lunes, 22 de marzo de 2010

Degenerados

La Iglesia Católica no está pasando por sus mejores momentos. Primero fueron los casos de pedofilia por parte de los funcionarios del Cielo, como diría Cela. Benedicto XVI ha pedido perdón, parece ser, por los abusos de los pederastas irlandeses. Al Obispo de Roma habría que preguntarle por los otros, quiero decir, por los degenerados integrales de alzacuellos que habitan en Francia, Portugal, España, etcétera. Está bien que el Papa los perdone pero, además de ese para mí dudoso perdón, deben ser apartados de la sociedad e ingresar en presidio por sus ominosas prácticas. Y cuando digo presidio, no me estoy refiriendo a la cárcel de Zamora, que era el lugar donde Franco enviaba a los clérigos por su desafección al Régimen. Me importa un rábano si el Papa pide ahora al cardenal Sean Brady que lea su carta “con corazón abierto y espíritu de fe”. Hoy, sin ir más lejos, leo en la prensa que “un hombre de 34 años ha sido detenido por la Policía Municipal de Bilbao acusado de haber agredido, presuntamente, a su esposa por haberse negado a acompañarle a la iglesia para asistir a la misa dominical”. James Atkinson nos recuerda en un libro sin pizca de desperdicio que, en su día, Lutero se enfrentó con un problema serio. Él pretendió establecer unos acuerdos con la Iglesia basados en sus principios evangélicos elementales de justificación por la fe, pero sabía que pocos eran los que estaban dispuestos a ello. Lutero fue excomulgado por León X y punto final. Sabido es que la Iglesia Católica prefiere el cisma a la herejía. El caso del bilbaíno en cuestión no afecta a ninguna de esas dos cuestiones. Pegó una tunda de palos a su mujer por negarse a ir a misa. Como en la letra del tango: “la maté porque era mía”. Ahora se enfrenta a la Justicia por delito de violencia de género, de acuerdo con la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre. Pero esas cosas, consideradas por la caverna como “de andar por casa”, no impedirán ni a la COPE ni a los que se asoman cada noche en “El gato al agua”, seguir faltando el respeto un día sí y otro también a la ministra Bibiana Aído. ¡Leña al mono, que es de goma!

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