jueves, 31 de marzo de 2011

Alguacil alguacilado


De entre todas las noticias que nos ofrece el día, merece ser destacada una reseña de prensa curiosa la acontecida en el pueblo turolense de Linares de Mora. Resulta que acaba de suspender el examen para alguacil Antonio Benedicto, del Partido Aragonés (PAR), quien siendo alcalde de esa localidad convocó la prueba para conseguir la plaza vacante. La noticia en sí no tiene mayor trascendencia. Lo que sucede es que el Tribunal calificador se ha visto en la obligación de tener que revisar las bases tras una denuncia de la concejala Yolanda Sevilla, del Partido Popular, arguyendo que esas bases estaban hechas a la medida justa de Antonio. Según leo hoy en la prensa local, “el Tribunal, integrado por representantes de la Diputación General de Aragón, la Diputación Provincial de Teruel y la Comarca Gúdar-Javalambre señala que existen ‘dudas o discrepancias’ respecto al contenido de las bases. El primer ejercicio del proceso selectivo iba a celebrarse hoy por la mañana”. Pero, ¿dónde residían esas discordancias? Al parecer, el ciudadano Antonio Benedicto, siendo alcalde, había redactado las bases a su medida, o sea, en ellas se puntuaba tener conocimientos en el oficio de herrero, haber prestado servicios a la Administración Pública y haber trabajado como autónomo, requisitos que cumplía a la perfección, al haber trabajado por cuenta propia siendo, además de alcalde, el herrero del pueblo. La plaza de alguacil estaba vacante desde hacía cuatro meses y no hubiese habido impugnaciones, supongo, de no haber existido otros seis aspirantes al puesto. “El ex alcalde - sigue contando la prensa local- niega haber diseñado a su medida las condiciones para optar a la plaza y sostiene que las bases del concurso son ‘ejemplares’ y permiten seleccionar a una persona capaz de solucionar muchos problemas técnicos en el Ayuntamiento. Afirma que aspira a ser alguacil tras haber tenido que cerrar su herrería por la crisis económica”. En fin, por lo que se desprende de las declaraciones del ciudadano aspirante Antonio Benedicto, ha quedado claro que los miembros de esa corporación municipal están necesitados de que les claven en las plantas de los pies herraduras de caballo percherón. Y, si además de todo ello, Antonio sabe llevar con aseo la gorra de plato, levantar la voz para anunciar con soltura los bandos por las calles y tiene pulmón para hacer sonar la cornetilla, miel sobre hojuelas.

miércoles, 30 de marzo de 2011

El agorero Juan Rosell


El presidente de la Patronal, Juan Rosell, aterrizó ayer en Zaragoza y pidió una “revolución” laboral para salvar la sangría del desempleo. Además, defendió el copago en lo referente a servicios sanitarios y enseñanza. A ver si lo entiendo. Rosell alienta que los empresarios puedan contratar y despedir trabajadores como quien usa una servilleta de papel, a bajo costo para el empresario y, a ser posible, con congelación en los convenios, o con adaptación de los conciertos a la productividad, que en España es como un invento del “tebeo” del doctor Franz de Copenhague. El presidente de la CEOE, que se entrevistó con Marcelino Iglesias y con Juan Alberto Belloch, charló también con los directivos aragoneses (ADEA) y todavía le quedó tiempo para dar unas charlas cuaresmales en la Facultad de Económicas, donde expuso sus “soluciones” para salir de la crisis. Rosell, tras analizar que, en España, de los 4,6 millones de parados, 3,2 millones tienen subsidio de desempleo y que la tasa de paro de los jóvenes supera el 40%, se vino arriba en banderillas señalando que “o abordamos este problema o estamos a las puertas de una revolución". Este hijo del franquismo se debe referir, sin duda, a “la “revolución que España tiene pendiente y que ha de devolver de una vez para siempre la Patria, el pan y la justicia” del decálogo falangista. Y para mantener la Patria en pie y poder olvidarnos de las otras dos cuestiones, es decir, eso del pan que es una vulgaridad, y la justicia, que es un cachondeo, reclamó una legislación laboral con ‘amplitud de miras’ hasta el punto de plantear que el ‘traje’ sirva hasta el año 2040 y no sólo para unos pocos ejercicios económicos; cuando la siguiente generación, ya domesticada por la Patronal, entre al trapo con tronío y se conforme con incrementos en las horas laborales, mayor productividad, menor salario que poder llevar a casa cada mes y puede que hasta la obligación de ir a misa los domingos. Menos mal que la charla cuaresmal la ha dado en Zaragoza, que de haberla dado en Valencia no sabemos si le hubieran puesto una mascletá en medio del trasero por atreverse a nombrar la soga en casa del ahorcado. Este fulano, por lo que se desprende de sus últimas arengas, lo que pretende es hacernos un traje de penitente. Y puso la guinda al pastel cuando dijo tajante que “la legislación que existe actualmente es hija del franquismo y nieta de la República". Puede que sea así, pero a algunos no les ha ido nada mal. Esa “amplitud de miras”, en cualquier caso, todos sabemos en qué consiste. Y el traje, también. Pero este hombre aparentemente tan listo, (como aparentemente listo les pareció a los empresarios Gerardo Díaz Ferrán) supongo que conocerá los últimos informes de la Inspección de Trabajo de nuestra Comunidad. Este individuo, hijo de Gerardo y nieto de Cuevas, que pretende que los trabajadores paguemos la Sanidad, las medicinas y la Enseñanza, cuando ya las pagamos con nuestros impuestos, debería ser sabedor de que de las 2.792 infracciones detectadas el año pasado, 1.527 correspondieron a Seguridad Social, 773 a seguridad y salud laboral, 179 a relaciones laborales, 113 a empleo y extranjeros y 200 a otras actuaciones. Pero, Juan Rosell, ese excéntrico visionario que, por lo que conocemos, desea evitar una revolución, aunque desconozcamos todavía de qué tipo; al que le importa un carajo que existan en España 1’4 millones de personas sin ningún tipo de prestación social; sobre el que ignoramos si es nieto de la República, pero sí afirmamos que es hijo del franquismo; que pretende imponer normas sociales sobre copagos que están fuera del límite de sus competencia; que todavía no ha pronunciado ni media palabra en contra de los tejemanejes laborales de su antecesor en el cargo; debería por vergüenza torera estar al tanto de algo que abochorna a la inteligencia del común de los mortales, es decir, que de las 773 infracciones detectadas en nuestra Comunidad en relación con los riesgos laborales por incumplimientos vinculados a las máquinas y los equipo de trabajo, a las condiciones de seguridad y salud de los lugares de trabajo, a los riesgos por caída en altura y a la formación e información a los trabajadores. También, que en materia de Seguridad Social hubo 1.527 infracciones detectadas y que se descubrió a 1.848 empleados trabajando sin alta, un 12,27% más que el año anterior, y que en materia de trabajo y relaciones laborales, se tramitaron 3.256 expedientes y 179 infracciones. Y esa vergüenza torera, la hago extensible a Jesús Morte, actual presidente de la CREA y vicepresidentes de la CEOE, que le acompañó en todos su actos como un fiel perrillo faldero. Se podrán pretender crear contratos muy flexibles, pero los datos reflejados en la guerra contra el fraude fiscal están ahí. Y conste que todavía no he hecho referencia a la economía sumergida, de donde se podría extraer el dinero suficiente como para financiar todo tipo de armamento y munición en la revolución que tanto asusta a Rosell si no se abordan los problemas existentes a la manera que él propone. Además de agorero, miedoso. Como decía La Codorniz: “tiemble después de haber reído”.

martes, 29 de marzo de 2011

Todo inaugurado


Por si no teníamos bastante con ese alquiler municipal de bicis en Zaragoza, ahora pretenden hacer algo parecido con coches. Lo que ya no sé es si la policía local mirará para otro lado, como están haciendo ahora con los amigos del pedal, cuando los coches vayan por las aceras atropellando peatones y señoras con el carrito de la compra, eso sí, casi vacío, que los tiempos no están para mucho fuagrás y mucho cortinglés. La empresa HelloByeCars, como digo, ya está pensando en las elecciones de mayo para saber con qué alcalde tiene que jugarse los cuartos en la ejecución del proyecto. Precisamente ahora, cuando Belloch, su numeroso séquito y un tsunami de periodistas acaban de probar por enésima vez el nuevo tranvía, que la cosa pública ya está resultando ser lo más parecida al rodaje de “Unión Pacific”, aquella la película en la que se colocaba un clavo de oro en la traviesa de la vía y que hizo Cecil B. DeMille, sólo que en vez de la Bárbara Stanwyck de jamón y queso y el galán Joel McCrea, ahora aparecen en todas las fotos publicadas en el Heraldo la aspirante a la presidencia de la Comunidad, Eva Almunia, que es como Mollie Monahan, la hija de uno de los ingenieros, pero con la carrera de maestra de escuela casi terminada, Marcelino Iglesias, el vicealcalde Gimeno, un rabo de ediles de dispareja ralea y ese tipo que aparece siempre en la foto desde los gloriosos tiempos de la Expo, que no sabemos muy bien de quién se trata, pero que seguramente se arrima al grupo de políticos para, después del traqueteo, ole ole carretero, que jaleo lleva el tren, poder acudir a la degustación de canapés y vino español, que dan mucho juego. Ayer se inauguró todo lo inaugurable, o sea, proyectos en terrenos yermos parecidos a esos páramos que pinta Ignacio Fortún, que es como decir que Belloch ya dispone del bolígrafo y el bloc de notas con las páginas en blanco y que sólo le falta que escriba El Quijote, Ulises, La familia de Pascual Duarte y Ana Karenina. ¡Casi ná!

