La primera de ellas hace referencia al reciente Real Decreto por el que se asciende al príncipe Felipe de Borbón en los empleos militares. Nada que objetar. Recuerdo que, a la muerte de Franco, el entonces Príncipe de España aparecía en los duelos del Palacio de Oriente con los emblemas en la bocamanga de general de brigada de Infantería. Sin embargo, el día de su proclamación a título de rey, sólo dos días más tarde, ya aparecía con los emblemas de capitán general. Una firma en el BOE había bastado para su ascenso a la máxima categoría militar. Era evidente el ascenso, si se tiene en cuenta que el rey ostenta la jefatura suprema de las FAS.A nadie debería resultarle raro hoy que el Heredero haya sido ascendido por un Real Decreto a teniente coronel de Tierra y Aire y a capitán de fragata. Si por mí fuese, aprovechando el papel de la Gaceta de Madrid, podrían haberle nombrado también cónsul honorario en Kamandú.
Decía Ramón Gómez de la Serna en una greguería: "Como daba besos lentos, duraban más sus amores". En España, según parece, no hay prisa. Al rey, todos suponemos que goza de buena salud, le quedan muchos años de vida. Y, como consecuencia de ello, el heredero de la Corona puede llegar a la edad de retiro militar sin haber reinado. Reparen en el caso de Reino Unido. No importa. Su empleo militar siempre será honorario. !A cuántos militares los jubilan hoy sin llegar a ser sexagenarios¡ Por tanto, queda tiempo para que vayan ascendiéndole de forma lenta y sin precipitaciones, como dando más argumentos de Estado a una futura y brillante biografía.Todos sabemos que el Heredero es licenciado en Derecho. Lo que ya no sabemos es cuántos días fue a la Facultad. Digo, y digo bien, días, no cursos.¡Qué más dá! Eso no preocupa a ningún español lo más mínimo. El ciudadano no debe olvidar que el poder civil está por encima del militar y, tampoco, que el responsable del Ministerio de Defensa, en este caso Carme Chacón, es quién ratifica cada día la firma del jefe del Estado en el BOE.
La imagen del rey, en 1981, ordenando a Milans del Boch que devolviese los carros de combate a sus cuarteles fue obedecida de inmediato, o sea, salió bien. Pero pudo haber salido mal. ¿Qué hubiera sucedido entonces? Pues, sencillamente, que el "marrón" se lo hubiera comido con patatas el ministro de Defensa; y que, posiblemente, el rey hubiera tenido que tomar las de Villadiego, como hizo su abuelo en 1931.
La segunda cuestión, que tampoco quiero dejar pasar por alto, hace referencia a la postura de la Conferencia Episcopal de Honduras, pidiendo a Celaya que se abstenga de regresar a su país. Los once obispos parece que están de acuerdo con el golpe de Estado auspiciado por Roberto Micheletti, de apellido italiano, como de cardenal. El presidente de la Conferencia, Óscar Rodríguez, quiere evitar, según señala, "un baño de sangre". No es que Celaya sea un personaje público de mi devoción, pero reconozco que, desde 1982, era el elegido por las urnas, y esa circunstancia ya merece todos mis respetos. Lo que le ha molestado a la Derecha que en su día le aupó es que, pasado el tiempo, se haya alineado con Chávez y el "eje boliviano". A ustedes les suenan los nombres de Pla y Deniel, Polanco, Gregorio Modrego, Eguino Trecu y todo aquel rabo de rata de capelos y báculos de los años 30? Pues, más o menos, representaron la misma escena en diferente escenario. La cabra siempre tira al monte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario