lunes, 21 de septiembre de 2009
EL SONIDO DEL SILENCIO
Una infección por legionella ha sido al parecer la cusa de la muerte, el pasado sábado en Aosta, de Tomás Pollán Santamaría, hombre infatigable, profesor culto y comprometido de lleno con la Democracia, por aquellos años sólo una utopía, durante los tiempos más lóbregos del franquismo. Se cerraban periódicos, se imponían multas millonarias, se conducía al TOP por nimiedades, se torturaba en las comisarías, se ingresaba en prisión sin juicio previo por estar en posesión de una “ciclostil” y se segaba de cuajo cualquier atisbo de libertad. Las hemerotecas de “Doblón”, “Posible”, “Sábado Gráfico”, “Andalán”, “Contrastes”,o “Cambio 16”, de aquellos ejemplares no secuestrados, dan buena cuenta de ello. Eran los terribles tiempos de León Herrera y de un búnker que se enrocaba en las salas de banderas de los cuarteles, en las páginas del diario “El Alcázar”, y en el “espíritu del 12 de febrero”, con el recuerdo de la presentación pública en las Cortes del programa del presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, donde se prometía la remisión a las Cortes de un nuevo proyecto de Ley de Régimen Local que incluía la elección democrática de los alcaldes y presidente de diputación y un desarrollo de la Ley Sindical, así como un Estatuto de derecho de asociaciones políticas. “No estás solo, compañero, no estás solo”, decía una canción de Raimon a quiénes sufríamos en nuestras carnes aquella miserable trata de huérfanos, o sea, a quiénes éramos conocedores de que la justicia no está reñida con la libertad. Que la está reñido con la justicia es la injusticia. Este hombre incansable estuvo varias veces en la cárcel por motivos ideológicos. Tomás Pollán Santamaría era licenciado en Física y profesor titular de Tecnología Electrónica de la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Industrial de la Universidad de Zaragoza. En 1985 fue nombrado vicerrector de Coordinación de Centros, dentro del equipo del entonces rector Vicente Camarena. Desarrolló para la empresa Balay el sistema de inducción para las primeras cocinas que salieron de la factoría de Zaragoza, así como distintos microprocesadores digitales. Como persona se distinguió por la lucha por las libertades, participando en muchas huelgas estudiantiles durante su militancia en la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT). En 1977 , al no estar legalizada esa organización, participó dentro de la llamada Agrupación Electoral de Trabajadores de Zaragoza, junto al Sindicato Unificado (SU). Encabezaban las listas Fernando Gimeno Marín (en la actualidad vicealcalde en el Ayuntamiento de Zaragoza por el PSOE) y Gustavo García, reciclado también en el PSOE y que, al presente, si la memoria no me falla, es el responsable del Albergue Municipal. Entre los primeros de la lista estaba el nombre de Tomás Pollán Santamaría. Según me consta, en las elecciones municipales de 1979 estaban los tres en otra lista, aunque sólo unos días antes la retiraron en apoyo del PTE, partido al que se integraron los miembros de la ORT que, posteriormente, al desaparecer éste, se pasaron al PSOE o Izquierda Unida. Tomás Pollán fue a la cárcel, como decía al principio, por motivos ideológicos. Según tengo entendido, la ORT lanzó mensajes contra la Ley de Reforma Política de 1976. La policía detuvo a dos jóvenes que repartían propaganda y hacían pintadas en las paredes. Enterado el compañero Pollán de semejante atropello, no dudó en acercarse a los juzgados y declarar ante el juez de guardia que él también había participado, llevando en su coche a sus compañeros detenidos. El juez, sin dudarlo, lo envió a la cárcel de Torrero. A los pocos días, gracias a Ramón Sáinz de Varanda, fue excarcelado. Sáinz de Varanda llegaría a ser años más tarde el primer alcalde democrático que tuvo Zaragoza desde 1936.
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