jueves, 11 de marzo de 2010

Reflexión

En su último artículo de opinión en El Plural, Carlos Carnicero aparece como intentando dejar un mensaje que nos vacune contra la desesperanza. Sus palabras me recuerdan las de ese enfermo a quien el médico le acaba de decir que le queda poco tiempo. Así, el serio análisis que efectúa en su trabajo “De la autonomía, la independencia de Pensamiento y la dignidad política”, lo hago mío de principio a fin, de arriba abajo y de izquierda a derecha. “Hemos perdido mucha de nuestra capacidad de independencia –dice—porque la política exige continuamente un alineamiento defensivo. Fuera del paraguas de los dos grandes partidos existe una tierra de nadie, que es un campo de minas, en vez de ser un territorio de reflexión.”, etcétera. Esa reflexión, si ha de ser sincera, debe de estar exenta en todo momento de posicionamientos personales a cualquier precio. Los políticos ya deberían saben defenderse solos a estas alturas de la Democracia sin necesidad de tener que sacar a la calle, o a los micrófonos, un día sí y otro también, batallones de corifeos dóciles, adoctrinados e impasibles al ademán. Por encima del arbotante a la ceja o del apoyo al dedo extendido, el español debe asumir su papel de ciudadano por encima de todas las cosas. Los alineamientos ofensivos, o defensivos, será necesario dejarlos sólo para la beligerancia de las viñetas del abuelo Cebolleta. Es tiempo de reflexión. Pero, también, de salir de este preocupante letargo de silencio mudo generalizado. Si nuestra misión sólo consiste en poder votar cada cuatro años, apaga y vámonos.

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