sábado, 26 de marzo de 2011
Botín, a tus negocios
Me parece excelente, como señala El País, que “el tono constructivo haya presidido la reunión que durante cuatro horas ha mantenido hoy el jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, con líderes de las principales empresas españolas y las patronales CEOE y Anfac”. España debe salir cuanto antes de su situación caótica. Pero, al margen de esta consideración, tras haberse reunido hoy Rodríguez Zapatero por segunda vez con esos empresarios, a mi entender, no deben ser ni los empresarios ni la Conferencia Episcopal Española, ausente en esta ocasión, quienes marquen las pautas en temas políticos. Si Botín, Alierta, González y el resto de esos “44 dueños de España” quieren hacer política, deben presentarse a las elecciones en listas cerradas por un determinado partido político. Empresas como las que maneja Botín, que declaran al Fisco cada año más de 12.000 millones de euros de beneficio en un Estado donde nos acercamos a la vergonzosa cifra de 5 millones de parados, demuestran a las claras que ese señor no tiene la autoridad necesaria para recomendar al presidente del Gobierno que “no desvele su futuro hasta 2012” ni tampoco tiene autoridad para “señalar el camino” a aquel político que, por encima de si lo hace bien o mal, tiene el ineludible compromiso de gobernar por mandato de todos los españoles. España, cuya Constitución señala que es una Monarquía Parlamentaria, pero que funciona en la praxis como una Oligarquía de Partidos (al disponer de listas de candidatos cerradas en función de los deseos de los aparatos de los partidos), no puede ahora hacer otra “metamorfosis” para cumplir los deseos expresos de los dueños del dinero. Porque, de ser así, la configuración constitucional en su forma de Estado tendría otro nombre. Es curioso que determinados empresarios poderosos, esos que están en la mente de todos, se encuentran más a sus anchas en gobiernos de izquierdas que en gobiernos de derechas. ¿Acaso son los políticos de izquierdas más pusilánimes? Rotundamente no. Lo que sucede, a mi entender, es que la Banca, como sucede con la ruleta francesa de los casinos, siempre gana, manden unos o manden otros otros. Ganaron con Felipe González, con el “ladrillo” y todo lo que ello significó en la época de Aznar y también ahora, con Rodríguez Zapatero; pese a estar sobrellevando los españoles la peor crisis económica desde hace 80 años. Algo parecido sucede, como indicaba al principio, con la Conferencia Episcopal. Cuantas más prebendas se les conceden desde el Gobierno y con el dinero de todos, más desbarran desde los púlpitos, o en las homilías dominicales. Su voracidad depredadora “para las cosas de este mundo” es insaciable. Es, no sé, como si cada día que pasa nos echasen en cara a todos los ciudadanos sus personales desajustes y el quebranto de poder que detentan hoy con respecto al logrado con el “nacional-catolicismo” tras la Guerra Civil. Nunca un palio bien erguido, un brazo bien levantado (además del amojamado brazo de santa Teresa) y un incensario bien aventado fueron tan milagrosos como en tiempos del caudillo. Pero los funcionarios del Cielo, como decía Cela, han cometido tantos desatinos al confundir el fuero con el huevo que son incapaces de adaptarse a los tiempos que tocan y de prescindir de la soberbia. En suma, Rodríguez Zapatero deberá marcharse cuando lo considere oportuno, pasando por alto lo que diga Botín o su porquero. Conque menos corbatas y tirantes colorados y menos ínfulas a la hora de marcar pautas al presidente del Gobierno. A la gente de esa ralea siempre le gusta apostar a caballo ganador. ¡Qué poco se fían de Rajoy! Ya su abuelo, el de Botín, se puso la medalla de haber descubierto las Cuevas de Altamira, cuando en realidad las descubrió un pastor montañés. Su epulónica riqueza es directamente proporcional a la ruina de millones de españoles. Analicen las causas.
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