jueves, 10 de julio de 2025

Sevilla, de 1929 a 1992

 

 

Javier Rubio, en un suelto de ABC de Sevilla  recuerda a los lectores que “la Exposición Iberoamericana (coincidiendo con la Exposición Universal de Barcelona) la clausuró el entonces príncipe de Asturias, Alfonso de Borbón, el 21 de junio de 1930, algo más de un año después de su solemne inauguración en la Plaza de España, de estilo neoclásico, aunque acabó realmente el 8 de julio con un banquete, el que ofreció, en el Casino la comisión permanente del Comité del certamen a los comisarios”. Pero hecho el balance de aquel evento resulta que días posteriores se dieron muchas conferencias en el Ateneo a fin de analizar sus resultados. Destacó el discurso del que fuese alcalde entre 1916 y1917, Manuel Hoyuela, donde hizo una crítica demoledora: “Banquetes, fiestas y discursos: mucho entusiasmo, mucha expansión, mucho cariño, que al final de cada acto quedaba esfumado como la espuma del champaña; pero no se estableció, al menos que yo sepa, ninguna relación de carácter permanente entre centros científicos, literarios, artísticos o sociales de España o siquiera de Sevilla, con otros de análoga naturaleza de los estados americanos concurrentes al certamen”. Dicho de otra manera, aquella Exposición Iberoamericana no sirvió para nada de fuste, salvo para hacer la Plaza de España y el Paseo de la Palmera, donde todavía pueden verse algunos palacetes de la época. Unos años antes (en 1916) se proyectó el “Hotel Alfonso XIII” y en 1929 se inauguró el “Hotel Majestic” (hoy “Hotel Colón”) el “Hotel María Cristina”, derribado en  los años 70, y algún otro ya desaparecido. También se inauguró el “Teatro Lope de Vega”, la Estación de Córdoba, y se comenzó la construcción de lo más tarde sería el barrio de Heliópolis. En resumidas cuentas, aquella Exposición Iberoamericana tuvo un impacto económico negativo para Sevilla. Provocó una inmigración descontrolada y los correspondientes problemas de vivienda. Por si ello fuese poco, las deudas municipales contraídas tardaron 30 años en ser saldadas. El ‘boom’ turístico resultó ser un fracaso estrepitoso. Lo cierto fue que hasta el golpe de Estado de 1923, como bien señalaba Leandro Álvarez Rey, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Sevilla, a Alejandro Luque (Eldiario.es 28/04/22);Sevilla se desarrollaba en el marco de la Restauración, con una política caciquil llamada a sostener la monarquía que venía representada por dos grandes partidos, los liberales encabezados por Pedro Rodríguez de la Borbolla y los conservadores de Eduardo Ybarra González. Primo de Rivera, con una política de grandes obras públicas, decidió que tanto la Exposición del 29 como un proyecto similar que hay en Barcelona pasen a convertirse en el escaparate de los logros y bondades de la dictadura. Con todo, se puede decir que el siglo XX sevillano es el de una ciudad entre dos exposiciones, aunque la del 29 y la del 92 no tuvieron nada que ver entre sí”. Por supuesto, tampoco pudo sostenerse la Monarquía. Y pasó lo que por lógica tenía que pasar, que en 1931 Alfonso XIII tuvo que poner pies en Polvorosa para no terminar como el gallo de Morón.

 

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