sábado, 7 de abril de 2012
Espejo biselado
El Sábado Santo es un día insoportable. Las tiendas están abiertas, pero los empleados atienden de mala gana. Les han obligado a abrir las circunstancias y eso se lleva mal. España ha entrado en recesión y hay que huir de las cosas frágiles. Lo del paro parece que todavía no se arregla y las milongas de Rajoy y de De Guindos solo le gustan a la Merkel, que es como la Lilí Marlén del último cabaret en el que ya se anuncia un próximo cierre por derribo. Hay que darse prisa en tomar el último trago. Mañana, Dios dirá. En España habrá que probar a hacer otro Plan de Estabilización, como el del 59 y, también, organizar exposiciones itinerantes con el brazo de santa Teresa por los pueblos, como se hacía en los tiempos del nacional-catolicismo. Nuestro país necesita brazos para salir del marasmo. Hacer itinerantes únicamente a los inspectores del Fisco se me antoja como una medida inquietante. Luego pasa lo que pasa. Se encuentra, por ejemplo, un agricultor escardando cebollinos, limpiando viñas o aventando trigo y, en un abrir y cerrar de ojos, se topa con un señor de gabardina. Lo normal, le da un telele y se queda con la boca torcida para los restos, aunque luego resulte que el tipo de la gabardina fuese un afinador de pianos que pretendía saber dónde estaba la casa del boticario. Pero, a lo que iba. Egisto ha subido al trono de Argos tras liquidar a Atreo y las harpías con cuerpo de buitre, cara de vieja, uñas torcidas y pechos caídos causan en la población hambre y asustan a aquellos que se cruzan en su camino. Rajoy, su equipo de gobierno y el corifeo de “su mayoría absoluta”, esa comparsa reformista que baila al son de los mercados, cabriolean cada viernes “Paquito chocolatero” por mor de la afición. Y en el bisel del mismo espejo asoma la fría sonrisa de un Sarkozy que se la juega frente a su rival François Hollande, poniendo a España y a Grecia como ejemplos de lo que no se debe hacer.
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