Celedonio García Rodríguez
es el hombre que más sabe sobre la figura de
Mariano Bielsa,
Chistavín,
sobre las
corridas de pollos por el Jiloca y sobre el pedestrismo en el
Altoaragón, como quedó demostrado en sus amenos trabajos literarios. Como bien
señala en un ensayo hecho al alimón con
José
Antonio Adell Castán, “en las provincias de Zaragoza y Teruel, igual que en
el Altoaragón, las
corridas de pollos
eran las pruebas pedestres más conocidas que se programaban entre los festejos
profanos de las fiestas patronales y de las cofradías de cada lugar”. Pero,
además, existían otras variedades, como la
carrera
de la joya, que se disputaba en la ribera navarro-aragonesa;
corridas de corderos, por el Bajo Aragón
zaragozano;
corridas de tortas de pan
bendito, por el altiplano de Teruel, etcétera. De modo parecido, en la
provincia de Guadalajara se corría la
espaldilla,
coincidiendo con eventos familiares; y en Cuenca,
la joya (que no hay que confundir con la
carrera de la joya),
que
se celebraba en la ribera navarro-aragonesa). Sobre andarines, se cuentan
maravillas de
Lorenzo Mairal Santolaria, que iba desde Santa Eulalia
la Mayor hasta
Zaragoza de sol a sol; de
Marcelino
Zamora, andarín de Casbas, que mató a un jabalí sin portar armas; y de
Mariano Bielsa Latre, que venció a
Achiles Bargossi, hasta entonces considerado
como el mejor andarín del mundo, en la plaza de toros de La Misericordia. Hubo
otros:
Mariano Alcolea, del
Somontano;
José Jiménez,
el
Sevillano, de Alcalá de
Gurrea, que llegó a vencer a Chistavín;
Valero
Nogueras, de Castejón de Monegros;
Francisco
Pablo, alias
Nomón, de Eyerbe;
Ramón
Magallón, de Sasa del Abadiano; el
tío
Lacruz y
Domingo Gurría, ambos de Ansó;
Mariano,
de Bentué, de Rasal;
el Zurdo, de Siétamo; etcétera. Pero
nadie, que yo sepa, recuerda al alcañizano
Antonio Molías Romero, alias
Cabañas, salvo
Armando Galán Royo, que le hizo un elogio funeral a su
fallecimiento, el 20 de octubre de 1994, desde las páginas de
Diario de Teruel. Antonio Molías, pastor
de profesión, sabía, además, donde había restos de poblados ibéricos, romanos o
árabes: la cueva Infernalera, en Valdevallerías; la balsa Caraicierzo; el
Chiriguarach, poblado cercano a Alcañiz; el cabezo del Cuervo; las Torrazas;
las Saladas; la cueva del Charco Amargo, en Valdejerique; el corral del Mal
Carau; y la masada del Alemán. “Su fama entre cazadores resultaba más bien
preocupante”, según Galán. En cierta ocasión, antes del 36, fue con unos
forasteros a cazar liebres al Saso. Estando en el campo con los galgos, apareció
en el tren una pareja de la Guardia Civil.
Era época de media veda y estaba prohibida la caza salvo de tórtola, codorniz y
torcaz. Al ver a los guardias, Molías comenzó a correr a tal velocidad que los
galgos no pudieron alcanzarle. En 1966 contaba cincuenta y un años. Trabajando
de obrero en Foz de Benasa
se
comprometió con los controles que la empresa estableciese a trasladarse hasta
Zaragoza desde Alcañiz andando. Lo hizo en 17 horas. Cuentan que se alimentó
durante el trayecto de frutas, café, limón y brandy peleón.
1 comentario:
Muy interesante José Ramón. ¡Ah!, muchas gracias por los "piropos".
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