lunes, 8 de marzo de 2010

Juegos de magia

Leo en la página de inicio de El Correo de Zamora que en esa capital de provincia “cada día son más los aficionados a la práctica de los juegos de magia”, y un poco más arriba, en la misma página, que “cada zamorano oculta una media de 4.908 euros en dinero negro, lo que sitúa a la provincia en el tercer lugar de la región en la magnitud de la economía sumergida”. Vamos a ver: la primera obligación de los funcionarios públicos encargados de manejar la Agencia Tributaria, o de los inspectores de Hacienda, por decirlo pronto y claro, consiste en evitar el fraude al Fisco. A nadie se le escapa que faltar a ese importante compromiso es síntoma de clara negligencia, la cual se manifiesta por la imprudencia, impericia o inobservancia de reglamentos o deberes. En consecuencia, se produce un concepto de culpa penal, que es semejante al de culpa civil, pues en ambos casos la culpa se define por una omisión de la conducta debida para prever y evitar el daño. Es escalofriante pensar que la «laxitud» fiscal a la que hago referencia mermó en 71.000 millones de euros las cuentas del Estado en los diez últimos años. Los gobiernos de Aznar, primero, y de Rodríguez Zapatero, después, deberían contar a los españoles, sin ningún tipo de circunvalación y sin salirse por los cerros de Úbeda, por qué dejaron marchar por el sumidero del disparate y la más absoluta falta de diligencia tan hinchada cifra. Aznar decía hace pocos días a los medios informativos que no se puede poner de jefe de los bomberos al encargado de la manguera de la gasolina. Rodríguez Zapatero nos piensa llevar a cabo la subida del IVA este verano nada menos que en dos puntos para intentar rebañar 8.000 millones de euros del bolsillo del contribuyente. Claro, luego aparecen los de Zamora, que junto a los de Teruel y a los de Soria, son los más pobres de España, y se quedan tan frescos refiriendo a la rosa de los vientos que cada día son más los aficionados a los juegos de magia. Y Aznar diciendo chorradas; Rodríguez Zapatero rebozado en el merengue de la alianza de las civilizaciones y de la Presidencia de Europa; los inspectores de Hacienda, poniéndose de perfil para no dar un palo al agua; y los zamoranos, quitando lana al colchón para hacer hueco a los billetes de quinientos pavos. ¡Qué país, Miquelarena!

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