Señala Félix Monteira, respecto a la crisis económica, que “la estrategia de Zapatero es resistir este otoño hasta que llegue el repunte”. Pero ese vaivén de los ciclos está poniendo a prueba la resistencia de los españoles. Unos, los felices pocos de ellos, optan por los “sicav”, inventados por Aznar para evitar, según en su día entendió la Derecha, que los grandes capitales de este país pudieran tomar las de Villadiego con rumbo a exóticos paraísos fiscales. Otros, la inmensa mayoría, los “mileuristas” que nos conformamos con que no baje la persiana del taller y con ver por televisión a Belén Esteban y a Kiko Matamoros mañana, tarde y noche, escuchamos mensajes contradictorios entre miembros del Gobierno; nos atamos los machos para afrontar, utilizando la asepsia a modo de trinchera, una gripe A que ya parece el cuento del lobo, y nos fijamos de pronto en que asoman los brotes verdes de un repunte de meretricio callejero, y que, además, conviene reformar la edad penal a los 12 años, según propuesta del Partido Popular presentada el pasado día 3 en el Congreso de los Diputados. La alarma social se ha disparado, y ese búnker político y mediático, que se la atrapa con papel de fumar y que pretende que los chavales sólo puedan conectarse a Facebook o Tuenti si presentan el DNI y un permiso paterno, no tiene empacho alguno en llenar páginas con anuncios degradantes, donde el tántrico, el tailandés, el “beso negro” y la “lluvia dorada” son parte de la mercancía ofrecida para que corra el dinero y se aminore el brete económico..
Como dato, la prostitución genera en España 50 millones de euros diarios. En ese sentido, escribe José Luis Alvite en el periódico La Razón (“Una boca entre las piernas”, 6.9.09): “Será difícil erradicar la prostitución de nuestras calles si antes no le ofrecemos un asentamiento alternativo y un tratamiento sensato que empezaría por reconocer que se trata de un asunto viejo y muy resistente al que con el transcurso de los siglos sólo se ha cambiado de catre, la medicación y el precio”. En otro punto del artículo, Alvite hace referencia a la preocupación de las feministas a ese respecto, es decir, a esa “aparente” preocupación de quiénes se acercan a la iglesia para cumplir el precepto de “oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar” con un periódico conservador preñado de “alarmas sociales” y anuncios infames bajo el brazo. Como digo, también hace referencia Alvite, puesto por él en boca de una meretriz no sé si piadosa: “Aunque no dudo de su buena fe, ni discuto su decencia, creo que las feministas radicales no me vendrían con esa historia de la liberación si comprendiesen de una puta vez que lo que tengo entre las piernas es la boca de mis hijos”.
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