lunes, 4 de julio de 2011
Catarsis
Cuenta el refrán castellano que más vale pájaro en mano que ciento volando. Y es cierto. Me entero de que el importe de los “planes de pensiones” recuperados en 2010 por quienes perdieron su trabajo ascendió a 320 millones de euros, frente a los 219 millones del 2009. En dos años, los rescates anticipados suman más de 530 millones de euros. Comprendo la preocupación de los bancos, que evidentemente disminuyen sus recursos, pero tal circunstancia coyuntural no me produce nada de pena. Pensar ahora en un futuro a todas luces incierto cuando el presente se exhibe más chungo que la boda del príncipe de Mónaco, conduce a esos resultados. De cualquier modo, he llegado a la conclusión de que no hay que invertir en planes de pensiones ni, tampoco, cotizar mucho a la Seguridad Social, visto lo visto, o sea, conocedores de que las únicas pensiones que el Gobierno tiene en cuenta para revalorizar cada año, sin duda por aquello de quedar bonito de cara a la galería, son las pensiones mínimas y las no contributivas. La reforma de las pensiones anunciada por el Gobierno ya ni siquiera produce malestar en los futuros jubilados. El ciudadano ya está involucrado en la trama de la tragedia española, ese novelón por entregas que vergonzosamente nos están concediendo los Tres Poderes. Pero distinguimos nuestras bajas pasiones proyectadas en los personajes que conforman el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial en el centro del proscenio y ese castigo merecido e inevitable que debemos soportar al tener que sufrirlos ya nos han vacunado contra sus terribles efectos. Es la catarsis, como en la tragedia griega. La compasión y el miedo (eleos y phofos) nos purifican y nos hacen fuertes, y somos conscientes de que los verdaderos efectos de la perfidia acumulada se volverán contra aquellos que la producen mientras se aferran al sillón de las vanidades.
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