sábado, 14 de abril de 2012

Matar elefantes


Hoy no es un día cualquiera. Tal día como hoy, en 1912, el “Titanic” se hundía en el Atlántico Norte durante su viaje inaugural. Tal día como hoy, en 1931, se proclamaba en España la II República. El hundimiento del mayor y más lujoso vapor de pasajeros de la época a los cuatro días de zarpar de Southampton con destino a Nueva York constituyó una tragedia de la que todavía se tiene un recuerdo imborrable. El final de la II República por un golpe de Estado dirigido por el general Mola contra el gobierno legítimo y que derivó en una trágica guerra civil, supuso el hundimiento, también, de la democracia para el conjunto de los españoles. Hoy, 14 de abril de 2012, los españoles nos enteramos por la prensa del accidente de cadera sufrido tras una caída por el rey Juan Carlos cuando se disponía a cazar elefantes en la República de Botswana, uno de los países más pobres de África. O sea, mientras España se encuentra con un pie en el abismo y al borde del rescate; cuando miles de ciudadanos están perdiendo sus viviendas al no poder hacer frente a sus hipotecas; cuando millón y medio de familias ya no saben qué hacer con sus vidas al no disponer de ningún ingreso entre sus miembros; cuando una juventud excelentemente preparada no sabe si algún día podrá trabajar con dignidad; cuando el Ibex 35 pierde un 4% y cierra su peor semana (niveles de marzo de 2009); cuando la prima de riesgo supera los 420 puntos; cuando el presidente del Gobierno está perdiendo la aguja de marear con una borrachera de reformas que no hace cosa distinta que empeorar la situación de España cada día que transcurre; cuando no pasa día sin que se sepa algo nuevo sobre “caso Urdangarín”; cuando el nieto mayor del rey se encuentra hospitalizado por herida de arma de fuego, al manejar una escopeta del calibre 36 sin tener la edad reglamentaria para su manejo ni el permiso de armas correspondiente; mientras el rey dijera días pasados en Barcelona que “le quitaba el sueño” el paro juvenil durante la ceremonia de la Fundación “La Caixa” (quedándose aparentemente dormido en el mismo acto); cuando la reina se encuentra en Grecia para celebrar la pascua; cuando las relaciones diplomáticas entre España y la República Argentina no pasan por su mejor momento a cuenta del problema existente entre YPF y Repsol; mientras todas esas cosas, digo, acontecen en nuestro país, el rey se dedica a la caza de elefantes en el culo del mundo. Yo, ignorante de mí, suponía que los safaris del siglo XXI sólo se concebían como safaris fotográficos. Pero no es así, se continúan matando proboscideos por el capricho de matar, a pesar de haberse reducido mucho su número como consecuencia de la caza indiscriminada para conseguir el marfil de sus colmillos y a la pérdida de su hábitat natural en favor de pastos para el ganado. Cada día entiendo menos las cosas que suceden por estos pagos. Eduardo Mendoza, con motivo de la presentación de su último libro, “El enredo de la bolsa y la vida”, ha señalado: “No debemos olvidar que España es un país pobre y cutre”. No lo sé, pero algo sí tengo claro: nunca podré tener simpatía hacia alguien que mata elefantes.

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