A Jacinto Usán, por ejemplo, podría incluirle García Nieto en su lote de "hagiografías", como las que publica, siempre con movimiento pendular de incensario desde Aragón Digital el periódico que dirige Roberto García, ese hábil periodista vasco que posee la virtud de "mojarse" menos que la mujer de un musulmán en la Ría de Arosa. Jacinto Usán, por si alguien no lo sabe, es una firma zaragozana de mobiliario y la encargada de proveer al Ayuntamiento de 36 sillas, modelo Derby, con un coste de 2.683 euros la unidad, destinadas a la planta noble del Seminario.
Y, ya puesto a dar ideas, también merecería otra hagiografía el concejal Sebastián Contín, que iba como de meritorio, o como becario disciplinado, a una mesa de contratación presidída por Lola Ranera, la concejala que está siempre de cuerpo presente (como esa enorme custodia que preside el altar mayor de la catedral de Lugo) en "La crónica de Zaragoza" para los barrios de Actur-Rey Fernando y Arrabal. El pobre Rafael Contín, del Partido Popular, que, aunque sabe la letra, desconoce el compás de una música ratonera hecha con clamor y murga, está recibiendo más guantazos que los muñecos del pim pam pum. Será, supongo, por tratarse del recién llegado. Sólo lleva un año, carece de doblez política y se espanta como un potrillo cuando escucha el precio en las contrataciones municipales. No se puede ser tan pardillo. El coste de cada silla, escuchado el pasado día 6, fue para éste munícipe como haber oído una voz de ultratumba gritando: "¡que viene el sacamantecas!". Escandalizado, lo criticó en público. Yo hubiese hecho lo mismo, lo reconozco, dada mi propensión a medir el gasto corriente con calibre de tornero. Parecía algo normal, tratándose de un edil de la Oposición. Pues no fue así. Recibió ataques a discreción incluso desde las bases de su propio partido. Buesa, que se cree el amo del pueblo y le tiene enfilado por no sé qué, le llegó a llamar "descontrolado". Belloch, ante la bulla del Heraldo, echaba marcha atrás. Gimeno pedía perdón por televisión. Y los concejales Catalán y Pérez Anadón se quedaban con el culo al aire, como Cagancho en Almagro.
Hasta aquí, el lío de las sillas. Faltaba por llegar aún el escándalo de la mesa. Eso fue al día siguiente, también en el Heraldo. Lagarto, lagarto. Una mesa ovalada de madera de cerezo llena de micrófonos. Tan rara que, si aperciese una mañana en un campo de maiz, sería visitada por los compañeros de Iker Jiménez, dando por hecho de que se trataría de un ovni. Así comienzan las leyendas. La cabra tira al monte o, como decía el pedante, el rumiante cérvido propende al accidente geográfico. El resto, casi siempre lo añade de su cosecha la imaginación de la gente: el misterio de Elche, los evangelios, la mujer de la curva... La imaginación es volandera y, como aclara la sentencia popular, a mal paso, darle prisa. Menos mal que el responsable de otra empresa suministradora ya ha aclarado que el resto del mobiliario del Seminario, el destinado al funcionariado, es "más convencional". Oiga, siendo así, le juro que ya me quita un peso de encima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario