domingo, 22 de junio de 2025

Del 'pathos' a la fe

 


Fue necesario crear la figura del pecador para justificar la figura del sacerdote, ese chamán que dentro del confesonario perdona los pecados cometidos contra Dios mediante  lo que se conoce como el ‘sacramento de la Penitencia’. Eso no lo digo yo, sino que lo explicó hace ya muchos años  Nietzsche. “Dios -en consecuencia- “no perdona solo al que se arrepiente de sus pecados sino, también, a aquel que se somete a las artes del sacerdote”. De la misma manera, al sostener que sólo un cura ordenado a divinis puede llevar a cabo el sacrificio de la misa y pronunciar las palabras de consagración se le hace al pueblo totalmente dependiente de sus sacerdotes (sacerdotisas no hay) para el perdón de sus culpas. Por cierto, el vocablo “transubstanciación”  apareció el siglo XI. Y un dogma de la Iglesia católica romana fue causa en 1215 de torturas y asesinatos a miles de judíos por el simple rumor de que ellos habían “desecrado la hostia” traspasándola con agujas o aplastándola bajo sus pies. Como curiosidad, se conoce el caso del sastre inglés Juan Badby, quemado en una hoguera en Londres acusado de hereje, al no poder entender que el Mesías durante la Última Cena pudiese ofrecer a sus 12 apóstoles presentes su propio cuerpo para que se lo comieran. Para aquel sastre, aquello se trataba de un acto claro de antropofagia. Hoy, la Iglesia católica celebra la festividad del Corpus Christi destinada a exaltar  la Eucaristía (transustanciación de pan y vino) por coincidir con el noveno domingo después de la primera luna llena del equinoccio de primavera en el hemisferio norte, una fiesta que comenzó a celebrarse en 1247 en Lieja. Cuenta una tradición que en 1263 y durante la celebración de una misa en una iglesia italiana de Bolsena  al romper el cura la hostia consagrada brotó sangre. ¿Alguien lo entiende? En Daroca (Zaragoza) se celebra la ‘Fiesta de los Corporales’ con alfombras florales por las calles y la correspondiente procesión en la que desfilan también los niños que han recibido la primera comunión ese año. En esa fiesta se recuerda un ‘milagro’ acaecido en esa ciudad durante la Reconquista, en 1239, cuando se unieron las tropas procedentes del alfoz de Calatayud, de la comarca de Campo Romano y de Valencia en su lucha contra los musulmanes al sur del río Júcar  tras la conquista de Valencia por Jaime I en 1236. Se cuenta que antes del inicio de aquella espantosa batalla, los soldados cristianos asistieron a una misa oficiada por un cura, de nombre Mateo, en la darocense iglesia de san Cristóbal. Pero en medio de la misa hubo un ataque enemigo. El cura suspendió el acto religioso, tomó los corporales dentro de un paño y los escondió en un pedregal próximo. Días después, al ir a retomar los corporales, el cura comprobó que estaban llenos de sangre. Se decidió colocar  los corporales ensangrentados sobre una acémila árabe y dejarla caminar a su albedrío. Tras largo peregrinaje por tortuosos caminos, aquella acémila regresó a Daroca y cayó muerta  en la puerta de la iglesia de san Marcos, actual convento de monjas de santa Ana. Allí estuvo depositado durante muchos años el paño de los corporales hasta que se trasladó a la iglesia de Santa María. El ‘milagro’ está documentado en la llamada “Carta de Chiva” de 1340, firmado por el notario Domingo Agüero, y conservado en el Archivo Colegial del Notariado de Daroca. Ese evento inaudito fue declarado en 2006 como  ‘Fiesta de Interés Turístico en Aragón’. Como puede comprobarse, hay que persuadir y evocar emociones para que la fiesta, la que sea, no decaiga. ¿Qué sería de los pueblos, aldeas y lugares remotos sin arcanos misteriosos y sin horrores cósmicos? Poco menos que nada.

 

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