lunes, 28 de marzo de 2011

Catálogo de buenas maneras


La Asociación de Vecinos del Arrabal, en Zaragoza, desea sensibilizar las buenas prácticas de convivencia ciudadana en el barrio. Para ello, el servicio de mediación social del Casco Histórico desarrolla una serie de módulos informativos para interceder en la resolución de conflictos comunes. Cualquier ciudadano que lea ese panfleto que edita el Ayuntamiento que preside Belloch con la cabecera de Crónica, estará en su derecho de pensar que el barrio en cuestión es lo más semejante a aquella decimonónica e ingobernable casa de Tócame Roque. Pues bien, según el presidente de la Asociación, Rafael Tejedor, “la primera sesión fue satisfactoria, y se formó un grupo homogéneo de una docena de personas”. Supongo que el presidente se referirá, sin duda, a ese homogéneo grupo de energúmenos que cada noche, por aquello de que ya no se puede fumar en los bares, sale a la puerta del local que existe puerta con puerta con la Asociación para echar humo, levantar la voz con una auténtica falta de respeto y no dejar descansar a los vecinos. Pero no debemos caer en la desesperanza. El curso, según consta en el viciado panfleto donde los socialistas municipales señalan las “mejoras” logradas con su esfuerzo y dedicación hacia el barrio, consta de cuatro sesiones y son gratuitas. En ese noviciado sobre las buenas maneras, según apunta Crónica, “los vecinos de Arrabal están aprendiendo no sólo las buenas prácticas para la convivencia, sino también sobre cómo cuidar lar relaciones en las comunidades de vecinos y en el bienestar personal, además de cómo mejorar los hábitos en el interior de las viviendas para ser más silenciosos y no alimentar los conflictos motivados por el ruido y la salud”. A este paso, sin tardar, Rafael Tejedor llamará a los timbres de los domicilios, como esos “aleluyas” que aparecen en la puerta de casa cuando menos te lo esperas para preguntarte si lees la Biblia, para ofrecerte a un módico precio una edición facsímil traducida del francés al castellano del librito “El hombre fino”, por don Mariano de Rementería y Fica, aumentada en su tercera edición con las reglas de educación y decoro para las señoras (Imprenta del Colegio de Sordomudos, Madrid, 1837), que hizo furor entre los niños-pera de la primera mitad del s. XIX. Así, cuando lleguen las visitas, podremos mantener conversaciones de este tenor:
--Hoy ha hecho un tiempo primoroso.
--Sí señor. No obstante el cielo está un poco cubierto. Puede ser que llueva esta noche y bastante.
Mas tarde podrían impartirse en la Asociación que preside Tejedor clases de piano, arpa o vihuela, para aliviar la soledad; enseñar a hacer el nudo de corbata a la Gron a la negligé, o sea, bajo el batín; saber entablar conversaciones en tono amable y ligero, aprender a trinchar en la mesa cuadrúpedos, aves y peces; y, en suma, instruirse en caminar por las diversas sendas de la cultura. Como se canta en “La verbena de la Paloma”, hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad.
--¡Julián!
--¡Señá Rita!
--¿Qué tienes?
--¡Yo ná!

domingo, 27 de marzo de 2011

Estamos copados


En su artículo “Eliminar”, cuenta hoy Manuel Vicent en El País algo que todos sabíamos, pero que hace que nos engañemos a nosotros mismos. Expone Vicent: “Pones el cursor sobre el icono para eliminar el mensaje que has mandado o recibido a través de la Red, le das al ratón, el texto desaparece de la pantalla, se va a la papelera y allí queda a la espera de una segunda oportunidad para seguir existiendo. El sistema te pregunta si quieres borrarlo definitivamente. Aprietas la tecla con toda tu omnipotencia y crees que el texto ha sido aniquilado para siempre, pero no es así. No has hecho sino encerrarlo en un habitáculo secreto del disco duro y tirar la llave. Sucede que esa llave la puede encontrar con relativa facilidad un experto informático o un policía que siga tu rastro por orden del juez. Llegado el caso se abrirá esa cámara negra y quedarás al descubierto. Si entras en la Red, ya nunca estarás a salvo”. Algo parecido sucede con el bautismo. Nacemos, según cuentan los doctores de la Iglesia, esos que saben responder, con el pecado original incrustado en nuestro ser y heredado de nuestros primeros padres. Pero que, mediante el sacramento del bautismo administrado por un sacerdote o por cualquier persona en pleno uso de razón,”se borra el pecado original y otro que hubiere en el que se bautiza”, según reza el catecismo del padre Gaspar Astete. Los pecados veniales, según consta en ese catecismo, “no son necesario confesarlos, más es bueno y provechoso”. Es un alivio. De la misma manera, los curas, cuando acudimos al confesionario después de haber hecho examen de conciencia, contrición de corazón, propósito de enmienda, y nos comprometemos a la satisfacción de obra tras la confesión de boca, deberían disponer de un botón en esa garita “ad hoc” donde los pecados fuesen a la papelera de reciclaje hasta que, contestando a una nueva pregunta y aplicando el dedo sobre otro icono, se borrase definitivamente el pecado mortal del “sistema informático” del alma, o de la terminal del disco duro guardado en el Cielo. Pero eso tampoco es posible. Si la has hecho, seguro que la pagas. Aunque mediante la confesión se haya borrado el pecado, resulta que en el Más Allá, el experto informático celestial, llámese san Pedro o san Josemaría Escrivá de Balaguer, puede volver a abrir nuestra cámara negra y quedar al descubierto nuestros pecados mortales, veniales y mediopensionistas. Como indica Manuel Vicent: “si entras en la Red, ya nunca estarás a salvo”. De la misma manera, cuando al poco tiempo de nacer, nuestros padres nos llevaron a la parroquia para bautizarnos, nos metieron de hoz y coz en un club donde ya no existe salida posible. Por más que apostatemos por escrito, el obispo de la diócesis nos contestarán a vuelta de correo, si es que nos contesta, que no creo, que el Bautismo es un sacramento que imprime carácter, es decir, que no se pueden modificar las estadísticas de fieles católicos censados en España. Podremos dejar de asistir a misa, o renegar en la barra del bar de nuestros afectos religiosos, pero de nada servirá nuestro manifiesto “pataleo” a efectos prácticos. Estamos en el sinfín de un laberinto de difícil manejo. O sea, estamos copados.

sábado, 26 de marzo de 2011

Botín, a tus negocios


Me parece excelente, como señala El País, que “el tono constructivo haya presidido la reunión que durante cuatro horas ha mantenido hoy el jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, con líderes de las principales empresas españolas y las patronales CEOE y Anfac”. España debe salir cuanto antes de su situación caótica. Pero, al margen de esta consideración, tras haberse reunido hoy Rodríguez Zapatero por segunda vez con esos empresarios, a mi entender, no deben ser ni los empresarios ni la Conferencia Episcopal Española, ausente en esta ocasión, quienes marquen las pautas en temas políticos. Si Botín, Alierta, González y el resto de esos “44 dueños de España” quieren hacer política, deben presentarse a las elecciones en listas cerradas por un determinado partido político. Empresas como las que maneja Botín, que declaran al Fisco cada año más de 12.000 millones de euros de beneficio en un Estado donde nos acercamos a la vergonzosa cifra de 5 millones de parados, demuestran a las claras que ese señor no tiene la autoridad necesaria para recomendar al presidente del Gobierno que “no desvele su futuro hasta 2012” ni tampoco tiene autoridad para “señalar el camino” a aquel político que, por encima de si lo hace bien o mal, tiene el ineludible compromiso de gobernar por mandato de todos los españoles. España, cuya Constitución señala que es una Monarquía Parlamentaria, pero que funciona en la praxis como una Oligarquía de Partidos (al disponer de listas de candidatos cerradas en función de los deseos de los aparatos de los partidos), no puede ahora hacer otra “metamorfosis” para cumplir los deseos expresos de los dueños del dinero. Porque, de ser así, la configuración constitucional en su forma de Estado tendría otro nombre. Es curioso que determinados empresarios poderosos, esos que están en la mente de todos, se encuentran más a sus anchas en gobiernos de izquierdas que en gobiernos de derechas. ¿Acaso son los políticos de izquierdas más pusilánimes? Rotundamente no. Lo que sucede, a mi entender, es que la Banca, como sucede con la ruleta francesa de los casinos, siempre gana, manden unos o manden otros otros. Ganaron con Felipe González, con el “ladrillo” y todo lo que ello significó en la época de Aznar y también ahora, con Rodríguez Zapatero; pese a estar sobrellevando los españoles la peor crisis económica desde hace 80 años. Algo parecido sucede, como indicaba al principio, con la Conferencia Episcopal. Cuantas más prebendas se les conceden desde el Gobierno y con el dinero de todos, más desbarran desde los púlpitos, o en las homilías dominicales. Su voracidad depredadora “para las cosas de este mundo” es insaciable. Es, no sé, como si cada día que pasa nos echasen en cara a todos los ciudadanos sus personales desajustes y el quebranto de poder que detentan hoy con respecto al logrado con el “nacional-catolicismo” tras la Guerra Civil. Nunca un palio bien erguido, un brazo bien levantado (además del amojamado brazo de santa Teresa) y un incensario bien aventado fueron tan milagrosos como en tiempos del caudillo. Pero los funcionarios del Cielo, como decía Cela, han cometido tantos desatinos al confundir el fuero con el huevo que son incapaces de adaptarse a los tiempos que tocan y de prescindir de la soberbia. En suma, Rodríguez Zapatero deberá marcharse cuando lo considere oportuno, pasando por alto lo que diga Botín o su porquero. Conque menos corbatas y tirantes colorados y menos ínfulas a la hora de marcar pautas al presidente del Gobierno. A la gente de esa ralea siempre le gusta apostar a caballo ganador. ¡Qué poco se fían de Rajoy! Ya su abuelo, el de Botín, se puso la medalla de haber descubierto las Cuevas de Altamira, cuando en realidad las descubrió un pastor montañés. Su epulónica riqueza es directamente proporcional a la ruina de millones de españoles. Analicen las causas.

viernes, 25 de marzo de 2011

El otro cuadro de Pombo


Juana Martínez Gómez, que escribió “Escritores hispanoamericanos en la botillería de Pombo” jamás pudo imaginar que tras el retrato de José Gutiérrez Solana, “Sagrada cripta de Pombo”, existía otro sin terminar donde se representa un altar, un copón, un paño y un religioso sin cabeza, o con la cabeza mirando a los bajos del altar como si estuviese buscando un peine. Si ese descubrimiento de ahora, gracias a los rayos X, lo hubiese podido ver Ramón, además de ser motivo para que se desternillase de risa, seguro que habría dicho a sus contertulios de los sábados que tal siniestro clérigo estaba buscando un peine. Quizás ese peine de carey al que siempre le faltaban púas, que llevaban todos los viajantes de retales en el bolsillo superior de la chaqueta para usarlo en los lavabos de los vagones de tercera clase. ¿Qué otra cosa podría buscar el clérigo bajo el altar? ¿Alguna moneda destinada al cepillo de san Antonio que habría rodado fuera de la ranura? Nunca lo sabremos. Ciertamente, esa representación del religioso agachado produce sobresalto. La calle de Carretas, que fue una calle de librerías, de tiendas de aparatos ortopédicos y de meretrices devotas que se santiguaban con el aceite de la lamparilla de san Isidro, tuvo en su número 4 y hasta 1942 la hebdomadaria reunión donde Ramón se apelotonaba entre sus amigos para hablar de lo trascendente y de lo humano. En el cuadro tenebrista, iluminados por luz de gas y sobre una mesa, que hoy se conserva en el Museo Romántico, hay cafés, copas de licor y hasta una botella de ron Negrita. Aparecen retratados, como almas en pena, Tomás Borrás, Manuel Abril, José Bergamín, José Cabrero, Ramón, Mauricio Bacarisse, José Gutiérrez Solana, Pedro Emilio Coll y Salvador Bertolozzi. Decía Ramón: “En Pombo estamos quietos…y andando”. Al referirse a la tertulia de Pombo, escribió Alberto Hidalgo en su “Muertos, heridos y contusos…”: Los ‘pombianos’, antes que de otra cosa, hacen efecto de amigos burgueses. No tienen barriga ni fuman en pipa y yo no sé por qué. Algunos de ellos, según se me antoja, no saben ni por qué son ‘pombianos’. Yo creo que hay jóvenes que van sólo por curiosidad y para darse el lujo, tirándose hacia atrás, e hinchando el cuello, de decirles a sus amigos o a sus novias; ‘¡Yo soy amigo de Gómez de la Serna! ¡Yo voy a Pombo!’. Claro está que en cambio va gente de mucho valer y no menos prestigio”. (…) “Ramón Gómez de la Serna es como el jefe de este grupo. Se sienta un poco en el Café, hacia el centro de la mesa, con un arte papal. Conduce discusiones, apacigua acaloramientos, y chilla de cuando en cuando. Su misma cara redonda le da cierto aspecto de Sumo Pontífice. Así nos resulta un pontífice joven y con patillas. Ya muy avanzada la mañana, se marcha, rodeado por todos, y en la calle levanta la cabeza hacia el cielo, y saluda a la aurora con una mirada fraternal”. La noche siempre quedaba atrás, con esos murciélagos que “les pasaban de parte a parte como balas perdidas” y con aquellas ojeras ideales para sostener el lápiz, como hacían los empleados de ultramarinos. El alma de Ramón se quedó para siempre en alguna parte de aquel templo velado, detrás del cuadro. Lo dijo él: “somos lazarillos de nuestros sueños”.

jueves, 24 de marzo de 2011

Ignacio Fortún


El pasado martes se inauguraba en la zaragozana Galería A del Arte una nueva exposición de pinturas de Ignacio Fortún. “Rural necesario” es el título genérico con el que este gran artista de los pinceles ha querido ahora sorprendernos. Y lo ha conseguido. Su arte ha evolucionado desde los años 80, cuando le conocí a través de paisajes esteparios, butaneros transportando al hombro bombonas con el freno de un cierzo endiablado, hombres apoyados en barras de bar de El Tubo entre fritangas, humo de tabaco y servilletas arrugadas en el suelo, ovejas en descampados desérticos, naves industriales olvidadas donde la ciudad cambia de nombre, y páramos monegrinos de yesos lacustres donde el alacrán ejerce a sus anchas de rey del mambo. Y en esa evolución, Fortún sorprende de un tiempo a esta parte con "buriles que rayan, ácidos que muerden”, como he leído en algún sitio, sobre planchas de aluminio y de zinc en las que el brillo pálido de luz de neón se acentúa sobre dilatados espacios de tierra de nadie, con abundancia de postes hincados al suelo como rejones y cables eléctricos que conducen la energía o la voz del teléfono a sabe Dios dónde; básculas para pesar hipocondrías; palmeras plantadas por el último indiano melancólico; capitanas que huyen rodando hasta un inexistente cantil; esqueletos de azucareras con chimeneas en erección; ciudades dormitorio en las que nunca se duerme pensando en la puta hipoteca; charcos en los que se refleja una luna que, como decía Ramón, “es una máquina fotográfica que sólo gasta una placa cuando ve un crimen”; cigüeñas sin niño en el pico; y, también, balsas en las que reside todo el abatimiento. A Ignacio Fortún tenemos los aragoneses la obligación de cuidarlo y de malcriarlo para que siga suministrando pinceladas a la bruma. Es un bien escaso. O, al menos, a mí me lo parece.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Robo de carretera


Será necesario rezar a san Cojoncio para que nos ilumine. Se nos ha ido la chaveta. No pasa día sin que la prensa nos cuente los tramos de catenaria robados durante la noche, el precio que lleva el cobre y esa culpa que por razones inexplicables siempre se les echa a los rumanos. Es cierto que los robos de cobre están a la orden del día. Pero una noticia repetida muchas veces deja de ser noticia de interés. Pero lo que ahora despierta las alarmas de nuestra inteligencia es el robo de 50 metros de carretera recién asfaltada en los accesos a la playa de Mogro, en Miengo (Cantabria). Supongo que el presidente Revilla, que acostumbra a tener razonamientos serenos para todo tendrá, en este caso, una explicación escondida en la manga que nos deje a todos boquiabiertos. De no ser así, el robo de carretera resultaría inquietante. De nada servirá que el Gobierno haya reducido la velocidad en las autovías si pasado mañana, pongamos por caso, nos caemos de cabeza por un cantil por haberse llevado alguien un puente durante la última noche, o tenemos que dar un gran rodeo para ir de Zaragoza a Madrid por haber desaparecido el suelo entre Algora y Torija, o entre Calatayud y Santa María de Huerta. El tramo de asfalto sustraído ahora en Cantabria es una servidumbre de paso a la playa y a varias fincas. Por algo se empieza. Si los propietarios de esas fincas no quieren que acudan los bañistas a la playa, deben exponerlo allí donde proceda. Ignoro si esos agricultores estarán hartos de que los turistas, por aquello de ir por atún y ver al duque, aprovechan el trayecto para arrancarles de sus campos los pepinos y las zanahorias. En el supuesto de fuese así, no cabe duda de que estaría mal hecho. Pero robar un trozo de carretera recién alquitranada también tiene su guasa. Imaginen lo qué sobrevendría si a esos ladrones les diera otra noche por llevarse un pedazo de Pedreña. En resumidas cuentas, Miguel Ángel Revilla, que en 1976 creó la Asociación para la Defensa de los Intereses de Cantabria, está en el deber de acudir al programa televisivo “La Noria” de inmediato para aclarar tal rapacería en su tierruca, si es que ya se están buscando a los amigos de lo ajeno, o si será preciso poner el caso en manos de más altos y severos organismos. Que una cosa, mire usted, es que España se haya repartido para 17 virreyes, y otra muy distinta que ciertos manilargos hagan sisa con la tierra en el latifundio patrio.

martes, 22 de marzo de 2011

Freudianos anhelos ocultos


Recuerdo que durante mi niñez en los pueblos también ocurrían cosas. Pocas, pero ocurrían. En cierta ocasión aparecieron por aquel lugar varios coches negros y lustrosos y media docena de agentes de la Guardia Civil en un lento “land-rover” de aquellos de “atestados e informes”. En medio de la plaza, el alcalde, pintado de domingo y con la vara de mando en la mano, los concejales, que aquella lúcida tarde habían dejado a un lado las faenas agrícolas, el juez de paz, de semblante acartonado, el cura párroco con roquete y estola, unos traviesos monaguillos de blanco y rojo y un alguacil de lujo, al que le habían comprado un traje de panilla verde y una gorra de visera de fieltro y charol. Para mí que sólo faltaba el jefe de la Estación. En un momento dado, salieron de uno de aquellos “aigas” unos guardaespaldas como gorilas y el gobernador civil, un tal Pardo de Santayana, acompañado del entonces alcalde de Ateca, Fernando Molinero, vestido con chaquetilla blanca de procurador en Cortes. El motivo de aquella pomposa visita era la inauguración de una modesta fuente con cuatro grifos. Aquello se me antojó como lo más parecido al rodaje de una escena de “¡Bienvenido, Mister Marshall!”. Lástima que no estuvieran Lolita Sevilla, Manolo Morán y José Isbert por los alrededores. Ello viene a cuento con lo ocurrido ayer en Zaragoza. Hemos convertido la quinta capital española en un pueblón estepario. Se inauguraba el Museo Diocesano en la trasera del Palacio Episcopal y, también, el raspado del ladrillo de dos de las cuatro torres del Pilar. Al acto, además de las “fuerzas vivas”, se encontraba presente la infanta Cristina de Borbón. Hasta ahí todo correcto. Más tarde, ya de noche, la infanta y su séquito acudieron a bordo de un microbús hasta la mitad del Puente de Piedra para, desde ahí, poder accionar la infanta y el arzobispo mediante sendos mandos inalámbricos la puesta en marcha de la nueva iluminación de esas torres. Para tal menester, tuvieron la fatal ocurrencia de cortar el tráfico a vehículos y ciudadanos, lo que a todas luces, y nunca mejor dicho, parecía una demasía más propia de tiempos pasados. En consecuencia, muchos vecinos de la Margen Izquierda tuvieron que hacer un gran rodeo, por el Puente de Hierro o por el Puente de Santiago, para poder cruzar al otro lado del Ebro. Cuenta hoy la prensa local que muchos zaragozanos esperaron pacientes en las aceras de las calles aledañas desde antes de las tres de la tarde para poder ver y aplaudir a la hija menor del Jefe del Estado durante su breve recorrido pedestre. También, según glosaban hoy los periódicos, la basílica “fue iluminándose más a medida que se calentaban las luces mientras las autoridades bromeaban y posaban para la prensa”. Hombre, es evidente que en época electoral había que salir en las fotos. En este tipo de eventos, donde lo lúdico, lo religioso, lo político y la asistencia de algún miembro de la realeza se dan la mano es, también, donde más aflora la plebeyez. No acabo de entender, por ejemplo, el cierre total del Puente de Piedra para que un delegado del Gobierno, un alcalde con ínfulas de creerse la reencarnación de Luis II de Baviera, un arzobispo que ya piensa en cobrar 5 euros por entrar a un museo concebido con el dinero de todos, y una infanta que reside en los Estados Unidos se asombren, como si se estuviese proyectando “La guerra de las galaxias” en un cutre cine de verano, por el brillo de unas torres de iglesia iluminadas artificialmente. Tampoco acabo de razonar con acierto la necesidad de tener que utilizar un microbús para efectuar un recorrido de escasos cien metros ni el consecuente corte de tránsito ya comentado. Ante tal atropello ciudadano, le diría a los políticos locales y a esos clérigos que están en todas las salsas que se dejen de bromas, de pretender disfrazar la capital aragonesa en un pueblo andaluz y de descubrir sus freudianos anhelos ocultos. Ni Zaragoza es Villar del Río ni los vecinos esperamos la llegada del Plan Marshall.

lunes, 21 de marzo de 2011

Algo pequeñito, uo, uo, uo...


