viernes, 27 de diciembre de 2013

Sobre ritos y trinques




Siempre que llegan estas fechas de fin de año, como si de un extraño rito se tratase, vuelvo a releer una vez más “La Nochebuena de 1836” de Mariano José de Larra. Hay párrafos que ya sé de memoria. Pero miren ustedes  por dónde, abriendo las páginas de “Vozpópuli” me topo con el apartado “Farsas y farsantes en la Historia de España (II), donde se hace mención al falso cuadro de Ricardo Baroja expuesto en una galería madrileña para su posible venta y que, en realidad, aunque salió de la casona de Vera de Bidasoa, había sido pintado por su sobrino Julio Caro. A pesar de las explicaciones dadas por don Julio, los encargados de aquella exposición hicieron caso omiso a las explicaciones del sobrino de Baroja sobre su verdadera autoría y decidieron, a pesar de ello, seguir en sus trece. Para llorar. Un poco más abajo, “Vozpópuli” hace referencia a una faceta de Baldomera Larra, hermana de Adela, ambas hijas de  de Mariano José. Adela fue más conocida en la Corte por ser la amante predilecta de Amadeo de Saboya. Pues bien, su otra hermana, Baldomera, hija póstuma de Fígaro, estuvo casada con un médico que decidió marcharse a Cuba, dejando a su mujer y a sus hijos en una precaria situación económica. Baldomera tuvo que “buscarse la vida” y no se le ocurrió nada mejor que llevar a la práctica una pirámide financiera con la que llegó a amasar 22 millones de reales sin siquiera conocer los esquemas de Carlo Ponzi, el famoso delincuente italiano especializado en estafas, nacido en Lugo, Italia, el 3 de marzo de 1882, y que a su vez se había inspirado en William F. Miller, un contador de Brooklyn que en 1899 utilizó el mismo sistema piramidal para estafar más de un millón de dólares. Ahora, siglo y pico más tarde, con una crisis económica que se prolonga en el tiempo pese a la palabrería del inepto Mariano Rajoy (que se adjudica triunfos económicos que en nada se deben  a él ni a su deplorable Gobierno sino al hecho de haber bajado Europa la prima de riesgo, lo que supone un ahorro al Estado de 8.300 millones de euros) y donde hasta tenemos a una infanta de España como “imputada intermitente”, bueno es recordar tiempos pasados. Para más información, recomiendo la lectura de la IV parte del “Anecdotario Histórico Contemporáneo” (Editora Nacional, Madrid, 1949, pp. 49 a 52) de don Natalio Rivas, con dedicatoria al doctor Gregorio Marañón. Todo un lujo de volumen difícil de encontrar hoy en las librerías.

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