En la ‘lección 39’ de los viejos catecismos de la Doctrina Cristiana se especificaba (con respecto al ayuno y la abstinencia) que “la tropa viva en España, de sargento inclusive para abajo, está libre de toda abstinencia y ayuno. A los demás, fuera de campaña o de actual expedición, obliga el ayuno el miércoles de Ceniza, los viernes y sábados de Cuaresma y toda la Semana Santa, pero la abstinencia de carnes sólo el día de Ceniza, los viernes de Cuaresma y los cuatro últimos días de la Semana Santa; y en los días en que pueden comer carne, les es permitido, aun ayunando, promiscuar pescado. En la tropa se incluyen los guardias civiles y carabineros, los médicos, cirujanos y capellanes castrenses. La familia, esto es, la mujer legítima y los hijos no emancipados, los criados y comensales, goza, en punto a la calidad de manjares, del dicho privilegio, mientras comen de la mesa del militar y éste no se ausenta por más de tres días, pero no gozan de privilegio en cuanto a los ayunos”. Debo aclarar que todo ello quedaba recogido en la ‘Práctica parroquial’, (Ramón O'Callaghan, Tortosa, 1895), donde constaba la pastoral del cardenal Payá, arzobispo de Toledo (2 de diciembre, 1886), en la que, entre otros pormenores, se señalaban todas las indulgencias que por aquellos años del siglo XIX se concedían a los militares en España. En esa misma “lección 39” se hacía referencia a las “bulas de la Santa Cruzada”, donde quedaban exentos de pago los pobres de solemnidad, a los que definía Pío VII (1742-1823) como “aquellos cuyas facultades no son suficientes para mantenerlos ni aun con estrechez todo el año, y se ven precisados a ganar el pan con el trabajo de sus manos y con el sudor de su rostro”. Vamos, lo que equivaldría hoy a esa gran cantidad de ciudadanos que, por más que trabajen y se esfuercen; no consiguen el dinero suficiente para pagar un alquiler y hacen milagros con la cesta de la compra; que, como mucho, solo pueden hacer una comida de fuste al día; y que, para más inri, en demasiadas ocasiones mandan a sus hijos al colegio sin haber podido desayunar. Hoy, día en el que la Iglesia católica celebra la festividad de los Fieles Difuntos, bueno será recordar que en España cuesta mucho malvivir y demasiado hincar el pico. Hasta los féretros de cartón están gravados con el 21 por ciento de IVA, a mayor gloria de las arcas del Estado. Conque lecciones, las justas.
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