A ver, a ver…"trabajar unas poquitas horas más o ganar un poquito menos", como ha declarado Mariano Rajoy al diario El Correo es una cuestión a matizar, que luego pasa lo que pasa. Me parece correcto que el Partido Popular anhele al triunfo “por goleada” en los próximos comicios y que, como ha señalado el triunfalista aspirante, “llega la etapa de los buenos gobernantes”. Como quedaba reflejado en la cartilla de la mili, “el valor se le supone”. Lo que ya no entiendo, es cómo un tipo que no ha dado un palo al agua desde que fuese elegido concejal en el Ayuntamiento de Pontevedra; que ejerce de líder de la Oposición con un preocupante desdén; que es político como podría haber sido representante para la zona de Babia de “zapatos El Gorila”; que lo único que ha aprendido en el Congreso es a negarse en redondo y por sistema a casi todas las propuestas de Rodríguez Zapatero; que se negó a decir cuánto ganaba en el programa televisivo “Tengo una pregunta para usted”; que pasó por diversos ministerios en la época de Aznar como ese visto y no visto sobre el horizonte de las lágrimas de san Lorenzo; que contó mil sandeces sobre el problemón creado en Galicia por el petrolero Prestige; que tuvo que reconocer que fue un error de toda la comunidad internacional admitir que había armas de destrucción masiva en Iraq; que se convirtió en el centro de una polémica trufada de chascarrillos, tras hacer una reflexión que minimizaba la previsión a largo plazo de los efectos del cambio climático originado a raíz de una conversación con su primo, no sabemos si el de Zumosol; que vergonzosamente se ha puesto de perfil en el caso Gürtel y que, para mayor asombro de los demócratas, ha vuelto a ratificar a Camps para la candidatura a la presidencia de la Comunidad Valenciana; lo que ya no entiendo, digo, es que ese ciudadano tan mediocre comente a un periódico de Vocento que hay que ganar un poquito menos y trabajar un poquito más. Me recuerda a Daniel Diges y su canción “Algo pequeñito” del último Festival de Eurovisión”. Algo pequeñito, uo, uo, uo/ algo chiquitito, uo, uo, uo…”

domingo, 20 de marzo de 2011

Nuevos visionarios


Señala hoy Jorge Trías Sagnier en su artículo “Profetas de catástrofes”, publicado en el diario ABC, que “cuando se produce una catástrofe como la que acaba de asolar Japón, en determinados círculos católicos cavernícolas comienzan a aparecer interpretaciones a mitad de camino entre la teología de barrio y la superchería televisiva que ofrece explicaciones basadas en la sodomización y gomorrización del tiempo en que vivimos”. La idea de un dios justiciero, a mitad de camino entre Baltasar Garzón, Enrique Plá y Deniel y el Espadón de Loja, o sea, Ramón María Narváez, se reafirmará, seguro que será así, en las homilías para meter el demonio en el cuerpo a ese ramillete de “gente de bien”, a esos pijos redomados que acuden postineros a misa mayor y se dejan ver en los primeros bancos, que no confían en otro dios que no sea don dinero y que pisan la tarima del templo buscando la ayuda celestial mediante recetas milagrosas para seguir eludiendo al Fisco de la forma más grosera y miserable. Ese “alocado desenfreno de impudicia y placer”, ya por estos pagos todo se reduce al Sexto Mandamiento de la Ley de Dios, ha derivado para algunos clérigos en las plagas bíblicas que ahora padecemos, o sea, paro creciente, desastres nucleares como el de Fukushima, maremotos, corrupción de políticos en los fondos de los ERE, desastres medioambientales, “performance” con desnudeces Somosaguas, etcétera. Para Jon Juaristi, “los hay que hablan un regreso del mayo del 68, cuando es evidente que a aquéllas –a las muchachas que se desnudaron de cuerpo para arriba en pleno acto religioso- no las ha enloquecido un 68 del que ni han oído hablar, sino acaso un abuso del 69”. Hombre, tiene su gracejo. Lo malo es que ciertos sacerdotes, como el cura de Maluenda, además de meter el diablo en el cuerpo a los feligreses, entre misa en un pueblo y misa en otro, son despistados y se dejan olvidado en la mesa del bar cuando toman café un disco duro externo con pornografía infantil. Ya veremos por dónde sale del brete el recién nombrado obispo de Tarazona.

sábado, 19 de marzo de 2011

Setas y otras extravagancias


Cuentan que un tal Francisco Picio, natural de Alhendín, fue condenado a muerte y que poco antes de ser ejecutado recibió el indulto. Tal fue su reacción que se le cayeron el pelo, las cejas y las pestañas, y le salieron una serie de tumores por la cara que lo dejaron deformado. Ya libre, marchó a Lanjarón, de donde fue expulsado porque jamás entró a la iglesia, por no quitarse el pañuelo que cubría su calva. Murió en Granada. Sin llegar al extremo de Picio, ni mucho menos, es cierto que un hermano de mi abuelo materno salió del barco-prisión “Alfonso Pérez” con todo el pelo lleno de canas, sólo horas antes de las horrendas sacas del barco a finales de 1936. Parece demostrado que un susto, un gran disgusto, el estrés, o una impresión fortísima recibida pueden ser causa de serios trastornos en el ser humano. Leer hoy en ABC de Sevilla a los habituales comentaristas sobre las ya famosas setas de La Encarnación tiene su guasa. Me refiero a los comentarios de Francisco J. López de Paz, Antonio Burgos y Francisco Robles, que últimamente hace doblete. Adolfo Arenas Castillo, en entrevista de Fernando Carrasco, al referirse a las próximas procesiones de Semana Santa, dice que “la estación de penitencia es por el camino más corto, haya o no setas”. En fín, tenía entendido que existen setas alucinógenas, como la amanita muscaria; indigestas, como la russula aeruginea; amargas, como la lactarius cistophilus; sospechosas, como la tricholoma sulphureum; venenosas, como la amanita virosa; y, comestibles, como la lactarius deliciosus y otras muchas. Lo que desconocía era la variedad de “adefesio hispalense”, que no mata pero está dando mucho que hablar. Queda claro que los sevillanos prefieren las saetas de la Semana Santa que las setas de La Encarnación. Para que vean lo que cambia la cosa una sola letra. Pasó algo parecido en su día con los “supositorios” de la madrileña Puerta del Sol; con las luces en el suelo de la Plaza del Torico, en Teruel; y con todos los adefesios urbanos que se hicieron en Zaragoza en el periodo administrado por el alcalde Antonio González Triviño, que fueron de libro. Menos mal que su egolatría le llevó a poner placas de inauguración, con su nombre y el excelentísimo señor delante para que no se espante, en casi todos los disparates. Al menos, veinte años más tarde se sigue conociendo la autoría de unas ridículas extravagancias urbanísticas concebidas con el dinero de todos los zaragozanos por aquel excelentísimo sansirolé de solemnidad.

viernes, 18 de marzo de 2011

Dos reflexiones


Los sucesos de Japón, de consecuencias imprevisibles, la próxima privatización de AENA y la salida a concurso antes de fin de año de los aeropuertos de Barajas y El Prat anunciados por José Blanco me han dado pie para la reflexión. Hoy me topo con dos artículos de opinión en la misma página y en el mismo periódico. Me refiero a Público, donde tanto su director, Jesús Maraña, como el economista y miembro del Consejo Editorial José Manuel Naredo, dan en el centro de la diana. Maraña, refiriéndose sin decirlo expresamente a presidentes y consejeros de las grandes compañías eléctricas españolas, a los que se refiere como “ellos”, es decir, a “los que lo saben todo y no se cansan nunca de acertar ni necesitan hacerse preguntas. Les basta una reflexión sencilla: yo soy pronuclear porque soy moderno, conozco los avances científicos y las necesidades económicas”. Para “ellos”, que se embolsan prebendas millonarias por su sola presencia física en los consejos de administración y, cómo no, saltan de gozo ante las espectaculares cuentas de resultados de cada ejercicio económico; para “ellos”, sigue diciendo Maraña, “quienes desconfían de la energía nuclear son unos progres trasnochados y, por supuesto, ignorantes”. Maraña, después de aclarar que la demanda eléctrica en España está cubierta y que el excedente se exporta, pone el dedo en la llaga: “insisten en que la nuclear es la energía más barata, eso sí, siempre que el Estado subvencione los costes de construcción y desmantelamiento y se haga cargo de los seguros. Los que lo saben todo no consideran trascendente que los residuos mantengan su radiactividad durante miles de años, siempre que se guarden lejos, muy lejos, de sus pedestales. Afirman que no constan muertes en Fukushima, aunque la empresa de la central reclute a técnicos jubilados porque el cáncer avanzará más lentamente”.

En el otro artículo, “El falso remedio de las privatizaciones”, Naredo señala que “el afán de hacer caja vendiendo patrimonio no augura un futuro muy prometedor para quienes lo practican”. Se refiere al mercadeo practicado tanto por el PP como por el PSOE en los últimos tiempos con respecto a las “joyas de la corona”, es decir, Argentaria, Telefónica, Endesa, Tabacalera y Repsol. El Estado se está pareciendo a ese rico hacendado venido a menos que, después de haberse desprendido de su hermosa mansión y de sus fértiles tierras de labor, intenta a la desesperada vender al mejor postor las obsoletas escopetas de caza, el viejo “land-rover” y los muebles del comedor. En ese sentido, José Manuel Naredo dice que “ahora se justifican engañosamente las privatizaciones como medidas de emergencia para tranquilizar a los mercados y facilitar la salida de la crisis. (…) Y que esas privatizaciones de emergencia, realizadas generalmente a precio de saldo, suponen pan para hoy y hambre para mañana”. Pero lo más insensato de todo, si cabe, es lo que sucede con ese “saqueo” del patrimonio de todos. “Tras sanear el pastel con dinero público, se trocea para vender sus partes más suculentas, quedándose el Estado con los descartes que los compradores privados no quieren. Así, mientras los aeropuertos y las cajas con más margen de negocio se privatizarán, la existencia del resto quedará a expensas de los contribuyentes de un Estado cada vez más escuálido, al que sólo le queda por privatizar poco más que las loterías”. Vamos, para echarse a llorar.

jueves, 17 de marzo de 2011

La pregunta de doña Nuria


El diario El Mundo saca a la palestra lo siguiente: La diputada Nuria Buenaventura, de Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), ha reelaborado una pregunta que dirige al Gobierno, para que aclare si Patrimonio Nacional ha comprado una cinta mecánica para el Rey Juan Carlos, por importe de 14.065,26 euros. Ha eliminado algunos términos que la Mesa del Congreso consideraba ‘descorteses’ e innecesarios, y la ha registrado hoy”. En este sentido, en el supuesto de que la cinta “Run Now” la hubiese pagado Patrimonio, me parecería un gasto añadido que los españoles soportamos para el mantenimiento de la Corona, en este caso para el mantenimiento de la persona del Rey. Nuria Buenaventura, en su condición de diputada, está en su pleno derecho de hacer en sede parlamentaria las preguntas al Gobierno que entienda convenientes. Nada que objetar. Pero Nuria Buenaventura debería saber que los muebles y enseres del palacio de La Zarzuela pertenecen a Patrimonio, así como el barco de recreo “Fortuna” (regalo de los comerciantes de Palma), los tres coches “Rolls Royce”, etcétera. Otra cosa distinta es que el Rey haga uso y disfrute de aquello que Patrimonio pone a disposición del Jefe del Estado. Nadie, que yo recuerde, puso en tela de juicio la ocupación del palacio de El Pardo ni el uso de esos mismos tres “Rolls” ni la conversión de una patrullera en el barco de recreo “Azor” por parte de Franco. ¿Quién corría con los tremendos gastos del Pazo de Meirás? Los españoles. ¿Quién corría con los gastos de las joyas de la caprichosa Carmen Polo? Los joyeros de Madrid, que se vieron obligados a hacer un consorcio para evitar pérdidas. Y ese Pazo, que había pertenecido a Emilia Pardo Bazán, sí que era y sigue siendo propiedad de los Franco, por “regalo” de los gallegos. Y aquellas joyas “adquiridas” por Carmen Polo, también pasaron al patrimonio de la familia Franco. Se cuenta que, en cierta ocasión, a Carmen Polo se le antojó un collar de perlas carísimo. Llegó a la joyería y salió con él en el cuello. Al tiempo, el joyero madrileño en cuestión, que no había hecho el oportuno ingreso en caja por lo que entendía que era una compra, envió a El Pardo la correspondiente factura. Pocos días más tarde, inspectores de Hacienda entraba en la tienda y hacían un exhaustivo registro de los libros de cuentas. Desconozco en qué quedó el asunto. Esas cosas no suceden en democracia. A la diputada Nuria Buenaventura, como ciudadano corriente, le recordaría que la Monarquía Parlamentaria que tenemos en España es la más barata de Europa. Doy por hecho que el Rey paseará por los jardines de Palacio cuando su tiempo libre se lo permita. A mi entender, la diputada Nuria Buenaventura podría utilizar el corto tiempo del que dispone cada miércoles en el Congreso de los Diputados para hacer preguntas con más enjundia. Por ejemplo, si existen novedades en el Caso Palau; si es cierto que la familia Carulla ocultó 61 millones al Fisco; si es cierto que los radares de Barcelona eran más permisivos; si es cierto que Ortega falseó su currículum, etcétera. La cuestión de la cuantía de la cinta mecánica para uso del Rey me parece intrascendente a efectos prácticos, o sea, la consabida matraca sobre el chocolate del loro.

miércoles, 16 de marzo de 2011

La otra niña de Luzmela


Josefina Rodríguez, que adoptaría el nombre de “guerra” de Josefina Aldecoa a la muerte de su marido, ha fallecido hoy en La Montaña, en Mazcuerras, tierra de foramontanos donde todavía pulula el inquieto espíritu de la delicada Concha Espina. Josefina Aldecoa tenía algo en común con doña Concha: su amor por la novela costumbrista. Josefina, que siempre dijo formar parte de los “niños de la guerra”, como Rafael Sánchez Ferlosio, Carmen Martín Gaite, Ana María Matute y Rafael Azcona, escribió un trabajo bellísimo sobre el papel de las maestras durante la República. Su novela “Historia de una maestra” (Anagrama, Barcelona, 1990) se corresponde con el primer volumen de una trilogía compuesta por esta obra, “Mujeres de Negro” y “La fuerza del destino”. La protagonista, Gabriela, inicia el relato con un hecho de 1923, el día en que se recibía de maestra, ve pasar una boda. Describe los novios y sus actitudes y nos dice que ella no sabía que serían personas que influirían tanto en las vidas de todos. Era la boda de Franco. Más tarde marcha a Guinea (ello ocupa la mitad del libro) y, a su regreso, es asignada a otra escuela en un pueblo muy pobre. En 2008, el diario El País preguntó a 100 escritores españoles sobre los libros que habían cambiado su vida. Josefina contestó por este orden: “Anna Karenina”, “Madame Bovary”, “Los papeles póstumos del club Pickwick”, “El Gatopardo” y “La Regenta”. Todo un ejemplo de buen gusto. Mazcuerras, desde 1948 denominada como Luzmela, conserva la casona solariega con escudo que perteneciese a don Víctor Rodríguez Espina y de doña Ascensión García Tagle y, cómo no, un busto en el que puede leerse “La Montaña a Concha Espina. Año MCMXLVIII. Ahora, Josefina Aldecoa ha muerto en una de las tres casas más significativas de Luzmela. Una es la casa de Nicolás de Hoyos Calderón, levantada en la primera mitad del siglo XVIII; otra, la casona solariega de los Espina; y, una tercera, la conocida como Las Magnolias, de estilo ecléctico, construida en 1882. La escritora es, también, la fundadora en 1959 del Colegio Estilo, donde se aplican los métodos y el talante impulsado por Francisco Giner de los Ríos en la Institución Libre de Enseñanza. Por esa razón, y con toda justicia, el pasado 8 de marzo recibió la Medalla de la Igualdad creada por el Ministerio de Sanidad, (que integra desde la última remodelación ministerial la Secretaría de Estado de Igualdad) al tener en cuenta el talante de Josefina Aldecoa en los métodos aplicados en la enseñanza, es decir, los mismos que en su día inspiraron a Giner de los Ríos, que opuso la libertad a la autoridad a fin de conseguir la formación de hombres útiles a la sociedad, coeducación y reconocimiento explícito de la mujer en pie de igualdad con el hombre; racionalismo, libertad de cátedra y de investigación, libertad de textos y supresión de los exámenes memorísticos, en el marco de una Escuela activa, neutra y no dogmática. Algo que, paradójicamente, todavía hoy echamos de menos en determinados colegios concertadas españoles manejados por esos alguaciles de hoz y coz de la Iglesia Católica.

martes, 15 de marzo de 2011

Somos ingobernables


Cuando Amadeo de Saboya, hombre peligrosamente gafe, renunció al Trono de España manifestó a Ruiz Zorrilla que los españoles eran ingobernables. El generoso rasgo de que la reina, María Victoria del Pozzo, diese de mamar a un bebé que lloraba en el paseo de caballos de El Retiro en brazos de una madre, al parecer con poca leche que poder ofrecerle a la criatura, no fue suficientemente valorado por los madrileños. Ahora, Claudia Roth, líder del Partido Verde alemán, acaba de señalar en una entrevista que la energía nuclear es ingobernable. José María Aznar, que ni está en la política activa ni se le espera, días antes del desastre japonés de Fukushima apostaba públicamente por la creación de más centrales nucleares en España. Aznar no es peligrosamente gafe, es peligrosamente soberbio. De Cospedal, en línea con FAES, no con la empresa farmacéutica sino con esa fundación que trabaja en el ámbito de las ideas conservadoras, a preguntas de un periodista comentó que no le importaría que en nuestro país hubiese más centrales nucleares, pero lejos de su territorio. Esa respuesta de la aspirante a la presidencia de Castilla-La Mancha demuestra a las claras que De Cospedal sabe de energía nuclear lo mismo que sé yo sobre la cría del urogallo. El PP en forma de albatros, o de gaviota, vuela tan alto sobre las últimas encuestas publicadas que no acierta a distinguir con precisión entre una nube radiactiva y una balsa de purines en el desierto de los Monegros. Y la televisión de Julio Ariza achuchando al sabueso desde las ondas, que es lo suyo. Rajoy, que lee “Marca” y que alarga el brazo por la ventanilla del coche blindado para dar un euro a un tipo que hace juegos malabares en los semáforos madrileños, manifiesta que “los sondeos están bien, pero que el partido está cero a cero”. Rajoy en ratos libres lee “Marca” y los relatos históricos contemporáneos de Natalio Rivas. Como la reina María Victoria del Pozzo, es de espíritu desprendido. Entrega un donativo al malabarista pero no se desabrocha la camisa y enseña la tetilla. Quedaría feo. Tampoco ignora que el PSOE tiene una baza maquiavélica en la manga, consciente del cansancio de los ciudadanos por los temas políticos. ¿Y si fomentara la abstención? Supongan que, llegado el día, gran parte de los españoles se quedaran en casa y “pasaran” de votar. Al PP se le podría complicar el hasta ahora predecible triunfo en las urnas, ya que las coaliciones de gobierno con otros grupos de la Cámara no son su fuerte. De haberlo sido, hace tiempo que ese partido hubiesen llevado a cabo una moción de censura, o sea, hubiese aplicado el verduguillo de descabello en las cervicales de Zetapé, pero teme un imprevisto gañafón del animal herido de muerte y está al tanto de que hasta el rabo todo es toro.

domingo, 13 de marzo de 2011

¿Arde Valencia?


