El médico José María Rodríguez Tejerina (Madrid, 1921-Palma de Mallorca,
2006), que este año hubiese celebrado su centenario, fue presidente de la Real
Academia de Medicina de Baleares, facultativo de la Armada y un gran divulgador
científico, autor, entre otros libros, de
“Historia de la Medicina en Mallorca” (tres tomos), “Encanto y congoja de Mallorca”, “Camilo José Cela y la Medicina”, “Nuevos ensayos sobre Camilo José
Cela y la Medicina”, “Celiá, maestros
actuales de la pintura”, “Vivir en
Mallorca”, y “Silva de las
sanguijuelas”. Y como gran amigo de Camilo
José Cela que fue, le asesoró a la hora de componer su “Enciclopedia del Erotismo”. Así, en el cuarto tomo de su obra (página 1085 -1086)
Rodríguez Tejerina hace referencia a Juan
Sorapán de Rieros (Logrosán, 1572-
Trujillo, 1638), que en 1616 publicó su única obra conocida,”Medicina española contenida en proverbios vulgares de nuestra lengua”,
que sirvió durante muchos años de orientación de conducta gastronómica. Su obra
fue como una enciclopedia de la salud. Se sabe de él que fue médico del Santo
Oficio de la Inquisición de Llerena, de Granada y de su Real Chancillería. Su
obra, dividida en dos partes, fue editada en imprentas granadinas, las de Martín Fernández Zambrano y Juan Muñoz, respectivamente. Comenta 47
sentencias populares, que proceden en su mayoría de la recopilación de los
refranes en romance realizada por el
comendador y erasmista Hernán Núñez de Toledo y Guzmán, compendiados en su trabajo "Refranes o proverbios en romance" (Salamanca, 1555), y del acopio popular de Las Villuercas y otras
comarcas de Extremadura, tierra en la que el autor afirma “poder vivir los hombres en ella más larga vida, más sanos, más
robustos y que con menos peligro pueden ser viejos sin dar el pellejo”. En
realidad, el título de su obra es más extenso: “Medicina española contenida en proverbios vulgares de nuestra lengua,
muy provechosos para todo género de estudios, para filósofos y médicos, para
teólogos y juristas; para el buen regimiento de la salud y más larga vida”.
Entre los muchos refranes contenidos, Rodríguez Tejerina glosa uno de ellos: “Dieta, mangueta, y siete ñudos en la
bragueta”, donde al hacer referencia a “los
siete ñudos” expone siete puntos dignos de ser tenidos en cuenta: primero,
evitar la mucha comida y demasiado vino; segundo, huir de malas
conversaciones; tercero, ocupar el
tiempo en el trabajo y evitar la lujuria en tiempos de asueto; cuarto, huir de espectáculos frívolos;
quinto, no mirar pinturas lascivas; sexto, con conversar ni leer libros deshonestos;
y séptimo “ñudo” hace referencia al
estudio de los fármacos con virtudes sedativas contra la lujuria: “ las hojas de sauce; la ceniza del tarabe
mezclada con orina de buey; esparcir sobre el suelo de la habitación el polvo
en que se haya revolcado alguna mula; cocimiento de las lentejas con miel o la
simiente de las lechugas con agua; las simientes, las hijas y las flores de
agnocasto, no sólo en las comidas sino también esparcidas sobre la cama o
debajo de la misma; y la yerbabuena, así como también algunas piedras preciosas
como la esmeralda, el zafiro, el topacio…”. Para el que lo desconozca, mangueta equivalía a lavativa, que fue muy utilizada en tiempos de Juan Sorapán de Rieros para "adecentar" (al menos, así lo entendían los galenos de entonces) el interior del cuerpo y "lubricar" el funcionamiento de la oficina de las tripas.
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