miércoles, 10 de noviembre de 2010

Niño Becerra

Está claro que lo que tiene que hacer Mariano Rajoy es fichar urgentemente a Santiago Niño Becerra, catedrático de Estructura Económica en la Universidad Ramón Llull, para que lo ponga en el interior de la concha del apuntador cada miércoles, cuando formule las preguntas al Gobierno. Niño Becerra da la imagen de uno de aquellos predicadores del Lejano Oeste que se subía al pescante de un carromato para anunciar a los presentes el próximo fin del mundo. Niño Becerra, escrito así, más se me antoja al nombre de un novillero anunciado en un cartel de provincias dispuesto a abrir la puerta grande de una plaza portátil sin enfermería, que a un pedagogo serio. O, porqué no, a un guitarrista de la escuela de Niño Ricardo, es decir, de Manuel Serrapí Sánchez, acompañando a Manuel Mairena. Lo que pasa es que Niño Becerra tiene cara de enterrador y Niño Ricardo tuvo un gran sentido del humor hasta en los momentos más amargos de su existencia. Se cuenta que cuando le operaron de la garganta los amigos le preguntaban, con más o menos guasa, si era verdad que había “perdido la voz”, a lo que contestaba rápida e incisivamente: "¡Sí, pero me quea la suficiente pa'cagarme en tós tus muertos!". Niño Becerra, apodado como Doctor Catástrofe, no dio ni una en sus predicciones para este año que termina. Ahora ha asegurado en una conferencia en Logroño que “el paro puede llegar en España al 30% de la población activa a finales de 2011 y principios de 2012 y que el producto interior bruto tendrá una caída de entre el 7% y el 8%”.En fin, si me dieran a optar entre Niño Ricardo y Niño Becerra, me quedaría con el primero de ellos. Vale más una vieja grabación en pizarra suya que una conferencia con tintes de “halloween” de ese malaje. Las uñas del Niño Ricardo crecían hacia arriba, por lo que quizás era el responsable en parte del sonido tan peculiar de su toque. Las neuronas del cerebro de Niño Becerra supongo que chisporretearán en el interior de su colodrillo como las bujías de la niña del exorcista.

martes, 9 de noviembre de 2010

Las "verdaderas" causas de la crisis

Nuestra crisis económica tiene arreglo. Así lo ha asegurado Rouco Varela, cardenal arzobispo de Madrid, “siempre que hagamos caso a un nuevo camino de conversión a Dios”. El cardenal estima que las causas más profundas de la situación actual "son de naturaleza moral, espiritual y religiosa". ¡Chupa del frasco! En este sentido, me gustaría recordar al cardenal Rouco que el Estado abonará a la Iglesia Católica en 2011 la cantidad de 160 millones de euros, como avance de la asignación tributaria, a razón de 13’26 millones mensuales. Ya está bien de que el Papa llegue a España para hacer comparaciones entre el laicismo «agresivo» de la España actual con el anticlericalismo de la Segunda República. España es un Estado aconfesional y no podrá nunca ser un Estado laico mientras continúen en vigor los Acuerdos Iglesia-Estado de 1979 firmados por Marcelino Oreja. Pese a todo ello, en España ni se queman conventos ni se asesina a sacerdotes ni se coarta la libertad individual para que cada ciudadano asista a aquellos actos religiosos que crea oportuno si así lo desea. No se puede morder la mano del amo que da de comer. No cabe duda que España sería algo más rica, o se sufrirían con menor rigor otras carencias, como son la sanidad, la educación, o las ayudas a las nuevas tecnologías, sólo por poner algunos ejemplos, si esos 160 millones de euros se destinaran cada año a esas partidas. Soy consciente de la labor magnífica de ayuda al necesitado que ejerce la organización católica de Cáritas. Pero reconozco que también existen otras organizaciones no gubernamentales que no le van a la zaga. Y todas ellas merecen respeto y consideración. Rouco haría bien en intentar salvarse él de sus particulares fantasmas y dejar al resto de los ciudadanos españoles que caminen a su libre albedrío. Lo moral, lo espiritual y lo religioso queda muy bien para ser señalado como norma de conducta a los fieles desde el púlpito, o mediante homilías. Pero, a mi entender, el cardenal Rouco Varela conocería las verdaderas consecuencias de la crisis económica si se molestase en hablar con quienes la sufren en sus carnes. El dolor, que yo sepa, nada tiene que ver con los báculos ni con los capelos ni con los sansirolés que hisopan lluvia dorada desde una nube de algodón.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Azaña en la memoria