Contaba anteayer El Plural.com que el cuarto teniente de alcalde del Ayuntamiento de Valencia, Vicente Igual, había sido acusado por la ex dueña del burdel Magestic, Pilar Monreal, por presunta extorsión relacionada con la concesión de licencias por parte del Ayuntamiento. Según se desprende de la noticia, la señora Monreal acusa a ese edil de pedirle 100.000 euros a cambio de efectuar los trámites administrativos para la apertura de su local. Está claro que además de las fallas, de los ninots y de las mascletás para asustar sietemesinos, las fiestas de san José de este año pueden estar rebozadas del tremendo tsunami de la desfachatez más acendrada. Si al vergonzoso “trajegate” le añadimos las lluvias torrenciales caídas en la zona y este supuesto caso de corruptela municipal, las aguas del Turia pueden desbordarse como en la ya lejana riada del 1957. Las recientes declaraciones que la “madame” ha hecho al diario Levante, ponen el grito en el techo del burdel. Pilar Monreal, señora que personalmente no conozco aunque me gustaría conocer como si fuese una diva del punk, y que presumo sabrá diferenciar el gatillazo de la malagana, dice sentirse "acosada como en Chicago años 20" y ha amenazado con romper su "secreto profesional". ¡Ay, caray! Añade que aportará al juzgado la factura del “Rólex”, por valor de de 6.400 euros, que presuntamente le pidió José Luis Bayo, ex presidente de Nuevas Generaciones del PP. Al final va a resultar que ciertos políticos valencianos no podrán desfilar con banda y bastón en las procesiones de Semana Santa. El exceso de peso de sus presuntas “bufandas” en forma de bienes fungibles podría ser causa de que no puedan dar un solo paso. Algo parecido a lo que cuenta el reciente libro “Aragón sin empalmes”, de Joaquín Carbonell y Roberto Miranda, referido al topacio de Aguatón que, para quien no lo sepa, es un pueblo de Teruel: “A la virgen ya no le caben más piedras en el manto y no hay dios que la saque a hombros”. Sólo falta conocer si Salomé portará en la bandeja la cabeza de Rodríguez Zapatero o si la Soledad, con un puñal en el pecho, llevará superpuesta la careta de Rajoy. En España todo es posible. Estamos tan hartos de los gobernantes que nos han tocado en suerte y de los administradores del dinero público de chicha y nabo, esos ganapanes que entienden que este país es su cortijo, que hasta el veneno de alacrán no produce subidón cuando acudimos a las urnas.

sábado, 12 de marzo de 2011

El neoliberal Zetapé


Señala el diario El País que, en la última Cumbre sobre el Pacto del Euro, “Zapatero se mostró partidario de alinear salarios y productividad, como viene reclamando Merkel”. Esa alineación que pretenden Merkel y Zapatero ya se viene llevando a cabo en España desde los tiempos de Wamba. Se llama trabajar a destajo. ¿Cómo se calcula la productividad del chófer de un subsecretario; de un teniente de Intendencia; de un diputado que sólo aparece por Madrid tres días a la semana; del capellán de unas monjitas; o del portero mayor de un museo? La economía española, en su conjunto, funciona a pesar de las vergonzosas mordidas y del habitual trapicheo. Pero, además, por el valor demostrado y las ganas de salir delante de los pequeños empresarios, los que conforman las pymes, que cuando fracasan en su intento de crear riqueza nunca reciben ayudas, como sucede con los bancos, ni tampoco “salen en los papeles”. Hoy día es fácil poder encontrar pegado en las farolas de nuestras calles anuncios con una faldilla de números telefónicos de contacto extraíbles, en los que se anima al ciudadano a efectuar reformas en pisos y locales. Y en todos esos cutres anuncios se añade siempre la misma coletilla: “disponemos de todos los gremios”. Eso, ¿qué quiere decir? Que cuando contratamos a Juanito Chocolatero para que nos cambie el alicatado de la cocina, la disposición de la fregadera, para que incluya cuatro enchufes y ponga unos armarios y encimeras de color magenta, somos conscientes de que a casa va a llegar un comando de electricistas, carpinteros, fontaneros y albañiles; y que, al finalizar la obra apalabrada, la factura, en el dudoso caso de que exista, nos la presentará “la parte contratante de la primera parte”, como se decía en aquel diálogo surrealista de ‘Una noche en la ópera’, donde Groucho se disponía a fichar al tenor Ricardo Baroni. El señor Chocolatero, la parte contratante de la primera parte, ya se encargará de liquidar al citado comando, o sea, autónomos o simples parados con ganas de pillar algo de parné, por los trabajos realizados a destajo. Es una forma hábil de ganarse la vida que, en demasiadas ocasiones, escapa al control de la Agencia Tributaria. Lo mismo que sucede con ese taller mecánico donde aceptan y “hasta encuentran normal” no hacer factura de reparación del vehículo, las cuidadoras de ancianos en hospitales, las mujeres que hacen limpiezas por horas en domicilios particulares, etcétera. Sin embargo, pese a la picaresca reinante “urbi et orbe”, las pymes intentan trabajar y dar trabajo, llevan los libros en regla, funcionan de la mejor forma que conocen y, por desgracia, son víctimas de la falta de créditos de unas entidades bancarias que, paradójicamente, han recibido ayudas estatales, aunque sea intolerable en un Estado de derecho. Zapatero, que forma parte del problema, debería empezar por luchar contra el dinero negro de los particulares y contra los despilfarros con el dinero público de los políticos. Ni se puede arruinar a un pueblo a costa del Estado ni se debe tolerar que la corrupción en el ámbito de las Comunidades Autónomas adquiera carta de naturaleza. El problema español no sólo parte de los salarios en relación de la productividad, que también, sino a la desfachatez impune de ciertos políticos a la hora de enriquecerse a costa del ciudadano frito a impuestos. Salarios y productividad pueden alinearse de forma eficiente sólo cuando se trabaja en cadena, o cuando los trabajos se hayan racionalizado por cronometrador. Pero España, a diferencia de Alemania, sólo es un país de servicios donde la principal riqueza proviene de los ingresos por turismo. Al margen de su dedicación a la política, sabido es que Rodríguez Zapatero no ha dado un palo al agua en su vida. Y en tal dedicación, todos sabemos cómo anda el aceite de su candil. No está en condiciones, a mi entender, de aplicar prácticas neoliberales por un lado y levantar el puño por el otro. Algo no cuadra. Tampoco parece que sea el momento adecuado para poner palos en la marrana de la noria. Sus experimentos de laboratorio no funcionan en España ni aunque los haga con gaseosa.

viernes, 11 de marzo de 2011

La Biblia en verso


El Papa ha sido rotundo al afirmar que la resurrección de Cristo es cierta; el consejero de Transportes de Madrid dice que el “metrobús” no existe; los neumáticos que está dispuesto a subvencionar el ministro Sebastián no están disponibles en el mercado; en Italia, en palabras de Berlusconi, “el fiscal, para hablar con el juez tendrá que comportarse como lo hace el abogado defensor, entrar en su despacho habiéndose quitado el sombrero y tratándolo de usted”; en Andalucía, la cifra de falsos prejubilados ya es legión; el Banco Santander pedirá ante el Ministerio de Justicia el indulto de Sáez por el delito de acusación falsa; las cartas de Ruiz Mateos a Botín a lo largo del tiempo, publicadas ahora en la prensa, ya están tomando los derroteros de aquellas “Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso” de Delibes; en plena crisis económica, el Gobierno ha defendido ayer ante el Tribunal de Justicia de la UE, en Luxemburgo, las “vacaciones fiscales” vascas; Rouco, erre que erre en su empecinamiento con las clases de Religión obligatoria, consciente de que dicha asignatura ha perdido medio millón de alumnos en la última década; y Ana Torrejón, hace hincapié en el borrador de la Ley de Extranjería presentado en la Comisión de Trabajo e Inmigración del Congreso de los Diputados que “se vigilará a los empleadores”. Eso demuestra que hasta ahora no se les vigilaba debidamente. Leer la prensa del día es un horror. El Papa, alemán de nacimiento y antiguo miembro de las juventudes hitlerianas, se ha debido empapar en los métodos de Boebbels, ese gran talento para persuadir a las masas. De otro modo, no se entiende. José Ignacio Echeverría puede decir que el “metrobús” madrileño no existe, pero yo guardo uno en la cartera. Otra cosa es lo poco que el usuario se ahorra en los diez viajes con esa cartulina. El ministro Sebastián, que todavía me debe una bombilla, se ha puesto la venda en el tobillo antes de tener el esguince. Los fiscales y jueces, al menos en España, son colegas y sufren la misma dura oposición. No podría entenderse la función social de uno sin el otro. El empeño de Berlusconi por hacer ciertas reformas fiscales no es cosa diferente al empeño de un presunto proscrito por lograr, además de inmunidad parlamentaria, que ya la tiene, inmunidad jurídica para el Caso Ruby y su consiguiente proceso judicial. Lo del amigo de Botín es de libro. Los hechos probados contra Sáez, siendo presidente de Banesto, datan de cuando en 1994 ese banco presentó una demanda, que luego resultó ser falsa, contra varios accionistas del grupo de sociedades Harry Walker para cobrar un crédito de 3,6 millones de euros. Como consecuencia de esa denuncia, cuatro ejecutivos fueron a prisión por sentencia del juez corrupto Pascual Estevill. Hoy, 11 M, me pongo el lazo negro en la solapa y salgo a la calle dispuesto a disfrutar de una mañana de sol, casi primaveral. Espero no toparme con esos mormones de manga corta, corbata y acento anglosajón que siempre me preguntan si leo la Biblia. ¡Uf, qué lío!

