martes, 4 de noviembre de 2025

Curarse en salud

 

Barrillos de las Arrimadas es una minúscula pedanía de León perteneciente al municipio de La Encina, que cuenta con 12 habitantes de los cuales solo viven 8, los otros cuatro acuden los fines de semana. Tiene apeadero del Ferrocarril de la Robla desde 1967 (en la actualidad bajo el dominio de FEVE) y está en el Viejo Camino de Santiago que transitaba por Álava y Asturias. El autor del “Diccionario Geográfico-Estadístico de España y Portugal dedicado al Rey Nuestro Señor”, Sebastián de Miñano (1779-1845), dejó señalado que “Al menos hasta mediados del siglo XIX Barrillos fue la capital de las Arrimadas y por eso en él radicaba la Justicia y el Ayuntamiento Conservando una cierta configuración feudal parece ser que el concejo contaba con leyes exclusivas y costumbres de obligado cumplimiento que permitían tener su propio tribunal (rollo), su cárcel y derecho de ajusticiamiento (picota). El Señorío de las Arrimadas constituía un Partido con juez ordinario de primera instancia y otro para el grado de apelación. Posiblemente a raíz de la desamortización de Mendizábal este tribunal pasó al poder civil por lo que los juicios estaban presididos por un Síndico de Valladolid”. Dada su pequeña vecindad, Barrillos de las Arrimadas está gobernada por una Junta Vecinal que sirve de enlace con el Ayuntamiento de La Encina. Pues bien, Barrillos de las Arrimadas acaba de aparecer en “los papeles” (Diario de León) por algo que, para ellos, resulta insólito. El párroco, Ángel de la Varga, acaba de denunciar unas participaciones de Lotería de Navidad (de 5 euros) por venderla unos desconocidos con el añadido de la pegatina de la imagen del Santuario de Nuestra Señora de los Remedios sin la autorización expresa de la parroquia. Y lo ha hecho en la Delegación de la Agencia Tributaria de León y en el cuartel de la Guardia Civil,  “a fin de dejar –según consta en la denuncia- a salvo cualquier tipo de responsabilidad que pueda alcanzarle”. Ángel de la Varga ha contado a Diario de León que “cree que no ha habido mala intención, sino sólo ‘atolondramiento’ por parte de quienes han puesto la pegatina en las participaciones, en las que no aparece ningún dato salvo el nombre del pueblo y de la parroquia para poder hacer las pertinentes reclamaciones de dinero si resultan premiados”.  No cabe duda de que el responsable de las participaciones vendidas siempre será el depositario, suficientemente identificado, de los décimos de tirada nacional avalados por el Estado que supuestamente obran en su poder y que debe custodiar hasta tres meses después del sorteo. Si no apareciesen los datos del depositario, entonces sí podría considerarse como un claro intento de estafa.Vamos, que el cura ecónomo se han puesto el esparadrapo antes de que aparezca la herida. Quizás haya acertado con su denuncia.Y, ya de paso, ha conseguido que con su suspicacia se hable de un rincón casi olvidado de la España vaciada.

 

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