El pasado día 3 de noviembre se cumplieron 70 años de la muerte de Manuel Azaña; en mi opinión, el hombre más íntegro que tuvo España a caballo de dos siglos. El diario El País le dedicaba un reportaje ayer lunes, “Asalto al presidente Azaña”. La persecución que se hizo tras su muerte a este buen español por parte de Franco no tiene parangón. En ese reportaje se cuenta textualmente: “Pocas semanas después del desasosegante entierro en Mountauban (Francia) del que había sido presidente de la Segunda República -envuelto en una bandera mexicana porque se prohibió la tricolor-, alguien entró en su casa de Pyla-sur-Mer. Ni era caco profesional ni era un cualquiera: se trataba de Enrique Beltrán Manrique, cónsul español en Burdeos. Él mismo desveló su bochornosa misión en un escrito "muy reservado" enviado al ministro Mario de Pinies. "He estado dos mañanas completas con la policía y he mirado todo lo que la casa contiene", escribe Beltrán el 25 de noviembre de 1940. "Obras de arte no hay ninguna; aquello es una verdadera birria, y como él se fue de Pyla cuando todavía estaba esto en poder de las autoridades del Frente Popular no sé lo que haya podido llevarse consigo". ¿Qué esperaban encontrar aquellos miserables? Ciertamente piensa el ladrón que todos son de su condición. Franco rumiaba que Azaña era la encarnación del mal. Y los vencedores de aquel vergonzoso golpe de Estado y lo que llegó más tarde, bendecidos por la misma cúpula de Iglesia Católica que sólo hace un par de días equiparaba, tanto en Santiago de Compostela como en Barcelona, la situación actual de España con la España de la II República, hasta le quitaron el nombre que tuvo siempre a un pueblo de Toledo llamado Azaña para rebautizarlo como Numancia de la Sagra, como si se tratara de uno de esos pueblos de colonización que tanto gustaba al dictador inaugurar. La caverna de este país, ellos sabrán por qué, desea que se pase página a la Ley de la Memoria Histórica. Eso resulta difícil para quienes, a diferencia de los que así piensan, no conservan memoria selectiva. Se acaba de morir Emilio Massera. ¿Pueden olvidar a ese monstruo las madres argentinas que vieron desaparecer a sus hijos durante la dictadura de Videla? Pues no, ni ahora ni nunca. Algo parecido nos ocurre en España a quienes sufrimos la muerte de nuestros parientes a manos de unos malnacidos salvadores patrios. Ni perdonamos ni olvidamos.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Anuncios de empleo

