martes, 6 de octubre de 2009

LA FATIGA DE VOLAR

Los pilotos aéreos dicen que la fatiga mina su seguridad y la de los pasajeros. Que desearían trabajar menos horas. Lo que no dicen nada es sobre bajarse el sueldo. Hombre, eso que lo diga un camionero tiene sentido. Vigilar la carga y descarga, poner la lona encaramado a la caja, estar pendiente del peso máximo autorizado, tener el tacógrafo en perfecto estado de revista, circular por unas carreteras infames, pagar el gasoleo a precio de jabugo, comer en leoneras del tres al cuarto y dormir en la constreñida litera de la cabina haga frío o calor, es una forma como otra cualquiera de ganarse el sueldo. Los camioneros tampoco pueden poner el piloto automático para charlar con la azafata, porque no llevan azafata, ni llevan ayudante que le cuente sus cuitas, ni duermen en hoteles de cinco estrellas, ni visten elegantes uniformes, ni ven otro mundo que no sea el del trayecto desde Usúrbil hasta un polígono industrial de Olivenza espinoso de situar. Eso sí, pueden poner el nombre de sus hijos en la visera delantera, verbigracia, Nagore eta Patxi, llevar una bandera sureña de la Guerra de Secesión americana en el respaldo, dar oídos a Perlita de Huelva en la casete y colocar con un imán la frase “papá, ven en tren” junto al cenicero, que siempre es un respiro además de un sarcasmo. Y, todo, por mil cochinos euros. Si les digo la verdad, a mí también me gustaría trabajar menos horas, para poder consagrar más tiempo a leer y a hacer crucigramas. Pero eso es lo que hay. Lo tomas, o lo dejas.

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