martes, 23 de noviembre de 2021

Sin morir en la folla

 


Entiéndase folla como la mezcolanza de muchas cosas sin orden ni concierto (M.M. Iribarren, “Adiciones al Vocabulario navarro”). Y follón (del latín follis, fuelle) equivale a alboroto, confusión o enredo. Se cuenta que el gallego Pepitín visitó a sus padres a la mañana siguiente de su noche de bodas. Su padre´, nada más verlo, le preguntó: “Anda, cuenta, ¿cómo fueron las cosas anoche?”. Y el hijo, que tenía cara de tonto, le respondió: “Muy bien, padre. Por el modo que ella se me insinuaba creo que hasta podría habérmela follado”. Eso viene a cuento con una receta que he leído en El País: “el follado gallego”. La palabra follas equivale en gallego a hojas, como puede comprobarse en la poesía de Rosalía de Castro “Follas novas”, poemario  publicado en 1880 y escrito en Simancas (Valladolid) cuando la poetisa contaba 32 años, donde su marido, Manuel Murguía, había sido nombrado en 1868 director del Archivo General, dependiente del Ministerio de Cultura. Se sabe que Rosalía no pudo acompañar a su marido a Simancas desde el mismo día de su toma de posesión, ya que dos días más tarde de su marcha a tierras de Castilla (5 de diciembre) Rosalía daba luz a Aura, su segunda hija. De hecho, Murguía había opositado a jefe de tercer grado del Cuerpo de Archivero, Bibliotecarios y Anticuarios “con destino a la sección de Archivos en el de Simancas..., por sus méritos literarios y muy especialmente por los contraídos en su obra de la Historia de Galicia y por el Diccionario de Autores Gallegos”. Pero Rosalía nuca estuvo cómoda  -como señaló su biógrafo José Barreiro- en aquel Simancas. Lugar que le parecía “aborrecible y poco hospitalario”. Pues bien, la receta de cocina que acabo de leer en el diario que dirige Pepa Bueno es “el follado gallego”, que para llevarla a cabo hay que romper 3 huevos y batirlos en un recipiente hondo. Se introducen 150 g. de harina de maíz, 300 g. de leche, algo de sal y agua. Se bate bien. A esa masa, que irá espesando, se le añadirá cebolla dorada en la sartén y unos dados de tocino. El conjunto se dejará a fuego lento hasta conseguir algo parecido de aspecto a una tortilla de patata. Así de fácil. Cosa distinta es que guste su resultado final. Que en cuestiones culinarias sucede como en las películas. A los bilbilitanos, por ejemplo, les entusiasma el congrio con garbanzos. A mí, por el contrario, su sabor me produce una aversión tremenda. Recuerdo que en cierta ocasión Buñuel acababa de estrenar “Tristana” y los cineastas se habían rendido a su  talento. Un día vino a Zaragoza a ver a su madre. Vivía en el paseo de la Independencia 29, en el mismo edificio del diario Heraldo de Aragón. En los “porches” se encontró con un antiguo compañero de los jesuitas al que hacía tiempo que no veía. Su amigo le saludó, eufórico: "¡Hombre Luis, qué alegría verte! ¿Pero qué haces por aquí? Oye, que me he enterado de lo de tu película. Ya la he visto: mu flojica ¿eh?".  

lunes, 22 de noviembre de 2021

Avanza el indeciso noviembre

 


Volví a escuchar  en disco de vinilo a Pavarotti: “Caruso”, “Una furtiva lágrima”, “Mamma..., de cuando le creí inmortal, antes de que me enterase por la prensa de que tenía  cáncer de páncreas.  De la fuente de los placeres siempre brota no se sabe qué amargura. Cuando paró el microsurco sobre el plato se recogió hacia atrás sin que nadie se lo ordenase. Entonces se produjo un chasquido equivalente a un seco crujido de cervicales. Tomé un  sorbo de Langs, ese infame güisqui peleón, y me dispuse a leer un artículo de aquellos que Manuel Alcántara por zanjas o por barrancos enviaba a las agencias: “Lo que dejó el difunto”. Subrayé el último párrafo: “Cuando un viejo ilustre se hace acompañar en la última vuelta del camino por una mujer joven y paciente, debe comprender que se trata de una contraprestación aplazada. Tiene mucho mérito localizar un terceto de ‘El paraíso perdido’ a las cinco de la mañana o limpiar un culo a cualquier hora del día. Se entiende que traten de eliminar a los amigos anteriores a su aparición en la declinante vida del difunto. Aunque hayan confundido amor con admiración, se lo han ganado a pulso. Los viejos pesan lo suyo.” Supuse que aludía a Borges, a Moravia, a Alberti... No, en este caso concreto se refería a Cela. De botones adentro entendí que Alcántara, que también ya se iba del mundo, debería haber tenido más cuidado en sus  entradas de pavana. Soplamocos y molondrones saben dar todos cuantos pertenecen a la chamuchina, incluso los estultos. Pero las ironías disparadas con espigarda sólo se le permitieron a Julio Camba, cuyos artículos nunca resultaban hirientes; y los sarcasmos arcabuceados con tiros de salva contra el malvís (que es como el tordo, pero de plumaje verde oscuro) únicamente a Jaime Campmany, que manejaba con aseo los aladros de la literatura. ”Dígame, bachiller, ¿dónde irá el buey que no are?”, se preguntaba Fernando de Rojas en “La Celestina”. Supongo que al degolladero.

