martes, 28 de diciembre de 2010
Cartas desde su celda
Parece que me estuviese refiriendo a la obra literaria de Bécquer. Pero no es así. Los políticos españoles se ponen muy nerviosos cada vez que el The Wall Street Journal cuenta alguna noticia sobre España, sobre todo si tal noticia se refiere a temas económicos. A mí no me causa ninguna impresión que desde el exterior, sobre todo desde el otro lado del Charco, se vea a nuestro país con una lente desenfocada. A veces aciertan en el diagnóstico. Otras veces patinan como si estuvieran bailando el fox-trot sobre una pista de hielo. Hoy martes, ese diario publica una carta facilitada por Arnaldo Otegi desde la cárcel bajo el título de «Grupo vasco hace oferta de paz». Que yo sepa, ETA tiene sobre sus espaldas 829 asesinatos en sus 42 años de existencia. Otegi señala en su comunicado, entre otras cosas, que «se encuentra preparada para abandonar la violencia y seguir una estrategia pacífica para crear un estado independiente vasco». En ese sentido, Pérez Rubalcaba ha estado firme en sus declaraciones: “el alto el fuego de 2006 demostró que la tregua no vale porque, al mismo tiempo que se negociaba con el Gobierno, se cometió el brutal atentado de la T-4, en el que murieron dos personas”. A mi entender no sirve el propósito de enmienda, aunque sea consciente de que por algo habrá que empezar. Y lo primero para ese comienzo pasa por la necesidad de llevar a cabo el cumplimiento íntegro de las penas impuestas en los tribunales de Justicia. No se les puede devolver la vida a casi un millar de inocentes, y el “arrepentimiento” de los miembros de la banda terrorista no debe constituir motivo suficiente como para que se puedan producir extrañamientos ni indultos para sus responsables con asesinatos probados por gracia especial del Consejo de Ministros. Eso significaría un insulto para los demócratas que sustentamos este Gobierno con nuestros impuestos y somos respetuosos con el Código Penal y el resto de las leyes emanadas desde el Congreso de los Diputados. Los terroristas, como primera medida deben entregar las armas de inmediato. Como segunda, respetar la Constitución Española. No sirven ni las treguas ni las negociaciones con el Gobierno. En un Estado de derecho no se puede negociar con asesinos. El Estado dispone de los medios necesarios para detenerlos y entregarlos a la justicia sin más contemplaciones. Tampoco puede admitirse que The Wall Street Journal “aclare” a sus lectores que “ETA es un grupo vasco, que defiende una lengua y cultura prelatinas y ofrece la paz al Gobierno español”. Contado de esa manera tan desafortunada, los norteamericanos, a los que les viene justo saber dónde se encuentra España en el globo terráqueo, como bien señala al respecto Libertad Digital, pueden pensar que tal grupo de asesinos vascos “son el Orfeón Donostiarra o el Athletic de Bilbao”.
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