martes, 15 de marzo de 2011

Somos ingobernables


Cuando Amadeo de Saboya, hombre peligrosamente gafe, renunció al Trono de España manifestó a Ruiz Zorrilla que los españoles eran ingobernables. El generoso rasgo de que la reina, María Victoria del Pozzo, diese de mamar a un bebé que lloraba en el paseo de caballos de El Retiro en brazos de una madre, al parecer con poca leche que poder ofrecerle a la criatura, no fue suficientemente valorado por los madrileños. Ahora, Claudia Roth, líder del Partido Verde alemán, acaba de señalar en una entrevista que la energía nuclear es ingobernable. José María Aznar, que ni está en la política activa ni se le espera, días antes del desastre japonés de Fukushima apostaba públicamente por la creación de más centrales nucleares en España. Aznar no es peligrosamente gafe, es peligrosamente soberbio. De Cospedal, en línea con FAES, no con la empresa farmacéutica sino con esa fundación que trabaja en el ámbito de las ideas conservadoras, a preguntas de un periodista comentó que no le importaría que en nuestro país hubiese más centrales nucleares, pero lejos de su territorio. Esa respuesta de la aspirante a la presidencia de Castilla-La Mancha demuestra a las claras que De Cospedal sabe de energía nuclear lo mismo que sé yo sobre la cría del urogallo. El PP en forma de albatros, o de gaviota, vuela tan alto sobre las últimas encuestas publicadas que no acierta a distinguir con precisión entre una nube radiactiva y una balsa de purines en el desierto de los Monegros. Y la televisión de Julio Ariza achuchando al sabueso desde las ondas, que es lo suyo. Rajoy, que lee “Marca” y que alarga el brazo por la ventanilla del coche blindado para dar un euro a un tipo que hace juegos malabares en los semáforos madrileños, manifiesta que “los sondeos están bien, pero que el partido está cero a cero”. Rajoy en ratos libres lee “Marca” y los relatos históricos contemporáneos de Natalio Rivas. Como la reina María Victoria del Pozzo, es de espíritu desprendido. Entrega un donativo al malabarista pero no se desabrocha la camisa y enseña la tetilla. Quedaría feo. Tampoco ignora que el PSOE tiene una baza maquiavélica en la manga, consciente del cansancio de los ciudadanos por los temas políticos. ¿Y si fomentara la abstención? Supongan que, llegado el día, gran parte de los españoles se quedaran en casa y “pasaran” de votar. Al PP se le podría complicar el hasta ahora predecible triunfo en las urnas, ya que las coaliciones de gobierno con otros grupos de la Cámara no son su fuerte. De haberlo sido, hace tiempo que ese partido hubiesen llevado a cabo una moción de censura, o sea, hubiese aplicado el verduguillo de descabello en las cervicales de Zetapé, pero teme un imprevisto gañafón del animal herido de muerte y está al tanto de que hasta el rabo todo es toro.

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