jueves, 3 de septiembre de 2009

GADAFI

Muamar al-Gaddafi, más conocido como Gadafi es todo un friki. Resulta que, como Libia asumirá la presidencia de la Asamblea General de la ONU durante un año, ya ha dejado claro que su principal deseo no es otro que la desaparición de la Confederación Helvética. Para Gadafi, “Suiza es una mafia mundial y no un Estado”. Me gustaría poder escucharle en directo el próximo día 23 tras el discurso de Obama, que hará de telonero, haciendo un monólogo al estilo de Alfredo Urdaci o de Enrique San Francisco. Es de suponer que para entonces ya habrá liberado a los dos ciudadanos suizos secuestrados desde junio de 2008, por los que pide rescate.
Este hombre, de túnica oscura y tocado de fez, como Emilio el Moro y un primo mío que hizo la mili en un tabor de Regulares llamado los Tiradores del Rif, sólo falta que nos cante eso de “Esperanza, Esperanza, tiene cara de perro pachón”, bajo el sombrajo de la jaima en lugar de ir al grano, o sea, de que hable del reparto de Suiza entre Alemania, Francia e Italia. Los relojes, si no les hacen mucha falta, los puede traer para España, para que los vendan los negritos del barato, barato, en las playas, que el tema del turismo este año ha estado un poco chungo.
Este Gadafi debería abstenerse de dar ideas sobre repartos territoriales, que los presidentes de las diecisiete Comunidades Autónomas de este país se pasan el día poniendo oreja, y luego pasa lo que pasa. Uno, queriendo anexionar Navarra al País Vasco; otro, pregonando que el Ebro es suyo; los de Cartagena añorando un Cantón auspiciado por Antonete Gálvez, que duró seis meses; y muchos barrios rurales demandando segregarse de las capitales respectivas que les fríen a impuestos. Lo de las diecisiete autonomías tampoco es nuevo. El proyecto de Constitución Federal proponía una idea de España articulada en diecisiete Estados, Cuba y Puerto Rico incluidos. El dinero de los bancos suizos, si no se efectúa una declaración “ab intestato” de Francia, Alemania e Italia, pueden donárselo a Rodríguez Zapatero como pariente colateral, una vez comprobado que no existe declaración de “últimas voluntades”. Los españoles, con la hipoteca al cuello y a la espera de los 420 euros prometidos, ya damos por hecho que, con semejante herencia, los brotes verdes atisbados por la ministra Salgado Wood darán paso directo a “esplendor en la hierba”, al más genuino estilo de Elia Kazan.

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