sábado, 6 de marzo de 2010

Parábola de las manzanas y las naranjas

Luis Solana, en El Plural, escribe sobre la ley de la oferta y la demanda referida al mercado de trabajo. Y pone un ejemplo: “Suponed que hay una cosecha impresionante de manzanas. Los precios de las manzanas bajarán en poco tiempo. Suponed que escasean las naranjas por las heladas de estos días. Los precios de las naranjas subirán. ¿Se quejará alguien? Alguien puede ser que sí, pero la opinión general, no”. Y ese ejemplo, el de la tremenda cosecha de manzanas y el de la carencia de naranjas, lo utiliza Solana para referirse a lo que está aconteciendo con el empleo en España. Es evidente que las circunstancias actuales deriva en que “ahora tenemos una tremenda oferta de trabajadores en el paro. Como nunca. Y muchos, muy jóvenes o inmigrantes. A la vez, tenemos una demanda de empleo pequeña o muy especializada. Resultado: los salarios de los trabajadores sin empleo deberían bajar”.

La parábola de las manzanas y de las naranjas ofrecida por Luis Solana es similar a la ya clásica historieta que Edward Bellamy consideró en “El Mercado”, donde un pueblo se muere de sed habiendo agua para todos. En la historia contada por Bellamy, el sediento pueblo que no había encontrado agua tuvo que morir al palo de aquellos otros que la poseían. Los que la poseían, convertidos en capitalistas, dijeron a los sedientos del pueblo: “sed nuestros siervos y tendréis agua”. Y el pueblo, en este caso los obreros, respondieron: “sólo pedimos que nos déis de beber y seremos vuestros siervos, nosotros y nuestros hijos”- Más tarde aparecieron los “listillos” de un sindicato que intentaron organizar a esos siervos hasta construir un gran depósito. Ese depósito se llamó mercado. Entonces, los dueños del depósito dijeron a los sedientos que por cada cubo de agua que vertiesen en el estanque les darían un euro, pero por cada cubo que sacasen para beber les cobrarían dos. El euro de beneficio serviría para seguir generando empleo. Cuando el agua rebasaba el depósito, los dueños les dijeron a los obreros que ya no necesitaban de momento sus servicios. Que esperasen sentados hasta que bajase el volumen almacenado. De paso, les animaron a que siguieran comprando agua. Pero los sedientos no tenían dinero y temían morir de sed. Ahí comenzaba la crisis del mercado. Que cada uno saque sus conclusiones.

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