miércoles, 4 de abril de 2012

El país de la paradoja


Este es un país paradójico. Por un lado, el rey Juan Carlos, como señala el diario El País, “hace un viaje relámpago a Kuwait para pedir petróleo para España (…) para sortear los embargos de crudo que prevé imponer a partir de julio Irán”. El rey, nuestro mejor embajador, forzado tal vez por las circunstancias económicas de España y “obligado” por el pusilánime Rajoy a que haga de “agente comercial” por el bien de España, se ha prestado una vez más a poner el esparadrapo antes de que aparezca la herida. Por otro lado, el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, se plantea la posibilidad de aumentar la velocidad en las autopistas, actualmente en los 120 kilómetros por hora, sin calibrar las consecuencias, es decir, el consiguiente incremento de combustible por parte del ciudadano, el impacto ambiental por la quema agresiva de carburantes y el acrecentamiento de la siniestralidad que tal medida produciría. Aquí alguien con capacidad cerebral bastante debería aclarar a los ciudadanos de a pie por dónde marcha la rocambolesca política reformista de Rajoy, que por un lado aumenta el IRPF a los trabajadores y por otro quita impuestos a los defraudadores (en su mayoría, empresarios de pymes de chicha y nabo que disponen de contabilidades bis, que defraudan en la facturación casi a diario y que no pagan la parte correspondiente por las horas extraordinarias de los trabajadores, porque las pagan a precio de mierda y en negro) con la aplicación de una vergonzosa amnistía fiscal, cómo no, por una recomendación, otra más, de la CEOE. Así será difícil poder levantar cabeza por más que al rey se le pretenda utilizar desde el Gobierno como vendedor de biblias de puerta a puerta.

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