viernes, 6 de noviembre de 2020

La cantimplora del "malo"

 

      

La cantimplora es ese adminículo que vemos en los wésterns que siempre porta el malo de la película y que no permite que el bueno comparta con él cuando le lleva conducido a la fuerza por páramos secos y escabrosos plagados cactus y alacranes. Al final todo termina resolviéndose a favor del bueno para que los parroquianos de los cines no salgan con mal sabor de boca. Lo que acabo de contar viene a cuento con una cantimplora de aluminio encontrada en las Cuencas Mineras turolenses que perteneció a un soldado desconocido. En la cantimplora está escrito en una de sus caras “regalo de Enrique Álvarez Melero”. En la otra, “Ejército Popular Regular. 30 División. Transmisiones”. La historia reciente da cuenta de que la 30 División se organizó sobre la base de las Brigadas Mixtas y estuvo desplegada en los frentes de Aragón y el Segre. Fue creada en 1937 con la militarización de la columna Maciá-Companys y puesta al mando del teniente coronel Jesús Pérez Salas. Estaba compuesta por las brigadas mixtas 131 y 132 y cubría el sector que iba desde Martín del Río hasta Herrera de los Navarros. Pero hubo otros militares al mando: el coronel Alberto Arrando Garrido, desde febrero de 1938; el teniente coronel Francisco Alba Rebullido, desde marzo de 1938; el comandante de Infantería Nicanor Felipe Martínez, desde el 30 de abril de 1938; y el teniente coronel de milicias Francisco Romero Marín, desde finales de 1938. Algunas de sus unidades llegaron a intervenir en la Ofensiva de Zaragoza, a finales de agosto de 1937. En marzo de 1938, a consecuencia de la ofensiva franquista en todo el Frente de Aragón, la 30 División hubo de batirse en retirada. Llegó a estar brevemente integrada en la Agrupación Autónoma del Ebro,​ en la zona del río Segre. Bajo el mando del comandante Nicanor Felipe Martínez la 30 División quedó integrada en el XI Cuerpo de Ejército, interviniendo en la batalla del Segre y en la Campaña de Cataluña, durante la cual no pudo detener el avance enemigo. Junto al resto del Ejército del Este se retiró hacia la frontera francesa. A comienzos de febrero de 1939 sus fuerzas cruzaron la frontera, quedando disuelta. Todo ello está perfectamente descrito por Ramón Salas Larrazábal (“Historia del Ejército Popular de la República”. La Esfera de los Libros, 2006) y por José María Maldonado (“El frente de Aragón. La guerra civil en Aragón, 1936-1938”. Mira Editores, 2007). Difícil tarea, por tanto, resulta intentar seguir la pista del soldado desconocido al que perteneció la cantimplora casualmente recuperada. Para los franquistas recalcitrantes sólo se trata de la cantimplora del malo. Ya digo, como en las películas de John Wayne.

 

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