jueves, 9 de febrero de 2012

El segundo rey Rodrigo


Como bien señala Marco Schwartz en “Publico”, “el problema al que se enfrenta en estos momentos España no es el de la supuesta rigidez del mercado laboral, sino la combinación de un modelo productivo en declive y la falta de estímulos a una economía basada en la demanda”. Ello viene a cuento con la reforma que laboral que conoceremos el próximo sábado tras el Consejo de Ministros. Rajoy se ha hecho manso ante la política de Merkel; ante los empresarios españoles, incapaces de vender un botijo en los mercados; y ante la Iglesia Católica, que vuelve a pretender imponer en España el nacional-catolicismo. El pusilánime Rajoy, no sé sabe si por la proximidad de la Cuaresma, se ha aplicado el cuento de las Bienaventuranzas y está convencido de que, siendo manso, mantendrá su puesto en La Moncloa las legislaturas que sean necesarias. “Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra” (Mt 5,4). Este hombre, que ya empieza a confundir los decreto-ley con las témporas y el BOE con el catecismo Ripalda, dispone de unos ministros que dicen una cosa, de otros ministros que rectifican a los que han dicho esa cosa y de una vicepresidenta que debe interpretar lo que dijo tal ministro, la rectificación de otro, e intentar cómo poner orden en ese sindios. Varios ejemplos: De Guindos pretende que se haga un único modelo de contrato laboral y la ministra Báñez ha de salir al paso inmediatamente para indicar que ese modelo es inconstitucional. Otro: mientras España se pasa el día agradeciendo a Francia su ayuda prestada en la lucha antiterrorista, aparece en los medios un tal Wert, ministro de Educación y Descanso, para decir que “los franceses son xenófobos con los españoles”, basándose en unos “guiñoles” aparecidos en la televisión francesa donde se criticaba a determinados deportistas españoles. Y otro: La postura radical y rancia del ministro del Interior, Jorge Fernández, frente a otra postura mucho más sensata del ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, en lo que respecta a los matrimonios entre parejas de homosexuales, esos “gaytrimonios” en expresión de la cadena ultraderechista de Julio Ariza que tanto gusta a la caverna. Podría seguir, pero no quiero. Mientras, el manso y pusilánime Rajoy, que no suele decir nada a los periodistas para no “quemarse”, prefiere contarle a Merkel que está haciendo los deberes impuestos por Alemania con la pretendida reducción del déficit que pararse a pensar cuál será la contrapartida de esa drástica reducción, o sea, la ruina de los españoles. Rajoy, que decía en el Congreso ante Rodríguez Zapatero que tenía la fórmula para sacarnos del “desastre” en el que éste nos había metido, reconoce ahora que no es fácil contener la deuda, disminuir el paro, controlar los desmadres autonómicos y municipales, reducir el déficit sanitario y llevar a cabo un serio plan de educación. Si piensa que Wert será capaz de hacer esto último, se equivoca. La culpa, de momento al menos, la atribuye a la herencia recibida. En fin, esperemos a que pasen las elecciones de marzo en Andalucía y Asturias para saber qué sorpresa nos aguarda. Ben Bassam, poco sospechoso de tomar partido en sus relatos históricos, pone en boca del Cid Campeador frases como éstas: “Yo apremiaré a cuantos señores en la Andalucía hay, que todos habrán de ser míos, y pues que el rey Rodrigo reinó sin ser de linaje de reyes, también reinaré yo, y seré el segundo rey Rodrigo”; o la siguiente: “Un Rodrigo perdió esta península, pero otro Rodrigo la salvará”. ¡Alegría, ya se ven los brotes verdes! Al juez Garzón le ha caído un marrón de once años de inhabilitación por ordenar las escuchas en el caso Gürtel. Y Francisco Camps se ha marchado de rositas. Por el mar corren las liebres, por el campo las sardinas, tralará, tralará. Laus Deo.

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