lunes, 26 de marzo de 2012

Rajoy descorbatado


A mi entender, el presidente del Gobierno debe dar una buena imagen de España en el exterior. Y lo primero de todo, según las más elementales normas de cortesía, es que está obligado a llevar puesta sobre el cuello de la camisa una corbata aunque tenga calor o esté sofocado. La imagen fotográfica recibida desde Seúl por la Agencia EFE, saliendo Rajoy del avión y pasando revista a un pelotón de soldados que le cumplimentaban a su llegada, es más propia de un cromañón, o de un gañán de esos que siempre aparecen en las bodas de campanillas sin saber quién le ha invitado, y en nada ayuda a fortalecer ese icono patrio. El rey nunca lo hubiera hecho. Vamos, seguro que no. Decía Pedro de Hoyos que “la educación no es sólo índice de cultura, también es señal de dónde pone uno el límite entre dignidad e indignidad propias”. Y ya en Seúl, no sabemos si con la corbata de los domingos anudada, el jefe del Ejecutivo ha comentado a la prensa viajera que se siente muy orgulloso por el triunfo de Arenas en Andalucía. Sí, pero el que presumiblemente ocupará el despacho presidencial de un palacio de San Telmo renovado y luminoso (Chaves se gastó más de 53 millones de euros en reformas) es Griñán si consigue pactar con IU, que lo conseguirá, y eso se asimila mal. Es la cuarta vez que Arenas, el de “Arenal de Sevilla y olé, Torre del Oro”, lo intenta sin demasiado éxito. Arenas se va a convertir, a ese paso, en el fantasma de la que antaño fuese residencia del duque de Montpensier. Paciencia y a barajar. Ya verán como pronto acude Iker Jiménez ((Fríker Jiménez para los amigos) con sus bártulos para hacer unas sicofonías. “Arenas amarillas, /palcos de oro. / Quién viera a las mulillas/ llevarme el toro”.

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