El nombramiento de Alberto Oliart para sustituir a Luis Fernández al frente de RTVE ha causado sorpresa, no por su sabiduría, que la tiene, sino por su avanzada edad. Entrar en las aventuras de Salgari para sacar adelante una televisión sin anuncios a partir de enero, con 81 años sobre sus espaldas, demuestra que Oliart tiene más valor que el Alcoyano. En estos tiempos, en los que a los cuarenta años te consideran viejo para ser un ejecutivo agresivo; en unos momentos, digo, en los que a los cincuenta años ya no puedes pertenecer a la plantilla de TVE, como ha quedado demostrado con la reciente “limpieza” del Ente, queda como “raro” que Rodríguez Zapatero y Rajoy se hayan puesto de acuerdo en algo. Pareciera que hubiesen hojeado el Cambio 16 de los tiempos de la Transición y se hubieran fijado en un miembro del equipo de Suárez.
--Mira bien, Mariano. ¿Qué ves por ahí?
--A ver, a ver... Abril Martorell está muerto, Areilza también, Reguera Guajardo..., Fernando Liñán, González Seara..., no veo nada con sustancia, José Luis. ¿Por qué no miras tú? Oye, ¿y si pusiéramos a Fraga?
--No, Mariano. A Fraga lo dejaremos en el banquillo para mejor ocasión. Tal vez iría bien para el cargo de director general de las Apuestas del Estado, ya sabes, la primitiva y esas cosas. Si no quiere, se lo diremos a Carrillo, que está hecho un chaval.
La sepultura de Tutankamon está de obras, González Correas ya nos advirtió en el siglo XVII que tal es el yerno como el sol de invierno y las maratónicas meteduras de pata no tienen freno. Sólo faltaría que ahora se pusiera Marcelino Camacho el jersey de cuello alto y nos hiciera una huelga general. Mariano, la historia puede repetirse. Solo faltaría que se reencarnaran Antonio Fontán y Manuel Cantarero del Castillo. Escucha, nombraremos a Oliart y que salga el sol por Antequera.
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