lunes, 19 de septiembre de 2011
Una peana para el doctor Maroto
Chany Sebasián, comenta en “El Correo de Zamora” una noticia curiosa. Cuenta que “por Zamora andaba entonces –refiriéndose a 1948- el prestigioso cirujano José Luis Maroto, quien realizó la operación quirúrgica”, haciendo referencia a una señora de Tábara, de nombre Emilia, que hizo la promesa de adquirir una imagen de la Virgen del Carmen y entregarla a su parroquia si la operación de garganta de su marido salía bien. Y como la operación fue un éxito, Emilia cumplió su promesa y desde hace sesenta y tres años los tabareses airean en andas procesionales esa talla cada tercer domingo de septiembre, implorando favores relacionados con la salud vecinal. En cuestiones de fe y de costumbres no tengo nada que objetar. Pero atribuir a un milagro de la Virgen el bienhacer de un facultativo roza en lo paranormal. Los ciudadanos, si acaso, más que implorar milagros al Más Allá deberíamos demandar sabiduría en el Más Acá y eso, de momento, sólo se adquiere en las universidades y en los laboratorios. Por lo tanto, la peana –que nunca hace al santo-deberían los tabareses en todo caso ponerla bajo los pies de una imagen del doctor Maroto, al que supongo ya fallecido. Los tabareses sin duda son piadosos pero andan desorientados. Y al que camina desorientado habría que reorientarlo para evitar su desesperación cuando los rezos y oraciones, que abrigan esperanzas aunque no aseguran resultados, sólo mejoran sensiblemente con la aplicación de la farmacopea , el quirófano y el bisturí en manos de un experto cirujano. Algo parecido sucede en los pueblos de España con las salidas procesionales de determinados santos implorando aguaceros para los campos de cultivo. No cabe duda de que son actos píos muy dignos de respeto, pero que en nada influyen en las direcciones isobáricas de las borrascas y de los anticiclones. Lo dejó escrito Ortega: “La cultura es, en efecto, una faena de integración y una voluntad de aceptar lealmente todo lo que, querámoslo o no, está ahí constituyendo nuestra existencia”.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Don José Maria Maroto ciertamente fue un gran cirujano de más de dos metros de altura, que vivió en la Calle Pelayo de Zamora. Tuvo la desgracia de que le entro una enfermedad circulatoria y el desconocimiento de remedios no pudo suplir su gran sabiduría y murió joven por los años 50. Respecto a no creer en una cosa tan arraigada en la cultura popular de todos los pueblos como es la danza de la lluvia, es un poco temerario... Pues ¿de que le han servido tantos años de estudios a sacerdotes y chamanes?, para ahora decir que es una majadería. Testigos hay, pregunten a Iker Jiménez y las cadenas de TV y radio que lo sustentan
Publicar un comentario