Acaba de morirse en México Donald Westlake, autor de guiones de misterio. Muchos recordarán, sin duda, que estuvo nominado en 1990 a un Oscar de la Academia de Hollywood por el guión de la película "Los timadores", dirigida por Stephen Frears.
Lo que aquí describo no vendría a cuento, si no lo relacionase de inmediato con la estafa piramidal del "respetable" señor Madoff. Eso de las estafas piramidales siempre habían sido, al menos en España, cosa de mediocres ambiciosos con vocación de piojos resucitados. Se practicaba en reuniones, en las que a un sansirolé le obligaban a acudir con su mujer, muy bien vestido, a un hotel de campanillas en día y hora convenidos de antemano. Allí, en una sala alquilada, unos sinvergüenzas de tomo y lomo con mucha palabrería y acento portorriqueño, les proponían vender jabones, perfumes y otro tipo de adminículos de uso común por los mortales, aplicando el método conocido como "puerta a puerta", y que, con anterioridad, les había comprado a ellos en grandes lotes y con el consiguiente desembolso. Por aquello del hábil manejo de la aritmética, los charlatanes convencían a los "pardillos" presenciales de que el negocio, o cuento de "La lechera", era redondo. De hecho, aunque parezca increible, la gente todavía "pica" en cuentiones tan simples como el timo de la estampita, o el timo del décimo de lotería premiado.
En España, una de dos: o somos débiles de memoria, o el dinero negro nos asoma por las orejas. Ya no recordamos, según se desprende, el caso Sofico, la estafa del aceite de Redondela, en la que estuvo implicado hasta un primo de Franco; o la reciente estafa filatélica. Lo de Madoff ha sido parecido, aunque a lo grande y persistente en el tiempo. Cayeron en la trampa entidades financieras importantes de España. ¡Hasta el Banco Santander! Para conseguir dar importantes intereses a los poseedores de sus fondos de inversión, o sea, para llegar al "habes, haberis", era condición "sine qua non" que entraran nuevos socios ambiciosos. Lo malo, de venir, llegaría cuando los fondistas reclamaran con urgencia el rescate del dinero invertido. Y así sucedió.
Hace un par de días, José Antonio Sentís, en su artículo "La estafa piramidal de Zapatero", venía a decir lo siguiente: "Su invento piramidal (el de Zapatero), tan piramidal como el del respetable financiero americano, es que se compromete a dar suculentos beneficios a todos los interlocutores a cuenta de lo que otros paguen en el futuro". En otro punto, Sentís, recalca: "Solbes asegura que todas las Autonomías ganarán en recursos. Las unas por población; las otras, por extensión; las de más allá por su dinamismo; las de más acá por su atraso; éstos por lengua propia, aquellos por periferia...". Y termina señalando lo que él entiende como solución: "Se pide prestado. A gente que ni siquiera sabe que lo está prestando. Incluso a gente que dificilmente lo puede saber, porque aún no ha nacido".
Personalmente, siento escalofríos.
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