domingo, 2 de octubre de 2011

Un editorial lamentable


“La Gaceta” que dirige Carlos Dávila, ese órgano “oficial” al servicio de la ultraderecha más rancia de este país y que hace bueno al desaparecido “El Alcázar”, publica hoy una especie de “homilía” para incautos llena de sinsentidos. Dávila, bajo el título “¡Dios se apiade de Rajoy!” cuenta que “Zapatero es un bulto sospechoso” y se apiada de la desgracia que puede traerle a Rajoy, si gana, que ganará, el hecho de encontrarse con una herencia ruinosa. De momento, Dávila parece ese árbitro de boxeo que mira a la lona y cuenta hasta diez al púgil caído mientras sujeta el puño del adversario dispuesto a levantarlo y declararlo ganador por k.o. Pero, para Dávila, el ganador, es decir, Rajoy, va a ser más desgraciado que el Pupas, del que se cuenta que se cayó de espaldas y se partió la picha. Dávila, en un editorial lamentable de hoy, no deja ni una institución del Estado a salvo: el Consejo del Poder Judicial, donde -según señala- “es hoy un órgano inútil en el que se sientan personajes tan atrabiliarios como el propio abogado del juez Garzón, el letrado Gómez Benítez, que fue uno de los negociadores de Zapatero con ETA”; la Audiencia Nacional, donde aprovecha Dávila para meterse con Gómez Bermúdez, que “ha viajado desde la derecha (a la que ha traicionado) a la izquierda colaboracionista, (…) sentenció el 11-M a la manera y gozo que le pedía el Gobierno y más aún el responsable Rubalcaba, y ahora acaba de perpetrar una de las maniobras más repulsivas de la reciente historia judicial con ocasión de la sentencia del Faisán”; el Consejo de Estado, que “lo ha llenado Zapatero de partisanos que, por todo tener, tienen una biografía jurídica que cabe en medio papelillo de fumar. Desde Teresa Fernández de la Vega, la persecutora mísera y feroz de periodistas, a un ex presidente regional, el Consejo es hoy una institución inservible o, forzando el retruécano, sólo al servicio de los intereses del partido del Gobierno”; etcétera. Mejor dejarlo ahí. Carlos Dávila, en fin, tiene aspecto como de estar siempre cabreado. ¡Que será de nosotros el día que falten esos patrioteros! Son como florecillas silvestres que afloran en los restos del búnker a mayor gloria de la más vetusta y abyecta derechona. Este periodista se me antoja como un hijo póstumo de aquel Colectivo Almendros, que se despachaba a gusto en las páginas de “El Alcázar”. Dávila, con sus lamentos y tribulaciones sobre el devenir histórico de España me recuerda a la gata de Flora, que si se la meten chilla y si se la sacan llora.

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