jueves, 22 de septiembre de 2011
Fin de una legislatura
En la última sesión del Congreso no ha querido estar Rajoy presente. Va de vencedor y allí por donde pasa le vitorean los aduladores. Ya veremos cómo capea el temporal cuando ya no pueda echarle la culpa de sus fracasos a Rodríguez Zapatero. La “herencia envenenada” no le va a servir de coartada para toda la legislatura que está por llegar. Rajoy tendrá que hacer cosas. Lo que le ocurre, como bien señala Arturo González en “Público”, es que “ahora llegan ustedes al poder y, como no tienen ni noción de nada que no sea a lo bestia, ven que la cosa les va a quedar grande y comienzan a escarbar, como los toros remisos y sin casta”. Sí, Rajoy, una cosa es ponerse delante del morlaco en esta España cañí, que parece una plaza de toros de pueblo sin enfermería, y otra muy distinta ese toreo de salón que ha hecho la Derecha durante los últimos ocho años. Eso es lo que han dado de sí los nuevos “salvadores patrios”, o sea, capotadas al viento y sin temor a la cogida. Rajoy no se ha dignado siquiera despedirse de Rodríguez Zapatero. Y eso no queda aseado ni en el tendido, ni en barrera ni en la andanada. En fín, Rajoy sabrá. Que la suerte le acompañe si gana las elecciones. Y que le vaya bonito.
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