Ayer, día 6 de julio, víspera de san Fermín, se tiró como de costumbre el chupinazo desde el Ayuntamiento de Pamplona. Acontecimiento que la web oficial señala erróneamente como inicio de esos festejos populares en 1941. Falso a todas luces y sin deseos de ser rectificado. Desconozco el motivo de esa cerrazón. Con el comienzo del siglo XX se empezaron a lanzar los primeros chupinazos de forma espontánea en la Plaza del Castillo. Por entonces las autoridades municipales, acompañadas de maceros, gigantes, músicos y público iban a hasta iglesia de San Lorenzo a las vísperas y completas en honor de ese santo, aunque no fuese el patrono de la ciudad, que lo es el mártir san Saturnino desde 1611, también conocido como san Cernin (Saturnino en accitano) cuya fiesta se celebra cada 29 de noviembre. Un santo que tiene dedicada una de las más antiguas iglesias de la capital de Navarra y que dispone en su campanario de una curiosa veleta en forma de gallo. Pues bien, fue después de terminada la guerra civil (1940) cuando el teniente de alcalde Joaquín Ilundáin y el periodista José Mª Pérez Salazar propusieron al entonces alcalde, José Garrán Moso, que el chupinazo se tirara oficialmente desde el balcón del Consistorio. En su novela “Fiesta” (1926) Hemingway describía desde la terraza del “bar Iruña” el lanzamiento del cohete volador que anunciaba la fiesta, y así lo plasmó en su novela: “Al mediodía del domingo, 6 de julio, la fiesta estalló. No hay otra manera de describirlo”. Joaquín Arazuri contaba que en los ‘años veinte’ ya se congregaba público (y reproducía fotografías de 1924 y 1926 con los espectadores mirando a cámara, bien apiñados junto a los cohetes, y entre ellos personajes conocidos como Juan Echepare Aramendía o Raimundo García, que utilizaba el seudónimo periodístico de Garcilaso, siniestro individuo nacido en León y que tuvo un protagonismo importante en el preludio del golpe de Estado dirigido por Emilio Mola. A partir de 1931 Echepare (en la foto), estanquero de la calle Mayor de Pamplona, logró que le dejaran prender la mecha del chupinazo y le dio mayor ceremonia al acto. Aparecía trajeado, encorbatado y con sombrero en una foto de Galle publicada el 7 de julio en Diario de Navarra con el pie: “Momento de disparar el primer cohete de las Fiestas”. En otra foto, parecida de 1934 y publicada por Arazuri, Echepare casi queda oculto tras una cortina de humo pirotécnico. El 7 de julio de ese mismo año, también, un cronista de Diario de Navarra, lamentaba que no hubiese repique general de campanas como había ocurrido en tres años anteriores. Pero Echepare, militante de Izquierda Republicana, dejó de disparar el chupinazo en 1936 por causas ajenas a su voluntad. Unos falangistas malnacidos le “dieron el paseo” y sus restos nunca aparecieron.. No volvieron a celebrarse las fiestas de san Fermín hasta 1939. En una foto de Joaquín Ilundáin, que sería teniente de alcalde unos meses después, como decía, éste dispara el chupinazo y aparece en la foto de Zubieta y Retegui con José Mª Pérez Salazar que, como él, era colaborador del diario falangista Arriba España, y varios militares uniformados. Al año siguiente repite y ambos, Ilundáin y Pérez Salazar, proponen al alcalde dar más solemnidad al acto y disparar los cohetes desde la Casa Consistorial. En 1941 el chupinazo, el primero de la cuenta oficial, lo dispara también Joaquín Ilundáin, no el alcalde como dice la web municipal. Aquel año aparece Joaquín Ilundáin, que sería teniente de alcalde unos meses después, disparando el chupinazo en una foto de Zubieta y Retegui acompañado de José Mª Pérez Salazar, entonces colaborador del diario fascista Arriba España, y de varios militares uniformados. Al año siguiente repiten; y ambos, Ilundáin y Pérez Salazar, proponen al alcalde dar más solemnidad al acto y disparar los cohetes desde la Casa Consistorial, como decía líneas más arriba. En 1941 el chupinazo ya se efectuó desde el balcón del Ayuntamiento. Costumbre que continúa vigente.
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