martes, 11 de octubre de 2011

El dilema hamletiano de Rajoy


Todo el programa político del Partido Popular se reduce a lo siguiente: “No sé, depende, ya veremos con lo que nos encontramos”. Se puede estar harto de las formas de gobernar de Rodríguez Zapatero, se puede entender que se equivocó profundamente negando la crisis, se puede entender que el PSOE gobierna mientras dura el dinero de los españoles en el bolsillo, etcétera. Lo que no se puede entender de ninguna de las maneras es la falta de concreción de quién espera ser el próximo presidente del Gobierno de España. Releyendo a Ortega, me doy cuenta de que Rajoy tiene el mismo comportamiento que la ameba. Contaba el filósofo que “la ameba carece casi por completo de estructura; no tiene órganos especializados en funciones determinadas. Cuando quiere desplazarse hace avanzar su protoplasma en la dirección deseada, formando una especie de tentáculo o prolongación. Por contracción elástica este casi pie o pseudópodo arrastra el resto del cuerpo amíbico. Llegar al lugar apetecido y desaparecer el pseudópodo son una misma cosa”. Rajoy se mueve por la inercia de las cosas. Su único mérito consiste en permanecer quieto, como un maniquí de escaparate; y su éxito, según las encuestas, es inversamente proporcional al grado de descrédito del contrario. El protoplasma de Rajoy, una vez que llegue a La Moncloa, hará desaparecer de inmediato ese pseudópodo que le sirve para avanzar sin que parezca que adelanta. Y se encontrará rodeado de moquetas, multitud de asesores fundamentalistas con el “Corán” de FAES entre las manos y con el dilema hamletiano aplicado como argucia para postergar cualquier acción de gobierno. Ante esa catalepsia presidencial, el devenir histórico puede llevar a los españoles por los derroteros más insospechados. Será necesario tocar madera.

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