En el repaso de la prensa diaria me llama la atención un anunció grande en las “ofertas de empleo”, de esos que cuestan un pastón, donde el Parque Comercial Puerto Venecia, en Zaragoza, “busca un genuino Papá Noel para que desempeñe las tareas de gestión de cartas y entrega de los regalos de navidad entre los niños de Zaragoza”. Entre los requisitos, se exige que sea varón, de una edad media de 50 años, estatura alta, complexión fuerte, voz grave, bonachón y cabello y barba blancos. Además de todo ello, sigue diciendo el anuncio, “se valorará carné para la conducción de carruajes tirados por renos”. Bueno, esto último suena como a cachondeo. En Zaragoza hace mucho frío pero no suele nevar. Los renos y trineos sólo se conciben en cartón-piedra y como reclamo a la entrada de los grandes almacenes, entre esa estúpida musiquilla de “pero mira como beben los peces en el río…” y la bulla de unas madres a las que sólo les queda en el bolso la calderilla de la paga extraordinaria. Es fácil poder encontrar hoy el personaje adecuado para trabajar, aunque sólo sea por unos días, de Papá Noel. Si les digo la verdad, sobra hasta el anuncio. Para encontrar a la persona idónea sólo hace falta acercarse por un barrio a cualquier hora de la mañana. Allí se puede uno topar de inmediato con toda la gama de españoles figurantes de “Los lunes al sol”. Esa gente que ha descubierto que de nada sirve ir a la oficina del INEM, salvo para sellar la cartilla del paro. Ciudadanos de escasas esperanzas en eso que los políticos llaman “planes de futuro”, conscientes de que a su edad, 50 años, sólo “sirven” para hacer de rey mago, de papá Noel, o de cabezudo en las fiestas del Pilar. Y todo ello, suponiendo que se cuente con la recomendación de alguna persona influyente en el ámbito local. Algunos de nosotros, por desgracia, necesitamos que nos insuflen en vena el jodido neón, los estúpidos villancicos, el consumo desenfrenado, el engorde de varios kilos a base de comer turrón, o esas reuniones en familia en las que siempre se termina riñendo por culpa de un cuñado borde, para que nos demos cuenta de que, pese a la tremenda crisis, todavía aparece en la prensa algún anuncio de empleo para gente de 50 años, siempre que se dé el perfil y aunque sólo sea para veinte días.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Las otras familias numerosas

No está mal, ahora resulta que, según una enmienda introducida ayer en el proyecto de los Presupuestos Generales del Estado para el 2011, las familias monoparentales con dos hijos a su cargo serán consideradas familias numerosas a partir del 1 de febrero de 2011. Hombre, podían haberlo aprobado con más retroacción, o sea, antes de tener que subir la terrible cuesta de enero, ese repecho empinado que no lo treparía ni Bahamontes y que deja a la familia más flaca que la hoja de culantrillo. De cualquiera de las maneras encuentro bien la medida. Lo de las familias numerosas ya no se parecen en nada a lo que fueron, con la cartilla de racionamiento echando humo, ese abrigo del niño al que había que darle la vuelta a la tela para que aguantase otro invierno, la madre estirando el puchero de los garbanzos, ya se sabe que donde comen dos comen tres y que donde comen seis, comen nueve; y si queda algo para la cena, mejor. Y aquella foto con toda la camada dentro de un libro de familia para enseñárselo al revisor del tren cuando pidiese los billetes. “Oiga, ¿cuantos años tiene ese niño que salta en el asiento?”, preguntaba el revisor dando por hecho que de ninguna de las maneras se iba a creer en la respuesta del cabeza de familia: “Tres y medio, hará cuatro para el Corpus”. Y siempre la misma contestación del revisor: “Pues está muy crecidito para esa edad”. “Si señor, está lustroso --contestaba el padre--, es el ‘fercobre fólico’, que obra milagros en las criaturas. Les quita el arguillo”. Con el libro de familia numerosa se suprimía el 20 por ciento en el precio del billete a cada uno de los familiares que ya hubieran desarrollado el uso de razón y que el “Astete” aclaraba que era a partir de los siete años. Los más pequeños viajaban de extranjis, como debe ser. Pero los viajeros de aquellos trenes con vagones de madera que se sentaban en mi compartimento, no sé por qué razón, siempre viajaban de extranjis. Cuando llegaba el señor de la visera, le enseñaban un kilométrico color marrón lleno de numeritos extraíbles y se ahorraban los impertinentes interrogatorios. Era como un catón para el gremio de ferroviarios que enseñaba a ver la vida a través de una ventanilla sobre la que ponía “es peligroso asomarse al exterior”, o sea, al otro lado de los Pirineos, donde sólo anidaban rojos y masones. En mi fuero interno siempre pensé que sólo pagábamos billete nosotros, los componentes de nuestra familia, y que el resto del convoy estaba siempre ocupado por ferroviarios que viajaban de “regaliz” y que iban de un lado para el otro por cambiar de aires, para poder trapichear con estraperlo, o para las dos cosas a la vez.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Jugar sin hacer trampas

