sábado, 25 de diciembre de 2021

Cuentos de Navidad

 


Son muchos los cuentos que plasmados en la literatura. De entre todos ellos, existen cinco novelas cortas de Charles Dickens ambientadas en la Pascua de Navidad que causan cierta emoción al lector sensible. Pero miren ustedes por dónde, yo me quedo con “Maese Pérez el organista”, de Gustavo Adolfo Bécquer, ambientado en Sevilla en 1861, en el atrio de la iglesia de santa Inés y mientras se esperaba el comienzo de la Misa de Gallo. Maese Pérez era un músico anciano y ciego con gran habilidad para tocar el órgano. Al llegar el momento de la consagración todos los fieles esperaban los primeros acordes del excelente músico. Pero cuando el obispo iba a alzar la hostia se oyó un grito desgarrador. Provenía de su hija, sabedora de que su padre se había muerto de repente. Al año siguiente, maese Pérez fue sustituido por otro intérprete que no entusiasmaba a la feligresía. Pero los sonidos que salían de aquel órgano eran magníficos hasta el punto de que le ofrecieron que tocase en la catedral al año siguiente. Y así lo hizo. La iglesia de Santa Inés se quedó casi vacía. Solo unos pocos fieles, la hija de maese Pérez y la abadesa, que le encomendó a la hija del organista difunto que tocase el órgano, aunque ella tenía un raro temor. La víspera había ido al convento a ensayar y al poco de entrar  pudo escuchar las campanadas de un reloj que parecía que no tenían fin. El órgano estaba tocando solo. El órgano de Santa Inés, fabricado por Pérez Valladolid en el siglo XVII, reformado en 1903 al gusto de la época, fue restaurado pieza a pieza por Abraham Martínez en 2017, pero las monjas clarisas se enfrentaron a una propuesta de sanción de 170.000 euros por haber sido restaurado sin el consentimiento de la Junta de Andalucía, al estar considerado ese órgano como Bien de Interés Cultural. Finalmente aquella propuesta de sanción quedó reducida a 1,710 euros que quedó sufragada por hermandades del Martes Santo de la Semana Santa hispalense. El convento de Santa Inés, fundado en 1374, está situado en la céntrica calle que lleva el nombre de su fundadora, Doña María Coronel, viuda de Juan de la Cerda, nieto de Guzmán el Bueno.

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