lunes, 1 de agosto de 2011
Confesionarios
Dentro de pocos días, el Parque del Retiro se llenará de confesionarios blancos en forma de veleros, para que los jóvenes que acudan a ver al Papa puedan confesarse, sacramentarse a tope y quedar más limpios que la patena de la Capilla Sixtina, en treinta idiomas diferentes. La Jornada Mundial de la Juventud, de cinco días de duración, será como la Contrarreforma frente a los indignados del 15-M. Los indignados pedían al Gobierno y al Parlamento que cambiaran ciertas leyes retrógradas. Los jóvenes de esta Contrarreforma sonreirán al paseante, se colocarán vistosos escapularios, ondearán banderas victoriosas al paso alegre de la paz y jalearán guitarra en ristre aquellas canciones tan tiernas que otrora nos ofreciera María Ostiz en la pequeña pantalla cada sábado después de cenar, junto a Franz Johan, Gustavo Re y la perrita Marilyn; o sea, “Un pueblo es”, “Aleluya del silencio”, “No sabes cómo sufrí”, etcétera. Unas canciones, más edulcoradas que las gaseosa de sobre “El tigre”, que producían un raro orgarmo masoquista a unos tipos que leían “Camino” antes de acostarse y que hacían el amor a la luz de la lamparilla de la Virgen y con el sólo deseo de procrear hasta el infinito. Los indignados del 15-M montaron tiendas de campaña en la Puerta del Sol hasta el día en el que se dieron cuenta de que habían llegado al final de la utopía y se habían topado de frente con un muro de papel pintado, como Jim Carrey en “El Show de Truman”. Los curas de la Jornada papal, podrán absolver pecados mortales en cadena y en diversas lenguas en esos aerodinámicos confesionarios vanguardistas y de color blanco que un carpintero de Ávila, Emilio Úbeda, ha fabricado con celeridad para el evento ratzingerino. Según este artesano abulense que, además de colocar sus confesionarios a partir del próximo día 8 de agosto, también opina, ya ha comentado a los medios que “se espera que el Papa confiese a 20 jóvenes el 20 de agosto”. No sé que tendrá el número 20, pero se ha puesto de moda. Personalmente pediría al alcalde Ruiz Gallardón que dejase los confesionarios instalados en los jardines del Retiro hasta pasado el 20-N, para que Dios nos pille confesados. Los confesionarios del Parque del Retiro serán como las tiendas de campaña de los indignados del 15-M, pero donde se limpiará y se dará esplendor a las almas de los jóvenes asistentes sin tener que opinar en asambleas ni morir en la folla del sistema. Esos cojones vaticanos, en Somalia.
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