jueves, 10 de marzo de 2011

Literatura como válvula de escape


Entre los grandes ediles desconocidos, nos encontramos con “don Anselmo Copete, natural de Ólvega, (que) llegó a Aragón de pequeñito. A estudiar para cura. En el Seminario de Tarazona aprendió a robar con garbo y estilo. No le pillaron ni una. Hoy faltaba el misal, mañana la naveta. Todo aparecía en Lérida. Según crecía se hacía más malo. El señor obispo lo ascendió por su perspicacia. Al cumplir los 22 se enamoró de otro y se salieron juntos. Sólo hablaba en latín antiguo. Se encapricharon con Malón, por su situación limítrofe. Empadronaron el coche y se presentaron a la lista por el Partido Comunista Unificado. Arrasaron. En cuanto enganchó la vara se divorció. Y echó a su pareja del pueblo. Empezó a construir el cuartel de la Guardia Civil y Urralburu lo recomendó a Roldán. Su carrera fue meteórica. Estuvo a un paso de la Moncloa y de Tailandia. ¡A éste aún no lo han pillado! Uno de Malón lo vio diciendo misa el año pasado en el Vaticano. Menuda pieza. Qué carrerón.” Lo que acabo de escribir es parte del libro “Aragón sin empalmes” escrito por Joaquín Carbonell y Roberto Miranda, un cantautor y un periodista, respectivamente, que ayer presentaban en un café-bar de Zaragoza junto a Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza, su cuarta obra sobre Aragón en los últimos cinco años. Este último libro, dedicado a José Antonio Labordeta, podría decirse que es una continuación de otro de similares características, con unos paisajes, unas leyes y un vocabulario que se muestra “como una realidad que nunca aparece en los medios oficiales”. Su amena lectura nos adentra, como ellos mismos señalan, en “tipos de piedras, grandes pensadores, palabrerío suelto, futbolistas desconocidos de Tercera División, roqueros sin disco, etcétera”. Editado por Voces del Mercado, contiene infinidad de dibujos ilustrativos y recomiendo su sosegada lectura a todo aquel que desee conocer el otro Aragón, el desconocido, visto desde una mirada seca, resignada y con briznas del nudoso trabazón del astracán más pinturero. Como cuentan sus autores, “es un artefacto carente de sensatez y de permisos oficiales, bien es verdad que tampoco ha sido distinguido por la autoridad con ninguna subvención”.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Cuestión de estilo


La sensibilidad humana motiva que los ciudadanos estemos consternados por la muerte en extrañas circunstancias del estadounidense Austin Taylor Bice. Esa sensibilidad, que aflora más si cabe cuando se trata de una persona joven, conduce inevitablemente al sentimiento una gran sensación de mezcolanza de dolor y fracaso. Hoy, Miércoles de Ceniza y primer día de Cuaresma, en los actos litúrgicos se recuerda que “polvo somos y en polvo nos convertiremos”, (Marcos 1.15). Las aguas del río Manzanares han sido el último sudario de un muchacho de aspecto feliz, según se desprende de las fotos de prensa, que había ahorrado durante tres años para cruzar el Charco porque, tal y como cita en el diario ABC, «le encantaba la cultura española y quería perfeccionar el idioma». Pero, al hilo de esta entrañable referencia, enseguida me sugiere una reflexión. ¿Se hubiese dado tanta importancia al adverso acaecimiento en el caso de haberse tratado de un inmigrante de Burundi o de Cabo Verde? Sinceramente, pienso que no. Al ciudadano corriente, que trata de imitar todo lo que llega enlatado de ese equivocado “mundo mejor”, sólo le interesa una contingencia determinada cuando confluyen en ella varias circunstancias que pueden ser el caldo de cultivo para un futuro alimento de la prensa del colorín, es decir, por ejemplo, cuando la persona es de buen aspecto, deportista y, mejor aún, norteamericana. A nadie, a mi entender, le afecta el desamparo de un tipo de color que llegó a nuestras costas en patera en busca de trabajo, que malvivía hacinado en un piso degradado del casco viejo de una ciudad gris y que apareció una mañana exánime en un descampado. La sensiblería vulgar y populachera, que nada tiene que ver con la sensibilidad humana, se ha hecho selectiva. Decía Ortega que “quien se irrita al ver tratados desigualmente a los iguales, pero no se inmuta al ver tratados igualmente a los desiguales, no es demócrata, es plebeyo”.

martes, 8 de marzo de 2011

Dinero celestial


El pasado lunes, 28 de febrero, las monjas de clausura del monasterio de Santa Lucía, que habitan desde hace casi 50 años en el barrio zaragozano de Casablanca, echaron en falta unas bolsas de basura que contenía 1’5 millones de euros en billetes de 500. Pusieron la correspondiente denuncia y la policía abrió dos líneas de investigación: una, para intentar echarle mano al presunto ladrón y, otra, para conocer el origen de esa fortuna. El Acuerdo entre el Estado Español y la Santa Sede sobre Asunto Económicos, firmado por Marcelino Oreja y el cardenal Giovanni Villot el 3 de enero de 1979, que sustituía al Concordato de 1953, contemplaba, y continúa en vigor, determinadas exenciones fiscales a la Iglesia Católica en España. Sin embargo, en el Artículo 4.5 apartado B, se señala expresamente en el primer párrafo lo siguiente: “exención total y permanente de los impuestos reales o de producto, sobre la renta y sobre el patrimonio”. Pero en su párrafo segundo, se deja claro que “esta exención no alcanzará a los rendimientos que pudieran obtener por el ejercicio de explotaciones económicas ni a los derivados de su patrimonio, cuando su uso se halle cedido, ni a las ganancias de capital, ni tampoco a los rendimientos sometidos a retención en la fuente por impuestos sobre la renta”. Un periódico de tirada regional, al informar sobre el caso, se hace las siguientes preguntas: “¿Quién decidiría asaltar, con intención de robar, un edificio de gruesas paredes y plano desconocido habitado por una comunidad que, al menos en teoría, pasa con lo justo para sobrevivir? Poca gente, parece. ¿Y quién podría poseer fuera de los muros del convento una información tan preciosa y precisa como el lugar en el que unas pías monjas custodian una fortuna en billetes de 500 euros? Tampoco parece que pueda haber muchos candidatos”. Cierto. Se sabe que esas religiosas se dedican, entre otras cosas, a trabajos modestos de encuadernación, restauración de libros y recuperación de pergaminos. Pero, entre las religiosas de esa comunidad zaragozana, y ese dato sí parece importante, se encuentra Isabel Guerra, una monja pintora de cotización al alza. Según se describe en el aludido diario, “cualquiera de sus dibujos puede costar entre 2.500 y 12.000 euros y sus cuadros llegan a alcanzar los 48.000 euros. Suele exponer cada tres o cuatro años y vende todo lo que expone. De hecho, suele haber lista de espera de compradores en la galería Sokoa, de Madrid, que lleva su representación”. ¿Podría estar ahí el origen de ese presunto dinero negro desaparecido? Habría que echar un vistazo a los libros de cuentas de Sokoa, como primera medida indagatoria. ¿El responsable es el jardinero? ¿Acaso el capellán? Seguro que no. Eso sólo sucede en las novelas de Agatha Christie.

domingo, 6 de marzo de 2011

Domingo de Carnaval


Las chirigotas de Cádiz están en la vía pública y en las columnas de prensa. Hoy, tanto Antonio Burgos como Antonio García Barbeito se las pintan de maravilla para echarle salero a lo que acontece en la calle, en esta rue del Percebe en la que la desfachatez ya ha adquirido carta de naturaleza. Dos “Antonios” con tronío y pluma afilada que deben salir de casa santiguados y con la mano en la cartera. En este país habrá que olvidarse de aplicar el Código Penal y pasar al Derecho Consuetudinario, modalidad España cañí, con clamor, murga y ventanas a la calle, o sea, donde ya es costumbre haber hecho del dolo probidad, que se ha trocado en virtud lo que antes era delito, es decir, que se ha mudado como algo “normal” el atropello de bicicletas a los peatones que vamos por la acera; o que nos llame “facha” el cesante del tercero izquierda por comentar un chiste de Mingote; o el choriceo sindical con ciertos cursos sufragados con fondos europeos, donde con suerte te dan el diploma sin haber asistido a clase; o la justificación inexplicable de ingresos a unos asesores políticos que jamás aconsejan; o la mamandurria vitalicia de aquellos que chuparon de la piragua con el franquismo, con Suárez, con Felipe, con Aznar y con el de la ceja circunfleja. A San Antonio habrá que rezarle para que estos tíos de los ERE, de la pequeña velocidad, de las lámparas maravillosas y de los neumáticos de no se qué rodadura se vayan por donde vinieron. Por estos pagos, las fechorías políticas parecen cosa normal. Señala Francisco Robles en su artículo “No con mi silencio”, publicado hoy en ABC de Sevilla, que “Andalucía ha vivido durante los últimos años en un silencio oscuro, denso, pegajoso, inasumible por una sociedad democrática. Un silencio de componendas, de reparto del dinero que venía de Europa para promover el desarrollo de nuestras estructuras económicas y que ha servido para asentar un Régimen neocaciquil donde la derrama del parné ha sido el aceite que engrasaba la maquinaria del poder”. Domingo de Carnaval. Luce un sol espléndido. Voy a ver si encuentro por un cajón del cuarto de mi hijo el gorrillo, la serpentina, la careta de arlequín y el matasuegras. Luego saldré a la calle a ponerle la vela prometida a San Antonio para que encuentre la sensatez, y a tomar el sol si todavía no lo han confiscado, como hizo Marcelino Iglesias con el botijo en Aragón, en la confianza de que no me atropelle una bicicleta.