Para mí que el periodo de pruebas del tranvía zaragozano que unirá Valdespartera con la Plaza de Aragón, con periodistas y fotos en los medios, no sé sí también canapés, no fue otra cosa que una forma de hacerse autopropaganda “por todo el morro” la nueva consejera de la Presidencia del Gobierno de Aragón como aspirante al puesto que dejará Marcelino Iglesias. Aún conociendo que la DGA ha aportado el 10% de esa insensata obra civil, el hecho de que aparezca en primer plano de toda la prensa aragonesa la foto de una sonriente Eva Almunia junto al alcalde Belloch entiendo que es lo más parecido a una descarada y solapada anticipación a la campaña electoral. ¿Quién paga tan repugnante estratagema? Que yo sepa, los zaragozanos. Eva Almunia, hasta hace pocos días secretaria de Estado de Educación y número dos del ministerio que dirige Ángel Gabilondo, falseó presuntamente durante años su currículum académico, haciendo constar que es diplomada en Magisterio cuando, en realidad, jamás acabó esos estudios, según consta en la denuncia presentada en un juzgado de instrucción por supuesta falsedad documental. Eso también lo hizo Roldán, ¿se acuerdan? Pero, además, sobre la nueva consejera de Presidencia, miembro de la Ejecutiva Federal del PSOE, tanto en la web del Ministerio de Educación como en la del PSOE se ha eliminado cualquier referencia a su formación académica. Todo muy raro. Pero, al margen de sus formación intelectual, que no hace al caso, lo que no debe hacer nunca una aspirante a la Presidencia del Gobierno de Aragón es campaña electoral antes de tiempo aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, o que se pone en pruebas un futuro tranvía municipal. No era, a mi entender, la persona adecuada para representar a la DGA disponiendo, como se dispone, de un consejero de Obras Públicas, Urbanismo y Transportes. Luisa Fernanda Rudí, la aspirante a la Presidencia e Aragón por el PP, hace mutis por el foro y se ha atrincherado en el fondo de la caverna a la espera de acontecimientos. Igualito que su “maestro” Rajoy. Son como lagartos quietos en el carasol. O como el caimán dentro del agua, enseñando sólo sus ojos saltones. O como Manolete junto a su mozo de espadas cuando, de regreso de América, paseaban silenciosos y taciturnos por la dehesa de Córdoba. Al cabo de varias horas de caminata sin dirigirse la palabra, el mozo le dijo al maestro por ver de romper el hielo: “Que bien se está en silencio, Manolo”, a lo que el torero le respondió: “Mejor se está sin decir ná”. Rudí sabe que las cartas todavía no están sobre el tapete y lo de ahora sólo le parecen fuegos de artificio. Ya lo decía Cela: “el que aguanta, gana”. Conque a esperar unos meses.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Huesos

Hoy, día en el que la Iglesia Católica celebra la festividad de Todos los Santos, los españoles de toda condición visitan los cementerios, depositan flores en las sepulturas de los parientes fallecidos y no sé si en los teatros se seguirá representando el Tenorio, como era tradición. Los pasteleros, que piensan más en hacer caja que en la trascendencia del “ser o no ser” hamletiano de aquellos que duermen en el hoyo, aprovechan para ofrecer a quienes todavía están en el bollo los llamados “huesos de santo”, que no son otra cosa que unos canutillos de mazapán rellenos de crema y espolvoreados con azúcar glaseada. Existe otra variedad de canutillos, llamados “huesos de san Expedito”, que viene a ser la misma pieza pero con otro compás y con más sonido de percusión. En un pueblo de Zaragoza, en Ateca, existió hace ya bastantes años un personaje curioso y muy delgado, a quien todos conocían como Huesitos, no sé si por ser magro de carnes o porque había trabajado en la factoría de los famosos Chocolates Hueso, y que a todos manifestaba sus ferviente deseos de ir a la Luna dentro de un cohete, cuando el viaje a la Luna era sólo un proyecto aunque avanzado de las dos grandes potencias mundiales en plena Guerra Fría. A los españoles siempre les ha encandilado mover los huesos de sus difuntos de un lado para otro. Unas veces para hacer sitio a los que van llegando al nicho; y otras, para sacarlos de las cunetas y llevarlos a lugares más dignos, como debe ser, aunque les moleste a sus verdugos.