viernes, 19 de noviembre de 2021

Aplanar la curva

 



Estamos obsesionados con aplanar la curva de todo lo que se mueve: el vómito de lava del volcán de La Palma, la pandemia de coronavirus, el paro, los fracasos escolares…, con la pretensión peregrina de dar respuestas a determinadas emergencias que nos ahogan y que el Gobierno no sabe cómo afrontar con éxito. Se reúnen consejos de expertos, se trazan líneas de actuación, se contratan más asesores de lo que sea, y se analizan las tendencias “en profundidad”, como si los supuestos especialistas fuesen batiscafos que peritasen la sima de nuestros desarreglos enraizados. Ningún gobernante se atreve a cortar por lo sano. Echan a la hormigonera del disparate una palada de cal y otra palada de arena confiando en que el aglomerante del mortero satisfaga a todos los ciudadanos, o a la mayoría de ellos. Esteban Hernández (El Confidencial, 15/03/2019) en su artículo “Los cuatro grandes problemas de España”, analizaba el trayecto de los partidos políticos en los últimos años. Del 15-M surgió Podemos, que iba a terminar con la casta, pero “que rápidamente se convirtió en una readaptación gentrificada de la vieja izquierda”; con la salida de Rajoy por una moción de censura, “el PP decidió reinventarase regresando a los primeros 2000, a la época aznarista, con el pretexto de que ahora está de moda”.  Ciudadanos, “que era liberal en lo cultural y lo económico, giró hacia el orden, el cierre identitario y la bandera”. Y entre tanta polvareda emergió de la nada Vox triunfando en Andalucía  “intentando borrar lo que se construyó en la Transición: nada de autonomías, nada de aborto, nada de feminismo”. Seguía diciendo Hernández que “los socialistas, se han convertido en un partido nuevo con Pedro Sánchez, pero sus propuestas forman parte de la ortodoxia que domina el progresismo desde hace algunas décadas, con su mezcla de feminismo, algo de redistribución, algo de ecología y un poco de tecnología como receta principal”. El corolario de todo ello, según sostenía Hernández, es que en España “hay dos clases de partidos: los que se mueven en el pasado y los que están por inventarse”. Pero, claro, agua pasada no mueve molino. y algo que todavía no se ha inventado no aplana la curva de nuestros sinsabores. Si miramos el paisaje de Madrid hacia la Sierra de Guadarrama, podemos hacer un alto en el camino y divisar el casoplón de Galapagar donde trepa la maleza, y el paraje de Cuelgamuros esperando la resurrección de los muertos.

jueves, 18 de noviembre de 2021

Por la Alta Castilla

 



C
ervera de Pisuerga es un  municipio en el Obispado de Palencia que lo forman 24 pueblos (con capitalidad en Cervera) y con aproximadamente 3000 habitantes: Rabanal de los Caballeros, Valsadornín, Gramedo, Vañes, Estalaya, Verdeña, San Felices de Castillería, Herreruela de Castillería, Ruesga, Ventanilla, Resoba, San Martín de los Herreros, Rebanal de las Llantas, Santibáñez de Resoba, Quintanaluengos, Rueda de Pisuerga, Vallespinoso de Cervera. Alli convergen Castilla y Cantabria; que, como decimos en Zaragoza, “para el caso, de Tauste”. Liébana, por otro lado, es una comarca de Cantabria que hace frontera con Asturias. Allí se encuentra el Monasterio de san  Martín de Turieno, donde un beato de la Orden de san Benito cuyo nombre desconozco (aunque en el Martirologio Romano aparece un san Beato, o Beato de Valladolid, u Oveco, sepultado en Valcavado)  escribió el “Comentario al  Apocalipsis de san Juan”. San Beato, el de Pucela, hizo una posterior copia del “Comentario…” del otro beato, el de nombre desconocido, en 230  pergaminos barnizados (más otros catorce desaparecidos) a base de pigmentos de azurita, malaquita y cinabrio mezclados con huevo, miel y cola, de gran belleza. Ese trabajo caligráfico se conoce como el “Manuscrito de Oveco”; y, también, como  “Códice del Bato de Valcavado”. El monasterio de Valcavado, hoy desaparecido, se encontraba  en Villaires (pedanía de Saldaña), en la provincia de Palencia. Villaires está muy relacionado con el Marquesado de la Valdavia desde 1883. El 23 de abril de aquel año, siendo ministro de Gracia y Justicia Vicente Romero Girón,  Alfonso XII expidió decreto por el que se concedía a Josefa de la Madrid Cosío y Manrique de la Vega el título de marquesa de Valdivia para sí, sus hijos y sucesores. También estaba en posesión del título de señora de Villaires. Pues bien, hoy me entero de que Alfonso Ussía está escribiendo una novela (lleva escritas 57 páginas) en su retiro cántabro. “Todo se desarrolla --según cuenta hoy en El Debate-- en una pequeña localidad de la Alta Castilla, entre Cervera de Pisuerga y Liébana. Se trata de un pueblo muy habitado, rico, libre, con tres bares, dos mesones, una casa rural, y un Ayuntamiento...”. El pueblo ficticio se llama Altanería del Valle…,” y el 99 por ciento de los altaneros es monárquico. El 1 por ciento restante también lo es, pero está obligado, también por sorteo, a ser durante un año republicano”. Pues nada, a esperar el resultado final del relato. Ironía no le falta.

