domingo, 2 de enero de 2011
Títeres de cachiporra
Ignacio Camacho, en las páginas del diario ABC, al referirse a España traza un panorama desolador. Es lo más parecido a la Roma gobernada por Rómulo Augústulo, o a los últimos días de Pompeya. Para Ignacio Camacho se está produciendo ahora el final de carrera de una casta política que jugó durante demasiados años a eso mismo que jugaban los nuevos ricos, hasta el día en el que se les acabó “el pelotazo” con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Bajo el título “El hombre que fue presidente”, Camacho señala que Rodríguez Zapatero es un zombi, un espectro que pasea por La Moncloa despojado de todo poder, “que vaga por los rincones de un Estado que ya no dirige”. Sin decirlo, hace referencia a su valido, Pérez Rubalcaba, que mueve los hilos de la marioneta Zapatero a su antojo en este teatrito de cachiporra. Para Camacho, “la sociedad le ha vuelto la espalda, su partido lo da por amortizado y sus colegas de Europa le cursan órdenes por correspondencia. La única facultad que conserva es la de decidir el momento de su propio relevo, que hasta sus correligionarios desean que abrevie cuanto pueda”. Ante este desolador panorama político, es difícil que el Gobierno se mantenga en pie todavía un año. Los signos de putrefacción de un cadáver político comienzan en el momento en el que desaparecen los aduladores. ¿Dónde están ahora aquellos artistas que doblaban el dedo índice sobre la ceja? Sí, esos: Joaquín Sabina, Pilar Bardem, Ramoncín, María Botto, Miguel Bosé, Cayetana Guillén… La única excepción es la de Ángeles González-Sinde por razones obvias.
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