miércoles, 27 de abril de 2011
El nuevo "chollo do fume"
Pues nada, si resulta que Llamazares es recibido a pedradas en un poblado chabolista de La Coruña, ya me contarán ustedes qué pasaría si apareciese por esos parajes Mariano Rajoy para hablar a los chabolistas de la chatarra y el trapicheo sobre cómo se está poniendo la cosa en esta Celtiberia Show, donde el Fisco sitúa el empleo sumergido en Galicia en el 8’9 por ciento del PIB. Los gallegos no deben preocuparse por su inmediato futuro ni recibir a pedradas al que porta un estandarte con la hoz y el martillo. Por estos pagos ya nadie coge ni la hoz ni el martillo para segar ni para trabajar. Los gallegos lo tienen mucho más sencillo. Sube el tabaco, aumenta el contrabando y a vivir, que son dos días. Ahora Hacienda se queja de que ha dejado de ingresar 127 millones de euros por el hecho de que los ciudadanos estén dejando el hábito de fumar. Elena Salgado, que tenía previsto recaudar 780 millones por el aumento del gravamen sobre el tabaco no cayó en la cuenta de que esas nuevas disposiciones habían tenido un efecto contrario al deseado para las arcas del Estado. Le falló la puntería al no tener en cuenta el contrabando, como parece que también le falló el tino a esas hordas que recibieron a pedradas a Llamazares cuando trató de adoctrinar a unas gentes que se las saben todas, que no necesitan de adoctrinamientos y que igual te venden la burra coja que quita a la Renfe quinientos metros de catenaria de cobre entre las dos y las cuatro de la madrugada. Los políticos socialistas, por lo que se desprende de las previsiones de la ministra Salgado, no dominan el arte de vender humo y la mafia gallega, esos linces del “chollo do fume”, se echarán al bolsillo los 127 millones que se ha dejado de ingresar en las cuentas del Estado. A mi entender queda feo intentar lapidar a un político comunista. Lo que habría que hacer, en mi opinión, es colocar orejas de burro a la ministra Salgado por pasarse de lista. Queda claro que Zapatero tiene un bumerán sentado en el Consejo de Ministros que no sabe por dónde le sopla el aire y que todavía no se ha enterado, como se canta en la romanza de “Doña Francisquita”, de que por el humo se sabe dónde está el fuego.
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