domingo, 9 de enero de 2011
La historia novelada
Se ha puesto de moda utilizar temas históricos para, una vez novelados convenientemente, enviarlos a certámenes de prestigio. En Aragón contamos con dos escritoras “maestras” en el arte de novelar la historia: Ángeles de Irisarri y Magdalena Lasala. Lo que señalo viene a cuento del último Premio Nadal, “Donde nadie te encuentre”. Alicia Jiménez Bartlett utiliza la figura de Teresa Pla Meseguer, alias La Pastora, para poner en escena la vida de una mujer de ambigua sexualidad enrolada en el maquis en la zona del Maestrazgo, posteriormente contrabandista, condenada a muerte y amnistiada. Murió en 2004 en casa de un carcelero que la acogió al quedar libre. Para entonces ya tenía identidad de hombre y para los vecinos era Florencio. Novela escabrosa que habrá que leer cuando se encuentre en las librerías para avanzar en la comprensión de los negros años de posguerra, en los que dos semanarios contrapuestos encandilaron a los españoles: “La Codorniz” y “El Caso”. En el primero de ellos se traducía en agrio humor todo lo que estaba tachado por la censura y que sólo podía leerse entre líneas; en el segundo, se producían recreaciones de los más horrendos crímenes sabiamente sazonados por Margarita Landi, Enrique Rubio y Mariano R. Boix, que nos adentraban en los escenarios de los acontecimientos con toda su crudeza. Así, por ejemplo, recuerdo ahora el asesinato de la prostituta Carmen Broto en la Barcelona de 1949, cuyo cadáver apareció enterrado y con la cabeza abierta tras ser golpeada con un mazo, y en cuya autoría se implicó a importantes personajes de la vida política y de la Iglesia Católica; o el famoso “caso Jarabo”, en 1959. “El Caso”, de sección fija del diario “Madrid” pasó de la mano de Eugenio Suárez a semanario, "con la condición de no publicar más de un asesinato español por semana". Ahora, como digo, está de moda la historia novelada, ese género que tan sabiamente manejaron desde Gonzalo de Berceo con su “Vida de Sancto Domingo de Silos”; Dudwig Pfandl, con “Juana la Loca”; o Antonio Larreta y su “Volaverunt”.
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