ese placer de dioses. En enero de 2014, el Parlamento Europeo dictó unas normas referentes a la “peninsular” sangría, cuya denominación sólo puede ser utilizada para vinos de España y Portugal en evitación de posibles falsificaciones. El Parlamento Europeo también señalaba en aquella directiva dos concreciones: si se cambiaba el vino tinto por vino blanco pasaría a llamarse “clarea”, y si estaba hecha con cava, “sangría de cava”. En muchos pueblos de Aragón, durante la Semana Santa, es costumbre que en cada casa se haga “limonada”, que es vino tinto azucarado, con el añadido de trozos de limón y unas ramas de canela. Se suele ofrecer a los amigos de una familia que han sido invitados para ver pasar la procesión de Viernes Santo desde uno de los balconcillos de la casa. Si se acompaña de una torrija, miel sobre hojuelas.

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