martes, 9 de noviembre de 2010
Las "verdaderas" causas de la crisis
Nuestra crisis económica tiene arreglo. Así lo ha asegurado Rouco Varela, cardenal arzobispo de Madrid, “siempre que hagamos caso a un nuevo camino de conversión a Dios”. El cardenal estima que las causas más profundas de la situación actual "son de naturaleza moral, espiritual y religiosa". ¡Chupa del frasco! En este sentido, me gustaría recordar al cardenal Rouco que el Estado abonará a la Iglesia Católica en 2011 la cantidad de 160 millones de euros, como avance de la asignación tributaria, a razón de 13’26 millones mensuales. Ya está bien de que el Papa llegue a España para hacer comparaciones entre el laicismo «agresivo» de la España actual con el anticlericalismo de la Segunda República. España es un Estado aconfesional y no podrá nunca ser un Estado laico mientras continúen en vigor los Acuerdos Iglesia-Estado de 1979 firmados por Marcelino Oreja. Pese a todo ello, en España ni se queman conventos ni se asesina a sacerdotes ni se coarta la libertad individual para que cada ciudadano asista a aquellos actos religiosos que crea oportuno si así lo desea. No se puede morder la mano del amo que da de comer. No cabe duda que España sería algo más rica, o se sufrirían con menor rigor otras carencias, como son la sanidad, la educación, o las ayudas a las nuevas tecnologías, sólo por poner algunos ejemplos, si esos 160 millones de euros se destinaran cada año a esas partidas. Soy consciente de la labor magnífica de ayuda al necesitado que ejerce la organización católica de Cáritas. Pero reconozco que también existen otras organizaciones no gubernamentales que no le van a la zaga. Y todas ellas merecen respeto y consideración. Rouco haría bien en intentar salvarse él de sus particulares fantasmas y dejar al resto de los ciudadanos españoles que caminen a su libre albedrío. Lo moral, lo espiritual y lo religioso queda muy bien para ser señalado como norma de conducta a los fieles desde el púlpito, o mediante homilías. Pero, a mi entender, el cardenal Rouco Varela conocería las verdaderas consecuencias de la crisis económica si se molestase en hablar con quienes la sufren en sus carnes. El dolor, que yo sepa, nada tiene que ver con los báculos ni con los capelos ni con los sansirolés que hisopan lluvia dorada desde una nube de algodón.
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