sábado, 31 de enero de 2009

El último búnker

Víctor Ruiz, alcalde de Calatayud, debería haber tomado la postura de José Luis Cerralbo. Pertenecer al PSOE requiere coherencia. Pasaré por alto que el Alcalde bilbilitano tuviese una postura poco ética y menos estética, a mi entender, las pasadas fiestas navideñas, regalando unas botellas de vino a los ediles, sin denominación de origen "Calatayud". ¿Qué menos? Que yo sepa, y lo he leído en "La Comarca de Calatayud" por internet, las botellas "Vinae Mureri", de Murero, pertenecían a una empresa en la que el Alcalde Ruiz ejerce como abogado. También pasaré por alto que durante su mandato, José Luis Cerralbo sea el tercer edil que abandona voluntariamente su sillón. Antes lo fueron Basanta, de CHA y Sáez, del PSOE. El primero, por discrepancias con su partido; el segundo por motivos personales.Bueno, cada uno es libre...

Pero, lo sucedido ahora, demuestra cómo anda el aceite del candil de los ediles del PP y del PAR, con su abstención en la moción presentada contra la concesión de la medalla a Franco en 1951. La historia ahí está. Franco fue jefe del Estado durante casi cuarenta años. No tiene nada de extraño, a mi entender que, en su día, los componentes de un Ayuntamiento constituido de forma nada democrática concedieran una medalla al dictador responsable directo de una guerra civil. Siempre sucedió así, aquí y en Las Batuecas, con los estómagos agradecidos que rumiaron durante cuatro décadas en el pesebre fascista. Y la medalla en cuestión, como no podía ser de otra manera, fue concedida "por los méritos y virtudes que hizo el Caudillo para salvar a la Patria". Hasta donde yo alcanzo, en Calatayud fueron fusilados varios concejales democráticos y muchos ciudadanos de a pie, entre los que se encontraban "El Estirao", al que se le pasó por las armas en la Plaza del Fuerte a la vista de todo el mundo, o el médico Eladio López Táppero, no sé si en el barranco de La Bartolina, que da igual, concretamente el día 11 de agosto de 1936, dejando viuda a María Aurora Conte Camps y huérfanos a tres hijos pequeños. Con el retorno de la Democracia a la muerte de Franco también hubo un pájaro de cuidado, chófer de profesión, cuyo nombre omitiré por razones obvias, que no sabía en qué agujero meterse por su mala conciencia. ¡Lástima que no viva mi amigo Pedro Montón Puerto! Sabía más por lo que callaba que por lo que contaba, que era mucho, porque había sido Cronista Oficial de Calatayud.

Queda claro que, una de dos, o que el equipo municipal actual ha tenido un miedo cerval a no sé qué fantasmas del pasado, o que pertenece al último reducto del búnker. El miedo es libre. Pero, suponiendo que sean el último reducto del búnker, ¿qué pinta un alcalde socialista en el Ayuntamiento de Calatayud? La respuesta, que desconozco, debería dármela Víctor Ruiz. Le quedaría agradecido. Al menos, José Verón Gormaz, también amigo mío y actual Cronista Oficial, sabría a qué atenerse. En esta vida es importante conocer con quién se juega uno los cuartos.

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