miércoles, 2 de septiembre de 2009

LA GRIPE QUE VIENE

Ahora resulta que no hay vacunas contra la gripe A para todos los españoles. Sólo para niños, ancianos, mujeres embarazadas y personal sanitario en contacto con enfermos. Se aplica la política del capitán del Titánic para subir a los botes salvavidas, o sea, las mujeres y los niños primero. El resto de los ciudadanos, que se acerquen a los quioscos de los parques para escuchar cómo la banda de música interpreta “Nearer, my God, to Thee”, o que esperen sentados junto a los proís de los muelles y con un flotador puesto por si apareciese el “Carpathia”.
--Está más cerca el “Californian”.
--Sí, pero dentro están de guateque y no escuchan las señales de radio. Zapatero baila la pachanga con Trinidad Jiménez y José Blanco mueve el esqueleto con Carme Chacón.
--¿Y Pérez Rubalcaba?
--Ah, eso ya no sabría decirle. Posiblemente esté buscando a Maite Aranalde.
De todas formas, los sexagenarios estamos de suerte. Como de niños tuvimos la gripe asiática y, además, merendábamos sardinas en salazón de tabal de madera, estamos inmunizados contra el virus H1N1 siempre que no mute y se haga más virulento, como aconteció con José María Aznar en las Azores. Un médico amigo me ha contado que sólo será necesario que a quiénes ahora estamos fuera de la lista de la Trini, ay mi Triniá, la de la Puerta Real, nos pongan la vacuna de recuerdo, pero que eso se arregla con una copita de anís del Mono en desayuno, comida y cena, como hacíamos con el Tosidrín.
--No sabes lo tranquilo que me dejas, chiquillo.
--Me alegro. Ya sabes, a grandes males, grandes remedios.

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