Desde hace tiempo, me gusta saborear el vermú de diferentes sitios por una simple razón: cada vermú es distinto en su forma de su elaboración, por con el vermú pasa como con la paella, admite todo si el resultado es bueno. Hace tiempo descubrí el vermú “Forzudo” que se fabrica en Ponferrada y lo añadía mi cesta de la compra por su excelente calidad, hecho con uvas ‘Doña Blanca’ y el añadido de ajenjo, canela, genciana, ruibarbo, vainilla, cilandro, naranja amarga, menta y cardamomo. Ahora descubro, aunque no lo he probado todavía, la existencia de un vermú nuevo de ‘Bodegas Díez Gómez’, de Toro (Zamora), a base de uvas ‘tinta de Toro’ ('tempranillo', para que me entiendan) y verdejo, con el toque de diez especies aromáticas que lo hace diferente, con raíces de ajenjo, clavo, semilla de cilantro, corteza de cacao, hinojo, enebro, , cassia, vid roja, regaliz, piel de naranja y azúcar del ingenio azucarero de esa localidad, desde 2008 en manos de la empresa británica ‘Associated British Foods’ y que, al cerrar la fábrica leonesa de La Bañeza, la ha hecho con mayor capacidad de molturación. Esa empresa inglesa controla hoy la mayor parte de la producción de azúcar en España. Curiosamente, otra azucarera que en su día fue propiedad de ‘La Compañía de Alcoholes’ (Grupo Ebro), situada en Terrer (Zaragoza) desde 1916, fue vendida tras su desmantelamiento a ‘Bodegas Valdepablo’, de Calatayud, cuyos orígenes se remontan a 1928, cuando Juan Manuel Pablo fundó una pequeña bodega familiar en la patria chica de La Dolores. Entre otros productos fabrica vinos con denominación de origen, sangría y un aceptable vermú en botellas de dos litros. No hay que olvidar que los vinos de Toro fueron embarcados en los viajes de Colón a América para consumo de la marinería durante los largos trayectos. Tampoco, que para algunos entendidos, el vino más antiguo que se conserva se encuentra en un hospital de Estrasburgo. Fue elaborado en 1472 con uva ‘Traminer’ y solo se ha probado tres veces en más de cinco siglos. Para otros, existen vinos mucho más antiguos: uno de ellos descubierto en una tumba romana de Carmona (Sevilla) en 2019 con 2.000 años de antigüedad, que se ha transformado en un líquido blanco hallado dentro de una vasija de bronce. Hasta ese reciente descubrimiento, la palma se la llevaba una botella de vino de Speyer (Alemania), de hace 1.600 años. Día llegará, se lo aseguro, que cuando menos lo esperemos aparecerá un envase conteniendo vino de Noé en un lugar inaccesible del monte turco Ararat, donde cuenta la Biblia que quedó varado el arca tras el diluvio universal. Un vino con el que aquel patriarca pilló una melopea también de proporciones bíblicas que quedó plasmada por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, donde se puede ver a Noé durmiendo la mona sobre una manta verde rodeado de sus tres hijos. Aquí lo dejo, con el permiso de Sem, Cam y Jafet, por no cansar al sufrido lector.
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