martes, 16 de noviembre de 2021

Dieta, mangueta y siete nudos en la bragueta

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El médico José María Rodríguez Tejerina (Madrid, 1921-Palma de Mallorca, 2006), que este año hubiese celebrado su centenario, fue presidente de la Real Academia de Medicina de Baleares, facultativo de la Armada y un gran divulgador científico, autor, entre otros libros, de “Historia de la Medicina en Mallorca” (tres tomos), “Encanto y congoja de Mallorca”, “Camilo José Cela y la Medicina”, “Nuevos ensayos sobre Camilo José Cela y la Medicina”, “Celiá, maestros actuales de la pintura”, “Vivir en Mallorca”, y “Silva de las sanguijuelas”. Y como gran amigo de Camilo José Cela que fue, le asesoró a la hora de componer su “Enciclopedia del Erotismo”. Así, en  el cuarto tomo de su obra (página 1085 -1086) Rodríguez Tejerina hace referencia a Juan Sorapán de Rieros  (Logrosán, 1572- Trujillo, 1638), que en 1616 publicó su única obra conocida,”Medicina española contenida en proverbios vulgares de nuestra lengua”, que sirvió durante muchos años de orientación de conducta gastronómica. Su obra fue como una enciclopedia de la salud. Se sabe de él que fue médico del Santo Oficio de la Inquisición de Llerena, de Granada y de su Real Chancillería. Su obra, dividida en dos partes, fue editada en imprentas granadinas, las de Martín Fernández Zambrano y Juan Muñoz, respectivamente. Comenta 47 sentencias populares, que proceden en su mayoría de la recopilación de los refranes en romance realizada por el comendador y erasmista Hernán Núñez de Toledo y Guzmán, compendiados en su trabajo "Refranes o proverbios en romance" (Salamanca, 1555), y del acopio popular de Las Villuercas y otras comarcas de Extremadura, tierra en la que el autor afirma “poder vivir los hombres en ella más larga vida, más sanos, más robustos y que con menos peligro pueden ser viejos sin dar el pellejo”. En realidad, el título de su obra es más extenso: “Medicina española contenida en proverbios vulgares de nuestra lengua, muy provechosos para todo género de estudios, para filósofos y médicos, para teólogos y juristas; para el buen regimiento de la salud y más larga vida”. Entre los muchos refranes contenidos, Rodríguez Tejerina glosa uno de ellos: “Dieta, mangueta, y siete ñudos en la bragueta”, donde al hacer referencia a “los siete ñudos” expone siete puntos dignos de ser tenidos en cuenta: primero, evitar la mucha comida y demasiado vino; segundo, huir de malas conversaciones;  tercero, ocupar el tiempo en el trabajo y evitar la lujuria en tiempos de asueto;  cuarto, huir de espectáculos frívolos; quinto, no mirar pinturas lascivas; sexto, con conversar ni leer libros deshonestos; y séptimo “ñudo” hace referencia al estudio de los fármacos con virtudes sedativas contra la lujuria: “ las hojas de sauce; la ceniza del tarabe mezclada con orina de buey; esparcir sobre el suelo de la habitación el polvo en que se haya revolcado alguna mula; cocimiento de las lentejas con miel o la simiente de las lechugas con agua; las simientes, las hijas y las flores de agnocasto, no sólo en las comidas sino también esparcidas sobre la cama o debajo de la misma; y la yerbabuena, así como también algunas piedras preciosas como la esmeralda, el zafiro, el topacio…”. Para el que lo desconozca, mangueta equivalía a lavativa, que fue muy utilizada  en tiempos de Juan Sorapán de Rieros para "adecentar" (al menos, así lo entendían los galenos de entonces) el interior del cuerpo y "lubricar" el funcionamiento de la oficina de las tripas.