sábado, 5 de marzo de 2011

Todo tiende a la estratificación


Hasta hace muy pocos días, en este país sólo se hablaba de la ley antitabaco. Los hosteleros vaticinaban la ruina a corto plazo de sus establecimientos. De momento, los ciudadanos continúan tomándose su cañita con pincho de tortilla a eso del mediodía y aquí no ha pasado nada. Pero tal preocupación por los negros augurios de aquellos que están detrás de una barra ha quedado sustituida por otro desasosiego hispano, el que se manifiesta por los sufridos conductores ante la obligatoriedad desde el próximo lunes de tener que circular como máximo a 110 kilómetros a la hora en las autopistas de nuestra piel de toro. En ese sentido, quiero hacer referencia a un artículo, “El gasógeno de Zapatero”, publicado por Manuel Martín Ferrand en República de las Ideas.es, donde señala, y señala bien, que “si al Gobierno, que ya tiene demostrada su total incompetencia, le quedara algo de vergüenza torera, habría justificado el límite de los 110 con razones de seguridad vial, tan inconsistentes como las del ahorro energético, pero mucho más nobles en su aspecto e irrefutables en su argumentación. Sospecho que si no ha sido así es porque el ya políticamente consumido Sebastián – desertor como jefe de la oposición en el Ayuntamiento de Madrid – es más bizcochable para el ridículo público que Blanco o Rubalcaba”.El Gobierno supone que un enfado ciudadano superpuesto sobre el anterior consigue que sólo se hable del último. Todo tiende a la estratificación. Y mañana, otra posible pataleta generalizada por cualquier medida gubernamental más peregrina obrará el milagro de que un nuevo debate nacional minimice los anteriores.

Cincomarzada


Hoy es día festivo en Zaragoza con motivo de la “Cincomarzada”, una efeméride que recuerda otro 5 de marzo de 1838, fecha en la que alrededor de 300 carlistas murieron defendiendo sus ideales. Al parecer, todo comenzó cuando Cabrera envió a Juan Cabañero a asaltar Zaragoza con dos mil ochocientos infantes y trescientos hombres de caballería con ánimo de saquearla. De hecho, consiguieron a duras penas ocupar parte de la ciudad ante la resistencia de los zaragozanos, que respondieron al ataque armados con cuchillos, armas de caza y agua hirviendo. Tras el fracaso carlista, se añadió al escudo de Zaragoza el título de "Siempre Heroica". La anécdota que se contaba sobre Cabañero era que, nada más ocupar la ciudad, entró en una chocolatería y pidió un tazón de chocolate caliente. Pero la inminente retirada, ante la amenaza de la llegada de tropas isabelinas le hizo huir sin haberlo probado. Dos años después, unido a Espartero tras el Convenio de Oñate, entró de nuevo en Zaragoza formando parte de las tropas isabelinas que habían de combatir a Cabrera en El Maestrazgo. Los zaragozanos, al verlo desfilar por sus calles, le gritaban: “¡Cabañero, que se te ha enfriado el chocolate!”. Pues bien, con la llegada de la Democracia se recuperó la fiesta y, desde entonces, es costumbre que los ciudadanos que así lo desean acudan a uno de los parques habilitados para celebrar el acto, si el tiempo no lo impide, con comidas campestres. Por fortuna hoy ha salido el sol, que luce espléndido. Yo he preferido aprovechar la mañana para pasear por las calles del casco viejo y entrar en La Lonja para poder gozar con una exposición de pinturas de Daniel Quintero que me ha parecido brillante.

viernes, 4 de marzo de 2011

Estulticia política


Todos los españoles estamos muy preocupados por el alza del crudo. Las medidas adoptadas por el Gobierno en el último Consejo de Ministros respecto al límite de velocidad en las autopistas, la adopción de lámparas de bajo consumo para iluminar las ciudades y la subida del precio de la gasolina parecen todas ellas necesarias en tiempos de dificultad económica. Pero hay ciertas cosas que no termino de entender. Por ejemplo los plazos dados a las ciudades y pueblos para acometer tal reforma de alumbrado. El ministro Sebastián, responsable directo de que haya más bombillas estancadas en las oficinas de Correos que cartas pendientes de entrega a sus destinatarios, ha señalado que “el Gobierno destinará 30 millones de euros para sustituir la iluminación convencional por bombillas de bajo consumo en los municipios de menos de 200 habitantes y que dará cinco años a los municipios de más de 25.000 para que cambien su iluminación”. Sebastián debería saber que en la mayoría de las aldeas españolas de menos de 200 habitantes la iluminación de sus callejuelas brilla por su ausencia y que el número de lámparas encendidas por la noche pueden contarse con los dedos de una mano. Pero, además, la prórroga de cinco años para el cambio de luces en ciudades grandes se me antoja de excesiva dilación. Me da la sensación, conocido el percal, que los ayuntamientos con mayor densidad poblacional harán acopio de las subvenciones estatales prometidas y esperarán un lustro, o lo que haga falta, hasta que “las aguas revueltas de la crisis petrolera vuelvan a su cauce”, cambie la intención de voto como ya adelantan las encuestas, llegue otro alcalde de signo político contrario, se olvide el tema de las subvenciones de las lámparas, y aquí paz y luego gloria. Uno, que anda un poco despistado, ya no sabe si en este país hay que cambiar de bombillas, si debemos volver al candil y el quinqué, o si el ministro Sebastián va por la vida política de farol procesional. Otra de las medidas aprobadas hoy en el Consejo de Ministros es “la subvención de 20 euros para el cambio de cada neumático eficiente”. Como yo no sé que demonios es un neumático eficiente, he tenido que consultarlo. Y navegando por internet he encontrado la respuesta: “Los datos ofrecidos por Goodyear afirman que mejora la resistencia a la rodadura en un 13 por ciento, a la vez que reduce ese mismo 13 por ciento en el consumo de combustible relacionado con el neumático”. Y trata de aclarar el enredo afirmando que “los neumáticos son responsables de aproximadamente el 20 por ciento del consumo de combustible de un coche, lo que significa que, reduciendo ese porcentaje un 13 por ciento, el ahorro general sería de aproximadamente el 2 por ciento”. Asombroso. ¿Y el otro 5 por ciento? Que venga Pitágoras y me lo explique. No, mejor que me lo explique Sebastián, esa reencarnación de Thomas Alva Edison, que tanto supo de bombillas con filamento. Por cierto, el día de su muerte, el 18 de octubre de 1931, en West Orange, Nueva Jersey, como homenaje póstumo, fueron apagadas las luces de varias ciudades durante un minuto. ¿Haremos lo mismo los españoles el día que Sebastián abandone el Gobierno? Sería una buena idea que propongo desde ahora. No como homenaje a su figura política, que no lo merece, sino como muestra del desafecto ciudadano a la estulticia.

jueves, 3 de marzo de 2011

Gabilondo sabe lo que dice


Me entero de que ha fallecido de malaria el piloto, Peregrino García Pérez, que llevó a Guinea Ecuatorial el mes pasado a José Bono y a su séquito. Lo raro es que sólo le haya picado el mosquito fatal a él. Eso confirma que los políticos están inmunizados de malaria y hasta de la leismaniosis. Toman con el desayuno su ración de miltefosina y no hay quien los mate. Recuerden el viajecito de Esperanza Aguirre a Bombay, cuando regresó ella sola, dejando al resto del séquito tirado en el aeropuerto. A Esperanza Aguirre le salvaron los calcetines blancos, que la camuflaron de Capitán Araña. De eso no hay duda. Iñaki Gabilondo, que los mata bien muertos, como decía aquel anuncio de “Raid” contra los mosquitos, ha hecho unas declaraciones, con motivo de la presentación de un libro suyo, “El fin de una época”, donde ha aprovechado para largar al público que le escuchaba que “el ansia de notoriedad, los niveles de audiencia, la competencia y las tácticas utilizadas para conseguir más audiencias, disfrazadas de ideología”, están acabando con el periodismo entendido como tal, para terminar diciendo que, “actualmente, la industria de la comunicación vive sometida a la lógica empresarial y en nombre de este sistema se despide o no a la gente, se incorpora o no a más trabajadores”. Para Gabilondo, “el peor enemigo de la libertad de expresión es el paro". Ha dado en la diana. Los periodistas bailan al son que toca el que paga. Un ejemplo: Julio Ariza y el vergonzoso corifeo de “el gato al agua”. Por otro lado, es evidente que cuando un periódico de ámbito regional, pongamos por caso, perteneciente a una sola familia desde hace un siglo pasa por malos momentos, tiene tres opciones: la primera de ellas, la más drástica, consiste en ordenar que el último redactor apague la luz antes de cerrar la persiana para siempre; la segunda, integrarse dentro de otro grupo empresarial del mismo sector aunque más solvente. Claro, con esa segunda solución, aunque sea salvadora, la familia propietaria pierde soberanía sobre el medio; y, una tercera, la más recurrente, consiste en acudir a determinadas cajas de ahorro de ámbito regional para que “devuelva favores” y participe con un aporte importante en su capital social, por ejemplo, que obliga a una cesión accionarial del 30 por ciento. A partir de ese momento la empresa sobrevive y continúa llegando cada amanecer a todas las ciudades y pueblos de la Comunidad Autónoma. Pero “el favor” habrá que devolverlo por pasiva, o sea, será necesario pagar el peaje de pasar por alto las corruptelas de los políticos de turno, saber echar el incensario con devoción de novicia, no morder la mano que te da de comer y evitar denunciar “malas prácticas” de la entidad de crédito recién entrada en el accionariado, por más que esas malas prácticas, aunque hayan escapado al control del Banco de España, sean notorias. No digo nada nuevo si afirmo que las cajas de ahorro en España están manejadas por políticos nada menos que desde el trienio liberal (1820-1823) y, para asombro de los impositores, no se ven en la necesidad de rendir cuentas a los accionistas, por la sencilla razón de que no los tienen, y porque se rigen por la “ley de sociedades limitadas de carácter fundacional”. Todo un disparate. A partir de ahí, saquen sus propias conclusiones. La mía está clara: Gabilondo sabe lo que dice. ¿Estamos todos prostituidos? No lo sé. Quizás sea cierto lo que mantiene mi amigo: que todo tiene un precio, hasta en época de rebajas.